La coyuntura de guerra intensificada en Europa del Este y en Medio Oriente se ha deteriorado de forma considerable: geográficamente se intensifica, avanza en cuanto a uso de armas cada vez más destructivas, bajas militares y, sobre todo, las bajas civiles que se cuentan por decenas de miles, incluidos menores de edad y mujeres. Estamos presenciando una crisis humanitaria de orden regional sumamente grave en Oriente Cercano. Asombra la carencia de sensibilidad, no sólo de los actores militares, sino de la inmensa mayoría de la población, especialmente de las politizadas sociedades de Europa occidental.
El comportamiento diplomático de los gobiernos y cancillerías en Europa Occidental ha sido deplorable, humillante. Las llamadas “democracias avanzadas” han sido sometidas por el portentoso aparato militar de la OTAN, por su guerra comunicativa de corte hitleriano contra sus adversarios. Por la aplastante y paralizadora presencia de Estados Unidos no reaccionan, y el teatro europeo de una próxima contienda militar está cercano, no inminente, cercano, y lo peor es que se habla –no creo que inútilmente– del uso de “armas nucleares tácticas” ya, una vez usados los cohetes hipersónicos, de la tecnología militar más avanzada, en poder de Rusia y China, ya trasladados a Irán y a Líbano (y éstos a sus aliados como Hezbollah y a los combatientes Hooties de Yemen), lo que está modificando sensiblemente a su favor la situación estratégica de la guerra, ya que EU-OTAN e Israel, al parecer, carecen de dicha tecnología y de los misiles.
La seguridad internacional ha sido un paradigma que postula la necesidad imperiosa de su preservación, a partir del concepto central de que es “una responsabilidad compartida”. Hoy está seriamente comprometida y erosionada. Hace poco más de dos años estalló la guerra de Rusia contra Ucrania, en lo que Rusia llamó una “Operación Militar Especial”. El conflicto entre ambos gobiernos se venía agudizando desde por lo menos casi una década antes. Luego de la caída de la URSS y la desaparición del Pacto de Varsovia (alianza militar de los países socialistas), EU-Europa-OTAN apostaron por tender un cerco de hierro en todas las fronteras de la nueva Federación de Rusia. En una retrospectiva, se demostró también que en las últimas negociaciones de Occidente y la OTAN con el entonces presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, éste fue engañado por las potencias occidentales para que, a cambio de no intervenir con tropas militares en la cercana “caída del muro de Berlín”, le ofrecieron que Alemania unificada no se integraría a la OTAN, y que esta alianza militar no acercaría sus estructuras militares a las fronteras de la todavía URSS. Pero una vez desaparecida la URSS, los gobernantes de “las democracias avanzadas” hicieron todo lo contrario.
Sin duda alguna, en estos hechos inicia históricamente el actual conflicto en Ucrania, porque una de las últimas fronteras de Rusia, la de Ucrania, que no había sido copada por la OTAN, cuando los gobiernos occidentales con EU al frente deciden capturar al propio gobierno ucraniano, al ayudar a derrocar a Yanukovich –exgobernante aliado de Rusia–, inician negociaciones para incorporar a Ucrania a la Unión Europea y a la OTAN. Rusia percibió esta iniciativa desde un principio como tema de grave amenaza a su seguridad nacional, no podía permitirlo. Se puede revisar cualquier mapa de las bases militares de la OTAN en Europa y se verá el cerco militar tendido contra Rusia. Ucrania coronaba la estrategia bélica. Pero Rusia recuperaba a paso veloz su estatus de potencia militar y decidió impedirlo con la guerra, lo dijo muchas veces Putin. Quiso negociar con Estados Unidos, quien realmente comandaba la estrategia en Ucrania. Putin planteó que dicho país ingresara a la Unión Europea si era su voluntad, pero no a la OTAN.
Y es que a otros países integrados a tal alianza militar, como es el caso de Polonia, se trasladaron armas ofensivas que amenazan a Rusia. Son temas de amenazas a la seguridad nacional en sentido clásico del concepto, pero iniciativas estratégicas que desde occidente ponen en riesgo la seguridad internacional. Putin comparó esta posibilidad como si Rusia tuviera una alianza militar con México y le diera armas ofensivas para que pudiera atacar territorios de Estados Unidos. No olvidar la reacción de este país ante los cohetes nucleares en Cuba, en octubre de 1962. El presidente John F. Kennedy se opuso con todo, y muy presionado por los militares, incluso, estaba dispuesto a ir a la guerra. Finalmente se negoció la crisis, y hubo acuerdo estratégico. Hoy se subestimó a Rusia y la capacidad estratégica de Putin, se están arrepintiendo sobradamente.
El conflicto en Oriente Medio tiene siglos, pero no concluirá hasta que haya dos Estados nacionales soberanos, el de Israel y Palestina, con territorios garantizados, con Jerusalén como capital de ambos Estados y como sede de las tres grandes religiones monoteístas del mundo: islamismo, judaísmo y cristianismo. Ello, porque en ese territorio están presentes los más grandes símbolos religiosos de tales cultos: el Muro de los Lamentos, el Santo Sepulcro y la Mezquita de Al Aqsa (data del año 717, y fue inaugurada como tal en el año de 1035 D.C.), la más grande para los musulmanes. Nunca ha sido posible un acuerdo, tendrá que ser con la guerra, pero la creación del Estado palestino soberano e independiente, garantizado por la comunidad internacional, puede ser un camino para acuerdos posteriores.
Esta labor de absolutismo militarista de occidente-OTAN continuó luego de cercar a Rusia, con el desmembramiento de la Federación de Yugoslavia (formalmente, la República Federativa Socialista de Yugoslavia, que comprendía parte de Europa Central y los Balcanes), que dirigió y mantuvo unida durante toda la Guerra Fría, Josip Broz “Tito”. A instancias de occidente se crearon Estados pequeños (Croacia, Herzegovina, Eslovenia, Montenegro y otras), y se bombardeó el más grande Estado resultante de la desintegración, el de Serbia, cuyos habitantes son de origen eslavo, como los rusos, y capturaron vivo al dirigente de Serbia (Slobodan Milosevic), lo juzgaron como criminal de guerra y lo encarcelaron hasta su muerte (2006), sin que Rusia, por todos los problemas heredados del régimen de Boris Yeltsin (quien respaldó a las potencias occidentales en esta maniobra geopolítica), pudiera hacer nada ante la “balcanización”, en donde se afectó a millones de eslavos. La región se reconfiguró al gusto y necesidades de la OTAN. No hay espacio para explicar toda la complejidad de este proceso, pero fue con la complacencia activa de la ONU, acusando al gobierno serbio de “graves violaciones a la legalidad internacional” (Velázquez, Elizarraráz Juan Carlos, Archivos, 1999). Fue la cobertura legal institucional para atacarlo militarmente.
Los analistas que estudian las grandes tendencias históricas pronosticaron 2024 como un año de máxima importancia, pero también de grandes riesgos, dado que se celebraban 70 elecciones en todo el mundo y ello ponía en tensión los sistemas democráticos –como en México–. Pero sobre todo porque estaban en curso múltiples conflictos regionales y subregionales que tensaban la estabilidad y la seguridad internacional, porque hay un debilitamiento sin precedentes del derecho internacional, un desgaste disfuncional de los organismos internacionales (los comerciales y financieros mucho menos, ya que son de interés de occidente preservarlos) como la ONU, el propio Consejo de Seguridad, con guerras regionales cada día más incontroladas que comprometen la seguridad internacional y conducen a un conflicto generalizado de consecuencias impredecibles, sin que nadie pueda hacer prácticamente nada.
Israel, en un caso inusitado, negó toda autoridad a la ONU para condenar sus masacres de civiles en la Franja de Gaza, e incluso declaró persona non grata al secretario general, António Guterres. Y atacó brutalmente la muy debilitada autoridad política y legal, internacional del organismo. Lo desconoció totalmente. Habló como si estuviera en la selva, creo que así se sienten. Debía ser expulsado luego de este hecho porque exhibió y ridiculizó de una manera escandalosa la impotencia de la institución.
Hoy, la seguridad internacional depende de la apertura improbable de negociaciones de los actores militares en ambas guerras, la de Europa Oriental y del Medio Oriente, sin ONU ni Consejo de Seguridad. Lo que se derrumba ante nuestros ojos es un Orden Internacional caduco, que no refleja la distribución actual de poder económico, político y militar, que no ofrece un espacio de acción e influencia adecuada a potencias regionales, y a los cambios de poder registrados en esas regiones, todo lo cual no se ha traducido en instituciones internacionales de consenso, nuevas, que arreglen institucionalmente el desfase de distinta naturaleza que hoy se localiza en la estructura mundial de Estados organizados sujetos a normas comunes de observación obligada. Se vive en un Orden Internacional (institucional) que ya cambió y ello genera mucha inestabilidad y conflicto.
En nuestros días, el final de las guerras –antes de que se conviertan en hecatombe nuclear– está en obligar a Israel a que detenga su locura de aniquilación de todo un pueblo, el palestino, 2 millones de personas en la Franja de Gaza, y se avance al Estado palestino que unifique a los palestinos de Gaza con los de Cisjordania. Israel debe abandonar los territorios militarmente obtenidos en las diversas guerras en que ha triunfado frente a países árabes y coaliciones de ellos. Es eso o la guerra eterna hasta que Israel sea aplastado por una alianza de países que lo supere, y que EU y Gran Bretaña –por razones internas– no puedan salvarlo. Israel no tiene forma militar de ganar esta guerra de hoy. Ha hecho lo máximo posible –masacrar población indefensa, atacar milicias armadas y destruir sus bases de apoyo y logística, su infraestructura de comunicaciones, etcétera–, pero no podrá ganar una guerra que el propio Israel expandió debilitando sus expectativas, a menos que use armas nucleares, pero Rusia ya se le puso al frente defendiendo a Irán y Líbano de ello.
El espectro que tanto temía el ejército y gobierno israelí es el de un escenario de guerra contra siete frentes abiertos, más una tecnología militar que los supera (la hipersónica) y una población demasiado desgastada por este conflicto en donde cada vez sus territorios son mayormente alcanzados por las armas de sus enemigos. Muchos años pudo evitar la formación del Estado palestino, pero esa resistencia llegó a su fin, lo mismo vale para EU y los países de la OTAN. La historia los alcanzó.
En Ucrania, tampoco pueden ya evitar que Rusia venza totalmente en esta guerra, que se levante de una mesa de negociaciones con territorios obtenidos y con una ampliación del territorio de la Federación de Rusia, y en donde la estrategia de la OTAN de cercarla, derrotarla en una “guerra a trasmano”, de ahogarla económica y financieramente, de aislarla del ámbito mundial, ha fracaso rotundamente. En un acto de demencia, el presidente de Ucrania, Zelenski, está pidiendo a la OTAN que le proporcione armas nucleares para usarlas en Rusia. Son estertores de muerte.
Es verdad que tropas del ejército de Corea del Norte están combatiendo al lado del ejército ruso en Kursk (territorio ruso invadido por Ucrania con apoyo de la OTAN), mucho menos en el frene de Ucrania, debido a que se firmó un pacto de alianza militar entre ambos países (en junio de 2024) en respuesta a los movimientos de Estados Unidos, con Japón y Corea del Sur, en los términos de la guerra actual de Rusia.
Se menciona un contingente de 10 mil soldados. Es evidente que Rusia está reservando fuerzas para una eventual guerra contra la OTAN, lo cual aumenta las tensiones geopolíticas y geoestratégicas en toda la región del Indo-Pacífico, en donde EUA ya formó una alianza militar llamada CUAD, además de Japón y Corea del Sur, con Nueva Zelanda y Australia, desde luego, arropada por la OTAN, de frente a los conflictos de EUA, Japón y Corea del Sur con China, en la región llamada “Mar de China”, así como con Corea del Norte (EFE, julio de 2024).
El gran problema de Estados Unidos y la OTAN es que tampoco declarando la guerra nuclear puede vencer a Rusia, tema que los tiene desquiciados y obsesionados, porque la doctrina de la “destrucción mutuamente asegurada” está totalmente vigente, y más: hoy existen probabilidades altas de que pueda ser también vencida en una guerra convencional llevada hasta su territorio, lo que nunca ha sucedido. Y esto pondría en grave riesgo a sus vecinos más cercanos: México y Canadá. Su actuación en Medio Oriente y Ucrania está poniendo en riesgo su propia seguridad y la seguridad internacional, la cual hoy pende de un hilo.
Y esta afirmación es tan real, que hace una semana la OTAN anunció que después de varios años de no hacerlo, reiniciaba sus ensayos militares con armas nucleares, a lo que Rusia respondió con un ejercicio militar masivo también con armas nucleares, que incluyen: un submarino de misiles estratégicos de la Flota rusa del Pacífico; un sistema móvil de misiles terrestres del tipo de misiles estratégicos; un submarino con misiles estratégicos de la Flota rusa del Norte; y dos portamisiles estratégicos de largo alcance, TU-95 MS, según el ministro de defensa Andréi Beloúsov y el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas Valeri Gerásimov (RT, 29 de octubre de 2024).
En el reciente viaje secreto de Nethanyahu a Estados Unidos (en julio de 2024) es posible que haya tratado de convencer a su poderoso aliado de una intervención masiva en su conflicto en Oriente Medio ante el eventual escenario de los “siete frentes de guerra”; pero Joe Biden no estaba en posibilidad de ofrecer nada en firme ante la contienda electoral entonces empatada con Donald Trump –que finalmente ganó el republicano durante la jornada del 5 de noviembre–.
Pero la otra parte poco explorada son los impactos económicos de estos conflictos en la economía global: el alza en los precios internacionales del petróleo está favoreciendo a Rusia, cuyas reservas inmensas se han revalorado en el corto plazo, y también, a Irán e Irak: de octubre de 2023 a octubre de 2024, el alza en los precios del petróleo ha sido de casi 19 por ciento; durante este año, considerando marzo de 2024, han llegado a $84 USD por barril, en abril llegaron a $89 USD, en septiembre de 2024 está en $78 USD por barril, y en octubre a $75 USD, ha descendido (Datosmacro.com, Expansión, 28 de octubre de 2024). El Banco Mundial ha dicho que estos precios del crudo son 30 por ciento mayores que los últimos 5 años, aunque prevé que un exceso de oferta, pueda amortiguar el precio aún en caso de que las hostilidades se agraven en Oriente Medio.
La Cumbre de los BRICS en Kazán, Rusia, ha sido un éxito de sus líderes, China y Rusia, pero especialmente de Rusia, se reunieron allí 36 países que son más de la mitad de la población mundial, y quienes generan ya poco más de riqueza mundial que el G-7, la cual significó que la ilusión de occidente de pensar que podía expulsar a Rusia del sistema económico internacional, es una nueva apuesta fallida. Está más inserta que nunca y con u status de liderazgo muy importante.
El peso gravitacional en petróleo, es equiparable o mayor el que tiene Rusia en cuanto al gas para cualquiera que lo necesite: el pacto entre Rusia y Hungría (de la OTAN) para suministrar gas por parte del Gazprom, vence el 31 de diciembre como acuerdo del abasto de gas desde Rusia a Europa, cuyo gasoducto pasa por Ucrania. ¿Qué sucederá después? Rusia sigue teniendo una gran influencia geopolítica desde su poder en los energéticos convencionales. Con China está aumentando el acuerdo de abasto con una actualización del precio, ya que China lo empezó a tomar muy barato cuando Rusia quedó marginada de Europa. Los hidrocarburos generan las 2/3 partes de toda la energía del planeta. Quien diga lo contrario como la derecha política y empresarial en México, miente descaradamente por conveniencia económica, por negocios.
Las actuales amenazas a la seguridad internacional son apreciadas y valoradas en los organismos internacionales dentro de una perspectiva metodológica similar o igual, de allí que los enfoques sean coincidentes, pero no es igual la valoración de las amenazas desde la óptica de la seguridad nacional de cada país, conforme a sus estatus regional-global, de allí surgen importantes divergencias. Para los organismos internacionales Rusia comprometió la seguridad internacional con su invasión a Ucrania en febrero de 2022, pero desde la perspectiva de la Federación de Rusia la política de cerco militar con las estructuras bélicas y las ramas occidentales en sus fronteras, comprometían gravemente su seguridad nacional. Hay una divergencia notable. El concepto de amenaza es justamente toda circunstancia real que ponga en peligro la seguridad, siempre, dentro de un determinado tiempo y espacio, en donde la amenaza se presenta de modo asimétrico, dice el Estado Mayor de la Defensa de España (Barrero-Velázquez, Universidad Militar de Granada, 2022).
Así, en la presencia de las amenazas predomina la percepción del que se siente amenazado, no de quien no lo está, en las distintas formas asimétricas en que estas se presentan. En un espacio internacional con debilidad institucional y normativa, en donde el poder de los actores al seno de un sistema institucional supera la capacidad normativa sobre sus conductas, la percepción de las amenazas a la seguridad nacional, se desbordan y se convierten en conflictos graves cuya deriva probable es una confrontación armada, su probabilidad es muy alta. Esta percepción de Rusia –probablemente, también de Israel, aunque con diferencias notables– no quiso ser atendida por nadie -contando incluso con el supuesto de que la guerra no necesariamente era la única opción de Rusia-, condujo a la guerra.
La próxima reunión del mes de noviembre del G-20 es el escenario ideal para un posicionamiento de política mundial de México: no hay nada más lesivo para los objetivos de la paz y el desarrollo, que una seguridad internacional erosionada, en donde las controversias y conflictos se diriman por la fuerza militar, y los actores se amenacen mutuamente con desatar una hecatombe nuclear.
Los vacíos son grandes en el sistema internacional, se cubren con el poder de los grandes actores políticos, militares y estratégicos, debe atacarse el fondo de los conflictos para ser encauzados dentro de una nueva institucionalidad global. Entre tanto la seguridad internacional será una débil seguridad para todos, o para nadie.
Jorge Retana Yarto*
* Licenciado en economía con especialidad en inteligencia para la seguridad nacional; maestro en administración pública; doctor en gerencia pública y política social. Tiene más de 25 años como docente de licenciatura y posgrado; exdirector de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional.