Sigue el PRIAN en el poder

Sigue el PRIAN en el poder

Llega Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República. Sigue el PRIAN (Partido Revolucionario Institucional, PRI-Acción Nacional, PAN) en el poder. Llega luego de un fraude masivo y de la más escandalosa compra de votos en la historia. Todo mundo lo vio, todo mundo lo sabe, todo quedó perfectamente documentado. Estas trampas electorales son inadmisibles, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dicta que las elecciones deben ser libres y auténticas. Estas elecciones no lo fueron; sin embargo se va a sentar Peña en la silla presidencial, en medio de protestas de todo el país, y del silencio cómplice en los medios de desinformación –particularmente Televisa– y en el extranjero, porque así lo dictan las grandes corporaciones extranjeras y nacionales, y el gobierno de Washington, los organismos internacionales, que son los que manejan el poder político e imponen a quien los representará a ellos y a sus intereses.
Por eso, en su gira internacional, Peña les ofreció apertura total a la inversión extranjera en petróleo. Por eso Salinas firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, para abrir la economía mexicana a las grandes trasnacionales que se han apropiado del mercado mexicano y destrozado por completo la economía nacional.
 
Un caso dramático ha sido el de la minería, que se abrió gracias a Salinas, del PRI, y que con los gobiernos del PAN, compañías canadienses, gringas y un pequeño grupo de empresas mexicanas, a cambio de nada –pues pagan una miseria de impuestos– han extraído el doble de oro y la mitad de la plata que la corona española atesoró en 300 años de invasión, ocupación y saqueo durante la Colonia, de 1521 a 1821. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Fox y Calderón permitieron que los corporativos mineros se llevaran 380 toneladas de oro y 28 mil 274 toneladas de plata de nuestras minas, contra 182 y 53 mil 500 toneladas respectivamente, extraídas de los siglos XVI al XVIII (La Jornada, 14 de noviembre de 2011). Esto no sólo se debe a las modernas técnicas y equipos para la extracción, sino a las exenciones fiscales, a la irresponsable entrega de nuestro territorio, a la violación sistemática de nuestras leyes por parte de los gobiernos neoliberales que sólo benefician a unos cuantos y despojan de beneficios a los trabajadores y al pueblo de México. Lo único que dejan es agua y subsuelo contaminado, un medio ambiente deteriorado y una estela de muerte. Incluso asesinan a los opositores, como fue el caso de Mariano Abarca, en Chiapas.
 
El dúo siniestro PRI-PAN ha provocado la peor regresión y nos han hecho retroceder hasta tiempos de la Colonia. El territorio cedido a los corporativos mineros, al concesionar en 10 años 52 millones de hectáreas, equivale a lo que la dictadura de Porfirio Díaz arrancó a los pueblos indígenas originarios para entregar a terratenientes extranjeros y nacionales entre 1883 y 1906. Sólo el despojo de más de 2 millones de hectáreas por parte de los vecinos yanquis ha sido mayor, pero ahora con las políticas del PRIAN están ejecutando, tras las palabras de “cooperación” y “responsabilidad compartida”, la “integración” de México a Estados Unidos, que es en realidad una anexión. El entreguismo del PRIAN sólo es comparable al de Antonio López de Santa Anna y al de Porfirio Díaz.
 
Hay desencanto en el pueblo de México por el regreso del PRI: se habla del retorno al pasado. En realidad lo que estamos viviendo es el continuismo del PRIAN: la forma de mantener el régimen de oprobio y sometimiento al exterior la han encontrado con la alternancia. Esa forma de gobierno que nos presentan como sinónimo de “democracia”, cuando no lo es. Para imponer el bipartidismo fue necesario que efectuaran tres fraudes electorales, el de 1988, el de 2006 y el de 2012. La alternancia se ha impuesto pisoteando la democracia. La pareja siniestra se consolidó en la última década del siglo pasado. El PAN cogobernó con el PRI desde la época de Salinas; el PRI cogobernó con el PAN en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, al grado de que Calderón sólo pudo imponerse con el apoyo franco y decidido del PRI durante el fraude de 2006. Dos caras de la misma moneda. El PRI actual tiene otras características al de hace 50 años, ahora es parte de una dualidad, es mancuerna del PAN, el PRI actual ya no es el PRI que conocimos… Es parte integrante del PRIAN. ¡Eso sí! el dúo infernal es tan represivo como el PRI-gobierno. Fox y Calderón reprimieron a sangre y fuego. Todos recordamos el ataque en 2006 de la entonces Policía Federal Preventiva contra la huelga en la siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas, donde asesinaron a Héctor Álvarez Gómez,  a Mario Alberto Castillo Rodríguez e hirieron a 75 mineros más; o el ataque a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, ordenado por Fox y Calderón, por mencionar dos casos. En el ataque a Atenco participaron Fox y Peña. El PRIAN es represivo, por no hablar de los más de 80 mil muertos en la guerra de Washington operada por Calderón a partir de 2006.
 
Estamos en un nuevo siglo, las cosas han cambiado y ahora a la oligarquía proyanqui lo que le funciona es el bipartidismo. El poder del gran capital se va modernizando. Si bien usó durante muchas décadas al PRI-gobierno, ahora ya no le sería funcional. En el momento actual, en que cada vez actúan de forma más abiertamente dictatorial y fascistoide necesitan máscaras modernas que simulen “democracia” donde sólo hay imposición de los intereses de las corporaciones. Necesitan del bipartidismo. El pueblo de México no aceptaría nunca una dictadura de décadas, como la que sufrimos con Porfirio Díaz. La humanidad y la sociedad mexicana han evolucionado, ahora los gobernantes han tenido que disfrazar la dictadura con ropajes democráticos y usan la alternancia para simular la existencia en México de un sistema democrático. No hay tal, y los fraudes de 1988, 2006 y 2012 lo demuestran.
 
Más del 77 por ciento de los mexicanos en edad de votar no votaron por Peña, y de los votos que obtuvo gran parte no son válidos. De manera que no ganó. Pero el sistema político, el Instituto Federal Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el monopolio de medios de desinformación… Todo el aparato está empeñado en legitimarlo. No podrán. Así como nunca pudieron legitimar a Calderón.
 
La dictadura del gran capital la han disfrazado siempre con el bipartidismo que han impuesto a México desde Washington. Dos partidos que se alternan en el poder para servir a los mismos grandes intereses. Eso no quiere decir que no haya pleitos: de por medio están negocios de miles de millones de pesos o dólares, y sí que lo pelean; pero se unen cuando se tratan de mantener el poder de la oligarquía proyanqui. Ahí se unen y son capaces de todo.
 
La forma en que actúa el bipartidismo es palpable en Estados Unidos, donde los demócratas y Obama han continuado la política de represión a los migrantes, de intervención en México, de agresión contra Oriente Medio, de rescate de las grandes corporaciones, etcétera, que aplicaron los republicanos y Bush. La situación de Gran Bretaña, con su bipartidismo de laboristas y conservadores, o en España donde el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular han aplicado, en colaboración, la misma línea antipopular y neoliberal que favorece al capital financiero.
 
Aquí en México, recientemente, la forma en que se unieron PRI y PAN para sacar la reforma laboral muestra claramente cómo siguen un mismo fin. Siempre hay diferencias, pleitos, dimes y diretes, pero al final se pliegan al “interés superior”, el de las corporaciones. Finalmente, la iniciativa preferencial de Calderón fue impuesta por Peña, quien dio línea al PRI de plegarse y aprobar esta legalización de la moderna esclavitud. La línea está dada. Ahora el PAN apoyará al PRI para la privatización energética y la reforma fiscal consistente en aumentar el impuesto al valor agregado y cobrarlo en alimentos y medicinas, con lo que se golpeará a los mexicanos más pobres.
 
Mientras el PRIAN siga en el poder iremos de mal en peor, a un verdadero despeñadero. La acumulación del capital en manos de unos cuantos se intensifica, la soberanía de México y sus riquezas se entregan al extranjero, se instiga la guerra y la violencia entre los mexicanos para justificar la intervención estadunidense y se alinea México a los planes de construcción imperial del agresivo vecino yanqui.
 
Es preciso romper con esta situación y organizarnos para sacar al país del hoyo en que nos metió el PRIAN. Es necesario acabar con el esclavismo moderno, el neoliberalismo y el neocolonialismo. Somos millones y hay la fuerza necesaria para hacerlo.
 
Tampoco en esta coyuntura faltó la respuesta popular. Si bien a la movilización espontánea contra el fraude de 2012 le faltó la conducción nacional que uniera fuerzas suficientes para poner en crisis al aparato del PRIAN y hacer valer la ley y la voluntad popular, a pesar de todo, los jóvenes del Yo Soy 132 rechazaron el fraude y hubo acciones en las que participaron la Unión Nacional de Trabajadores, el Frente Sindical Mexicano, pobladores de Atenco, la Confederación Regional Obrera Mexicana, el Sindicato Mexicano de Electricistas, el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, sobrecargos y personal de tierra de Mexicana de Aviación, así como telefonistas, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, el Instituto Nacional de Bellas Artes y universitarios, grupos del Movimiento Urbano Popular, Movimiento de Regeneración Nacional o militantes de base de partidos del Movimiento Progresista, etcétera. Estas organizaciones representan y han hecho sentir el gran rechazo de la mayoría en contra de Peña y Salinas, del mal gobierno del PRIAN, de sus cochupos de cúpula con Fox –que mandó votar por Peña– y de Calderón, que ayudó y legitimó el fraude de 2012; la indignación de un pueblo que aspira a un futuro y que defiende la soberanía y los derechos. No somos un pueblo agachado. Cuando el pueblo se decide, es capaz de hacer grandes cosas. A veces fallan los líderes. Pero el pueblo está puesto.
 
Es la responsabilidad de una dirección atinada encauzar la fuerza popular, lograr la unión, la organización, la educación y la movilización que lleve a la victoria de la democracia y la soberanía.
 
*Politólogo y urbanista; voecro del Congreso de la Soberanía y dirigente de Mexteki
 
 
 
 Fuente: Contralínea 312 / Noviembre de 2012