En panismo, 4.5 millones de litros de petróleo derramados

En panismo, 4.5 millones de litros de petróleo derramados

Durante los sexenios panistas ocurrieron 4 mil 457 derrames de petróleo en el país. En total, se vertieron 4 millones y medio de litros de petróleo crudo y refinado, de acuerdo con información de la Profepa a la que Contralínea tuvo acceso. No obstante los daños al medio ambiente, la biodiversidad, la salud humana y las actividades económicas de las comunidades y sitios afectados, las multas impuestas a los responsables apenas alcanzan los 172 millones de pesos, de los cuales 128.3 millones corresponden a Pemex. Tan sólo en los últimos 3 años, el área afectada por los percances superó los 700 mil metros cuadrados; únicamente 421 mil han sido restaurados. Para Greenpeace, el desastre ambiental en algunas zonas es irremediable y “los costos de limpieza son altísimos”

 
 
Durante los sexenios de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa al frente del Poder Ejecutivo, en México se vertieron, al menos, 4 millones 457 mil litros de petróleo crudo y refinado (diésel, gasolina, kerosén) en el país por fallas en la operación, accidentes, infraestructura deficiente o por sustracciones ilícitas.
 
De 2000 a 2012, la Dirección de Emergencias Ambientales de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) registró 4 mil 457 derrames de petróleo en aguas y tierras mexicanas.
 
Las bases de datos de dicha Procuraduría revelan que en México ocurren, en promedio, 1.33 derrames mayores a 1 mil litros de hidrocarburos al día; alrededor de 500 incidentes cada año.
 
A las estadísticas de la Profepa se suman 157 fugas en lo que va de 2013, 90 de ellas ocurridas en ductos de la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex).
Con 2 mil 65 derrames en ductos, y la mayor parte de los 1 mil 956 percances en transporte, de 2000 a la fecha, Pemex encabeza la lista de incidentes reportados al organismo descentralizado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
 
“La actividad de Pemex es muy importante, es la empresa más grande del país; solamente por esa razón, independientemente de la seguridad con la que maneja sus operaciones, presenta el mayor número de accidentes”, considera Arturo Rodríguez Abitia, subprocurador de Inspección Industrial de la Profepa, en entrevista con Contralínea.
 
 
Sobre las causas de los derrames no tiene certeza: “Nosotros no determinamos las razones por las que ocurre esto; en ocasiones es la propia Procuraduría General de la República [PGR], porque aparentemente los derrames tienen alguna asociación con tomas clandestinas para robar combustibles; pero quienes lo determinan son los peritos de la PGR”.
 
Beatriz Olivera, coordinadora de la campaña de energía y cambio climático de Greenpeace, señala que pese a que Petróleos Mexicanos se empeña en argumentar que los derrames de hidrocarburos son provocados por actos vandálicos en sus instalaciones, de acuerdo con la nota de prensa de Fabiola Xicoténcatl −publicada en el diario Tabasco Hoy el 8 de mayo de 2012− de las 427 fugas reconocidas por la paraestatal entre 2000 y 2012, sólo 97 de ellas resultaron por actos vandálicos. Las demás fueron por corrosión exterior de los ductos (194); por corrosión interior (18); por corrosión exterior e interior (cuatro); por corrosión (13), y el resto (101), por fallas humanas en la operación de los mismos: apertura de válvulas, fallas operativas, errores de reparación, entre otras.
 
El subprocurador Rodríguez Abitia explica que si se determina que la fuga fue ocasionada por problemas de operación de la empresa, la Profepa exige que se corrijan los problemas que ocasionaron la fuga y que se reparen los daños a través de un procedimiento administrativo, además de que se establece una multa con la intención de inhibir este tipo de conductas en el futuro.
 
“Cuando la PGR determina que [la causa] es una toma clandestina, la empresa hace una denuncia penal contra quien resulte responsable y las autoridades correspondientes hacen el seguimiento. Lo que nosotros verificamos es que independientemente de que sea una toma clandestina se haga la reparación de los daños. Cuando es por una causa ilícita ya no multamos a la empresa.”
 
De 2000 a 2013, la Procuraduría ha impuesto multas a los responsables de los percances por un total de 172.5 millones de pesos, informa a Contralínea Rodríguez Abitia. Del total,  se fincaron a Pemex multas por 128.3 millones (74.37 por ciento) y a privados, por 44.2 millones (25.62). No obstante, aclara que los recursos son recaudados por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, por lo que no se utilizan para mitigar los impactos de los incidentes.
 

Los altos costos

 
De acuerdo con datos proporcionados por la Profepa, tan sólo en los últimos 3 años, los suelos contaminados por emergencias asociadas con sustancias químicas suman 700 mil 537 metros cuadrados, de los cuales, únicamente 421 mil 304 han sido restaurados. “Algunas áreas aún están en proceso de reparación”, aclara el subprocurador Arturo Rodríguez Abitia.
 
Para Greenpeace, los derrames de crudo en tierra y mar son unos de los más graves desastres que atentan contra la biodiversidad del planeta, puesto que ocasionan trastornos en el ecosistema por décadas y muchas de las veces causan daños irremediables, además de que “los costos de limpieza son altísimos”.
 
Ejemplo de ello son los derrames ocurridos en la plataforma Ixtoc I que en 1979 esparció 3.3 millones de barriles en las costas de Campeche; el derrame del buque petrlero Exxon Valdez de 1989, en Alaska, que vertió 257 mil barriles de crudo y cuyo proceso de limpieza –que duró 4 años– requirió 2.1 mil millones de dólares, las labores de más de 10 mil trabajadores, 1 mil barcos y 100 aviones; y el derrame de 4.9 millones de barriles en el Golfo de México, en 2010, de la plataforma semisumergible de aguas profundas Deepwater Horizon, a cargo de la petrolera británica British Petroleum, desastre por el que esa empresa ha pagado 23 mil millones de dólares por limpieza y demandas.
 
Beatriz Olivera explica que el hidrocarburo derramado y emulsionado constituye una gran amenaza al ambiente, en especial cuando ingresa cerca de áreas costeras o se deposita en las riberas y contamina hábitats como manglares o playas, afectando la fauna.
 
Los saldos de los incidentes perduran a través de los años. Beatriz Olivera remarca que 1 año después del derrame del Prestige, en España, en 2002, la degradación del hidrocarburo fue muy baja, propiciando la contaminación de las costas.
 
“Después de 10 años del derrame del Exxon Valdez se demostró que los peces y mejillones que se distribuían cerca del lugar donde ocurrió el derrame todavía estaban expuestos a hidrocarburos residuales en el ambiente, y un estudio realizado 17 años después detectó contaminación residual proveniente del mismo incidente.”
 
La reciente investigación Environmental Toxicology & Chemistry: Exxon Valdez spill still affecting, elaborada por Environmental Toxicology and Chemistry y dada a conocer días antes del derrame de British Petroleum en el Golfo de México, reportó que en 2010 la vida silvestre de Alaska seguía ingiriendo petróleo del Exxon Valdez.
 
 
Entre los efectos nocivos que enumera Greenpeace está el daño a la fauna marina. Se estima que sólo la cuarta parte de las aves contaminadas llegan a tierra, muertas o vivas. El resto desaparece en el mar o se hunden porque el petróleo les impide volar.
 
Las aves impregnadas de petróleo pierden su capacidad de aislarse del agua, pudiendo morir por hipotermia. Cuando intentan limpiar su plumaje con el pico, ingieren hidrocarburos que las envenenan.
 
Los mamíferos marinos pueden sufrir taponamiento de vías respiratorias y morir por asfixia. También ingieren hidrocarburos por alimentarse de animales contaminados, lo que les puede causar envenenamiento. Los quimiorreceptores de muchas especies detectan el petróleo en el agua y les hacen variar sus migraciones.
 
Los efectos subletales sobre los animales que refiere Greenpeace a Contralínea pueden abarcar deformaciones, pérdida de fertilidad, reducción del nivel de eclosión de huevos y alteraciones en su comportamiento.
 
Las afectaciones de la industria petrolera van más allá. El ruido provocado por las operaciones de exploración y explotación de crudo provoca la desaparición de las especies más sensibles a las perturbaciones sonoras. “En algunos lugares se ha comprobado la desaparición de cetáceos como la marsopa o el delfín mular”, señala la organización ambientalista en el escrito Los derrames de hidrocarburos más graves.
 

También sostiene que el petróleo vertido en el mar genera la falta o disminución de entrada de luz, lo que provoca la reducción del área donde es posible la fotosíntesis y, por tanto, el desarrollo de plantas verdes, el aporte de oxígeno y el de alimento al ecosistema. “Se destruyen ecosistemas frágiles y primordiales, como los manglares y los arrecifes de coral”.
 
En el escrito se especifica que al ocurrir un derrame se incorporan sustancias carcinógenas (que producen cáncer) en las redes tróficas, incluyendo especies de peces y mariscos que son consumidas por el humano.
 

 

En los ecosistemas terrestres, la contaminación con petróleo crudo o combustibles provoca daños a la flora silvestre, a los cultivos y a la fauna que se alimenta de ellos. Además, los hidrocarburos pueden ser arrastrados por la lluvia y se pueden filtrar al subsuelo, alcanzando los mantos freáticos y contaminando las fuentes de agua potable e, incluso, puede llegar al ser humano a través de la cadena alimenticia.
 
En el estudio Oil impacts on marine invertebrate populations and communities, de Thomas Suchanek, se estima que alrededor de 3 mil 800 millones de litros de crudo se filtran a los océanos cada año como resultado de las actividades humanas. De esta contaminación, 22 por ciento se debe a descargas operacionales intencionales de los barcos; 12 por ciento a derrames de buques y 36 por ciento a descargas de aguas residuales, cita Greenpace.
 
La organización señala que la salud humana también es vulnerable a los componentes del petróleo crudo (una compleja mezcla de químicos, compuesta principalmente por hidrocarburos parafínicos, cicloparafínicos, nafténicos y aromáticos y partículas de otros elementos, incluyendo varios metales). “Los hidrocarburos del petróleo de mayor interés toxicológico son los compuestos volátiles orgánicos (principalmente benceno, tolueno y xileno) y los hidrocarburos aromáticos polinucleares”.
 
Dependiendo del tipo de exposición al petróleo, sus componentes entran en contacto con el cuerpo a través de tres rutas: absorción por la piel, ingestión de comida y bebida, y por la respiración. “Las personas pueden presentar irritación de la piel o de ojos, náusea, vértigo, dolores de cabeza o mareos. La inhalación de aceites minerales podría causar una neumonía lipoidea, muerte por envenenamiento, leucemia y otros tipos de cáncer e incluso la muerte”.
 
No obstante las afectaciones, Pemex ha entregado únicamente 21 mil 865 pesos a cada persona que reconoce como afectada. A decir de la nota de prensa referida por Greenpeace y publicada en el diario Tabasco Hoy (“Sale barato contaminar en Tabasco”, del 8 de mayo de 2012), entre 2000 y 2011, Pemex pagó tan sólo 49 millones de pesos a 2 mil 241 personas afectadas por derrames de hidrocarburos.
 
 

Estados más afectados

 
De acuerdo con el seguimiento hecho por Greenpeace a los derrames de petróleo en México, de octubre de 2011 a marzo de 2013, Campeche, Tabasco y Veracruz concentraron el 88 por ciento de las emergencias ocurridas con sustancias peligrosas.
 

“Sus poblaciones están expuestas a desechos y gases contaminantes provenientes de la industria petrolera, entre ellos metales pesados como plomo, cadmio, níquel, mercurio, vanadio, cobre, cobalto y cromo”, advierte Beatriz Olivera.
 
Al concentrar Campeche el 79.4 por ciento de la producción nacional de crudo y el 31.4 por ciento de gas; Tabasco, el 16.3 por ciento de crudo, y el 27.7 por ciento de gas; y Veracruz, el 94.5 por ciento de la producción nacional de petroquímicos, los territorios de las tres entidades resultan los más afectados por contaminación.
 
Los 90 incidentes, que la organización logró documentar a partir de denuncias y notas periodísticas en medios locales, se registraron en 18 estados de la República y el Distrito Federal.
 
Campeche, Veracruz, Yucatán, Tamaulipas, Tabasco, Oaxaca, Nuevo León, Sinaloa, Sonora, Puebla, Jalisco, Hidalgo, Chihuahua, Chiapas, Zacatecas, Coahuila, Guanajuato, Durango y el Estado de México conforman el listado de estados con ocurrencia de derrames de hidrocarburos.
 
Entre los casos se encuentra el derrame ocurrido el 31 de diciembre de 2011 en instalaciones de Pemex Refinación en un oleoducto que va de Nuevo Teapa a Poza Rica, municipio de Cosoloqueaque, Veracruz.
 
Se estima que en el incidente 1 mil 500 barriles de petróleo crudo impactaron a una superficie de 3.5 hectáreas, incluidas dos lagunas cercanas, y 1 kilómetro lineal del margen izquierdo del río Coatzacoalcos.
 
Otro de los casos que destacan es la fuga de petróleo crudo al mar, ocurrida el 11 de agosto de 2012 en Salina Cruz, Oaxaca, a raíz del hundimiento de la monoboya 3 de Pemex. El derrame afectó al menos 200 kilómetros de litoral de Oaxaca, incluyendo lagunas de manglar y una treintena de playas que son zona de anidación de tortugas marinas en peligro de extinción.
 

México desconoce la biodiversidad de sus mares

 
La Comisión Intersecretarial para el Manejo Sustentable de Mares y Costas (Cimares) se creó por acuerdo presidencial el 13 de junio de 2008 con carácter permanente; pero fue a partir de la fuga de petróleo en el pozo Macondo (que provocó el derrame de 4.9 millones de barriles de petróleo en el Golfo de México durante 87 días, con lo que superó el desastre causado por la petrolera Exxon en Alaska en 1989), derivada del derrame de British Petroleum en 2010, que la Semarnat acordó la creación del Grupo 7: Derrame de Petróleo. Se trata de un grupo de coordinación intersecretarial para la atención de derrames de petróleo en el que participan la Secretaría de Relaciones Exteriores; la Secretaría de Gobernación –a través del Centro Nacional de Prevención de Desastres–, la Secretaría de Marina; la Secretaría de Comunicaciones y Transportes; la Secretaría de Energía; Pemex; la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación; la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca; la Secretaría de Salud; la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios; el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, y la Semarnat.
 
A través del proyecto Evaluación y Manejo Integral del Gran Ecosistema Marino del Golfo de México da seguimiento a la situación actual del derrame y recopila datos del ecosistema marino; no obstante, la información tiene carácter de reservada, refiere en entrevista con Contralínea Margarita Caso, coordinadora de Proyectos de Ecosistemas Marinos y Costeros de la Dirección General de Investigación de Ordenamiento Ecológico y Conservación de los Ecosistemas en el Instituto Nacional de Ecología.
 

Aguas profundas

 
Para Beatriz Olivera, Pemex carece de la experiencia y del equipo para perforar pozos en aguas profundas; pese a ello, la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), responsable de establecer las regulaciones en materia de perforación, ha autorizado los permisos para perforar.
 
“La CNH no establece normas específicas para el diseño del pozo, su revestimiento, cimentación o los equipos de seguridad a emplear. Al no disponer de estos criterios, la Comisión aumentó de manera directa el riesgo de un accidente petrolero.”
 

La experta señala que para la CNH basta afirmar que Pemex será responsable de los derrames de hidrocarburos, de las actividades de limpieza y de la reparación de daños causados. “Sin embargo, la paraestatal contrata a otras empresas para llevar a cabo las actividades de limpieza”.
 
En una investigación hecha por Greenpeace –con base en información obtenida mediante la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental– se documentan los costos para el país de ocurrir un derrame en aguas profundas. En el caso del pozo Trión-1 escalaría a los 7 mil 986 millones dólares, mientras que en el pozo Supremus-1 alcanzaría los 2 mil 215 millones de dólares.
 
Al respecto, Caso Chávez refiere que “cualquier actividad tiene implícito un riesgo potencial a la biodiversidad. Los accidentes ocurren. Cualquier proyecto petrolero implica un riesgo en caso de accidente; pero en este caso no tengo información de las actividades ni de la forma como se van a realizar. No podría opinar sobre el riesgo que podrían representar a la biodiversidad”.
 
—¿No se cuenta con los estudios suficientes? –se le pregunta.
 
—En el mar hay sitios más estudiados que otros. Las zonas profundas son desde luego menos estudiadas que las zonas superficiales. La investigación oceanográfica es cara, se requiere de equipo muy especializado, son zonas muy inaccesibles y todo esto contribuye a que en general haya poco conocimiento del mar no sólo en México sino en el mundo.
 
Para la especialista y miembro del grupo que da seguimiento al derrame en el Golfo de México es importante contar con proyectos de monitoreo a largo plazo de los mares en México. “Esta información es fundamental no sólo para el conocimiento de los mares y las zonas costeras, sino también para tener una idea de los impactos del cambio climático”.
 
—¿El Instituto tiene planes de hacer más investigación?
 
—De momento no.
 
Para la realización de este trabajo se solicitó entrevista con Petróleos Mexicanos a través de Francisco Montaño, coordinador de información. Al cierre de edición no se obtuvo respuesta. Contralínea también solicitó entrevista a la Comisión Nacional de Hidrocarburos. Jorge García, subdirector de Comunicación, dijo que “por el momento no se están dando entrevistas”. A pregunta expresa de cuál es la razón por la que la dependencia pública no concede entrevistas, respondió, tajante: “Por el momento no”.
 
            
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Infografía
 
 
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 Fuente: Contralínea 342 / julio 2013