APEC, ¿cumbre o abismo?

APEC, ¿cumbre o abismo?

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La palabra globalización, tal como fue concebida, es una palabra que hace mucho daño… Sí sería una palabra muy bonita si se hubiese globalizado el bien, si llevara al bienestar de todos. Pero es todo lo contrario. Es una globalización perversa que globaliza el mal, globaliza la muerte, globaliza la pobreza

Ahmed Ben Bella

El Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC, por su sigla en inglés) se desarrolló en San Francisco, California, del miércoles 15 al viernes 17 de noviembre. La APEC es una organización internacional concebida supuestamente para “promover el crecimiento económico y el bienestar” a partir de imponer “la liberalización del comercio y la inversión en la región de Asia Pacifico”, en el marco de la globalización.

A nivel mundial, la importancia de APEC es significativa. Sus miembros representan aproximadamente el 60 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial y el 50 por ciento del comercio mundial. Abarca la región económicamente más dinámica del mundo. Además, éstos concentran alrededor del 50 por ciento de la población mundial.  Sin embargo, el PIB y el comercio está concentrado en manos de unos cuantos magnates y de algunas corporaciones y es a través del saqueo de los pueblos, en gran medida, como se consigue esta acumulación de riqueza.

APEC es un mecanismo transpacífico, concebido por Australia y Japón en 1989 y actualmente está conformado por 21 economías. Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, China, Hong Kong, Indonesia, Japón, Corea, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papua Nueva Guinea, Perú, Filipinas, Rusia, Singapur; Taipei-China, Tailandia, Estados Unidos y Vietnam. En 1989 estaba ya definido el gran impulso de la globalización y del neoliberalismo que arrancó con fuerza en esa década, luego de su inauguración en el Chile de Pinochet y posteriormente la Gran Bretaña de Tatcher y los Estados Unidos de Ronald Reagan.

El Foro fue establecido en Canberra, Australia, en noviembre de 1989, dicen que en respuesta a la creciente “interdependencia económica de las economías del Asia Pacífico”. Pero más que “interdependencia” buscaban aumentar la dependencia de los más por los menos.  No lo dicen, pero APEC tiene la finalidad de impulsar las políticas neoliberales y globalizantes bajo la bandera de “intensificar el sentimiento de comunidad Asia Pacífico”. Otro de sus objetivos “de dientes para afuera” es reducir las diferencias entre las economías de la región “mediante una senda de crecimiento sostenible”. Pero en 34 años ha sucedido todo lo contrario, las diferencias se han agudizado palpablemente.

Han avanzado en el objetivo de promover la globalización que se traduce en destrucción de las economías locales y nacionales, de la población empleada y eso precisamente, en lugar de reducir las diferencias entre las economías de la región, las aumenta y de espalda a la senda de crecimiento sostenible hace a las economías de los países subordinados en la región cada vez más dependientes, todo lo contrario de lo que afirman como su misión.

El bienestar para la población no existe. Todo ello provoca olas de migrantes sin precedentes. Y en la reunión de este año la migración fue un tema central y no el cómo lograr el crecimiento económico y el bienestar. La falta de oportunidades, de empleo y la violencia generada por los grandes vendedores de armas y promotores de la guerra y el conflicto, de los que sancionan a otros países ha provocado la más grande ola de migrantes de la historia humana.

A diferencia de la Organización Mundial de Comercio y otros foros multilaterales, APEC no es un tratado o acuerdo de obligaciones. Las decisiones dentro de APEC se toman por consenso y los compromisos se asumen voluntariamente. De modo que la reunión es más bien el escenario de reuniones bilaterales entre los mandatarios y un escaparate donde a lo único que se llega y con mucho trabajo es a una ambigua “declaración final” para tranquilizar a los mercados aparentando que existe el respeto y ayuda internacionales. Esto precisamente cuando se vive ya una soterrada tercera guerra mundial –tipo siglo XXI– en numerosos frentes, donde los intereses de las grandes potencias se enfrentan. Toda la atención mundial se concentró en esos días, en la reunión de Xi Jinping y Joe Biden, lo demás se hizo de lado.

El APEC no ha ayudado al crecimiento económico, el actual sistema capitalista vive con recurrentes crisis. El enorme desarrollo de las fuerzas productivas, que incluyen las fuerzas de los trabajadores y el desarrollo que éstas han impulsado grandemente se encuentra obstaculizado por la apropiación privada de las ganancias que concentran las corporaciones, éstas y las potencias capitalistas necesitan destruir sistemáticamente las fuerzas productivas para salir de la crisis y su mejor arma es la guerra. Las sucesivas crisis han conducido a interminables guerras.

Recién fundado el APEC, en 1991 fue el peor año económico en más de cuarenta años. Por la crisis, el crecimiento en los países industrializados fue menos de uno por ciento entonces se transita por el camino de la guerra para reactivar la economía: la Guerra del Golfo de 1990-91, la intervención en Somalia en 1992, los bombardeos a Bosnia de 1993 a 1994, la intervención militar en el conflicto de la ex Yugoslavia en 1999, la multiplicación de bases militares en la zona del Gofo Pérsico y Asia Central. Lo anterior fue la respuesta, no el bienestar y la paz.

En 2001 vuelve a estallar la crisis financiera y en consonancia se derriban las torres gemelas en Nueva York y arranca un nuevo ciclo de guerras “contra el terrorismo”. Afganistán en 2001 y luego Irak en 2003, entre otros acontecimientos, demostraban una estrategia tendiente a incrementar la militarización y fortalecer la posición, la economía y la situación de unipolaridad de Estados Unidos.

El mundo necesita los enormes poderes productivos humanos y las modernas relaciones humanas y la inteligencia general que esos poderes productivos crean. O los poderes productivos se liberan de los estrechos confines de la vieja sociedad civil o seguiremos teniendo terribles fuerzas destructivas desatadas contra nosotros y el mundo, como vemos que sigue ocurriendo en el siglo XXI desde su comienzo hasta el día de hoy.

Los años comprendidos entre 2008 y 2018 fueron azarosos para la economía global. Las potencias capitalistas sufrieron su crisis económica y financiera más grave desde la Gran Depresión. La crisis de la deuda soberana en Grecia cimbró a Europa, se desencadenó la Gran Recesión y llevó a la crisis de la deuda europea.

Para salir de la crisis habían de destruir las fuerzas productivas para generar nuevos negocios y reactivar la economía. Se bombardea Pakistán, Yemen, Somalia. En 2011 fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) encabezadas por Estados Unidos bombardean Libia, atacan la red hidráulica y la infraestructura del país. Y continúan los ataques a los palestinos. El gobierno de Estados Unidos rompió el record en venta de armas: en 2011, vendió 30 mil millones de dólares; en 2012, 50 millones de dólares.

En la actualidad, el crecimiento económico mundial está en declive y se pronostica una caída de 3.4 por ciento en 2022 a 2.8 por ciento en 2023. Las economías de las potencias se desaceleran y se pronostica que el crecimiento sufrirá una caída mundial de alrededor del 2 por ciento.

Los esfuerzos de APEC, tras 34 años no han fructificado y las diferencias se acentúan, las confrontaciones se agudizan, la migración se desata como nunca en la historia de la humanidad.

De manera dramática el Foro se vio opacado por una gran sombra, el terrible genocidio que Israel y Estados Unidos, junto con todos sus aliados de Occidente perpetran contra el heroico pueblo Palestino, contra sus niñas, niños y población vulnerable. En el APEC callaban mientras miles de personas tomaron las calles de San Francisco para protestar contra la celebración del Foro, la ofensiva de Israel en Gaza durante el último mes y para cargar contra diversos líderes mundiales. La marcha se desarrolló por el centro de la ciudad y las cercanías de la conocida plaza Unión Square hasta las proximidades del centro de convenciones Moscone, donde se celebró la 30 edición de APEC.

Ni siquiera la reunión bilateral entre el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, anfitrión de la cumbre, y el presidente de China, Xi Jinping, o la crisis de Ucrania que pierde la guerra y exige más y más recursos, logró cambiar la atención mundial del genocidio en la Franja de Gaza. Al final, con trabajos y tras 5 horas de retraso se emite una declaración final en la que no se habla de Palestina, ni de Ucrania, siendo que el año pasado en la Cumbre de Tailandia sí condenaron a Rusia, hoy callan ante el genocidio de Israel.

Al Foro asistió, con su propia agenda latinoamericana, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien no acostumbra asistir a reuniones internacionales, ésta es la primera vez. El mandatario mexicano manifestó el 13 de noviembre que seguiría insistiendo ante el presidente Biden en un plan de ayuda para Latinoamérica para afrontar la migración en la región. Ambos se reunieron en San Francisco este viernes 17 de noviembre para discutir “temas que preocupan a ambos países”.

“Ahora que voy a Estados Unidos voy a tratar el tema de la ayuda a Latinoamérica con el presidente Biden. Quiero seguir insistiendo en que se apruebe un plan de ayuda a los pueblos de América Latina y del Caribe, lo que fue en su tiempo, o algo parecido, a la Alianza para el Progreso que puso en marcha el presidente John F Kennedy”, dijo López Obrador en la mañanera. El gobernante mexicano piensa que esto ayudaría a los pueblos de la región, pues recordó que la gente no los abandona “por gusto, sino por necesidad”. Además, cuando hay empleos, salarios y bienestar para los pueblos “la gente se queda” en sus lugares de origen, dijo.

El presidente mexicano llevó a Biden la propuesta alcanzada tras la cumbre migratoria que se desarrolló en México el 22 de octubre con la participación de Belice, Colombia, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Haití, Honduras, Panamá y Venezuela, que mostró su oposición a las “medidas coercitivas” y la petición de más alternativas legales para la migración.

López Obrador afirmó que su gobierno protege a los migrantes y trata de que no se violen sus derechos humanos, aunque reconoció que es un asunto complejo, especialmente porque en los países latinoamericanos y caribeños hay crisis económica, de bienestar, social y política. Asimismo, criticó a algunos países de la región y del mundo que no atienden las causas, sino que quieren resolver la crisis migratoria con medidas represivas, deportaciones, muros, militarización de las fronteras.

El problema de la migración lo provocan las potencias, en Latinoamérica y El Caribe son los Estados Unidos, sus políticas económicas y los abusos y saqueos de sus corporaciones. Por ello a este país no se le deben de pedir ayudas, sino exigir reparaciones y que deje de intervenir en los demás países, para imponer sus intereses y generar caos, violencia y pobreza.

¿Cómo los trabajadores mexicanos no se van a ver obligados a migrar cuando Estados Unidos arma a grupos criminales confrontados que provocan la violencia y cuando los salarios en nuestro país son 12 veces menores, en promedio, que los de Estados Unidos? Y lo mismo se puede decir de los demás países. En particular, las brutales sanciones contra Venezuela y Cuba son las principales generadoras de la migración en esos países.

Es de llamar la atención que en vez de tratar temas de cómo “promover el crecimiento económico y el bienestar”, lo que se trató en las reuniones con Xi Jinping, mandatario de China y el presidente de México fue el tema de fentanilo que significa una crisis de salud en Estados Unidos y no los problemas para un desarrollo económico integral en el mundo.

Es claro que el problema que se trata con México, no es el de su desarrollo y bienestar, es el de la migración, que es el resultado del fracaso de las políticas que ha aplicado durante 34 años el APEC, mismo tema que se trató con Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá, mientras que el tema de las inescrupulosas mineras canadienses, que causan devastación en regiones enteras de México no se tocó.

El Foro de APEC como símbolo siniestro terminó en Estados Unidos con la trasmisión de la Presidencia del organismo de Joe Biden a la golpista peruana Dina Boluarte, represora de su pueblo, que hasta pidió auxilio a tropas estadunidenses del Comando Sur para sostenerse en el poder, es evidente que el APEC es un organismo agotado y desprestigiado.

Sólo asumiendo su soberanía, impulsando su autosuficiencia y un desarrollo local, regional y nacional integral, los pueblos lograrán fortalecer el crecimiento, el bienestar, la armonía y la comunidad, lo que evitaría la migración forzada. Sólo así se puede promover el crecimiento económico y el bienestar que dice buscar el APEC. Y no serán las cúpulas de las potencias ni las reuniones secretas de los mandatarios de los países poderosos; no serán sus corporaciones con sus inversiones vampiro o su comercio avasallante las que resuelvan los problemas, sino los pueblos mismos tomando en sus propias manos el poder de decisión para que se supere lo viejo y triunfe lo nuevo. En un proyecto de futuro.

APEC significa lo viejo, la perspectiva de destruir los poderes productivos a través de las crisis y de la guerra, de destrucción masiva y hambruna. Pero hoy vemos a naciones y pueblos enteros enfrentarse a la aniquilación. Desde la perspectiva de lo nuevo, hay que encontrar la manera de desarrollar las enormes fuerzas productivas humanas y las relaciones humanas y la inteligencia general que crean y canalizarlas al servicio de los intereses del pueblo, así se fortalecerá verdaderamente el crecimiento y el bienestar en el mundo.

Pablo Moctezuma Barragán*

*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social