El más reciente mapa del narcotráfico elaborado por la PGR ubica a Sinaloa, Chihuahua, Durango, Guerrero, Coahuila y Baja California como zonas de influencia del Cártel del Pacífico. El Estado de México, entidad donde ocurrió la fuga del Chapo Guzmán, es disputada entre los Caballeros Templarios y la Familia Michoacana. Fechado el 23 de abril de 2015, el informe revela que el grupo delictivo –al cual podría regresar el narcotraficante– está conformado por otras ocho células criminales. En total, la Procuraduría reconoce que 52 cárteles, células y pandillas operan en México. Previsible, un aumento en la violencia criminal por la evasión del capo más buscado de América
El más reciente informe de la Procuraduría General de la República (PGR) sobre las organizaciones del narcotráfico en México revela que el Cártel de Sinaloa –al cual podría reinsertarse el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo– comanda ocho organizaciones delictivas.
Se trata de Gente Nueva, La Barredora, Los Cabrera, Cártel del Poniente y/o La Laguna, El Aquiles, El Tigre, Los Artistas Asesinos y Los Mexicles. Organizaciones a las que se les atribuye presencia en seis entidades del país.
En el nuevo mapa se revelan tres cambios en la estructura del grupo posteriores a la detención de Guzmán Loera, ocurrida el 21 febrero de 2014. El más relevante fue el del Cártel Jalisco Nueva Generación, que se “independizó” y se convirtió en una gran organización –según la PGR–, con presencia en nueve entidades, incluido el Distrito Federal.
Los otros dos cambios consistieron en la supuesta desaparición del Comando del Diablo y Los Mata Zetas, grupos identificados como aliados del Cártel de Sinaloa en el primer reporte que generó la administración de Enrique Peña Nieto en 2013, cuando Jesús Murillo estaba al frente de la PGR (Contralínea 337).
Ahora, la Procuraduría señala que el Cártel del Pacífico tiene influencia en Chihuahua, donde operan Gente Nueva, Los Cabrera, Los Artistas Asesinos y Los Mexicles; Sinaloa, con presencia de Gente Nueva; Guerrero, con La Barredora; Baja California, con El Aquiles y El Tigre; Durango, con Los Cabrera y el Cártel del Poniente y/o La Laguna; y Coahuila, territorio controlado por ese último.
Aunado a ello, el gobierno estadunidense ha detectado una presencia relevante en Sonora, entidad que califica como una de las principales plazas del tráfico de drogas controlado por el Cártel de Sinaloa. Esa “plaza se utiliza para esconder y traficar drogas, dinero y armas”, refiere la Presentación del presupuesto para el año fiscal 2015 de la Office of National Drug Control Policy.
De lo anterior se desprende que el también llamado Cártel del Pacífico y sus células no tienen influencia directa en el Estado de México, en donde ocurrió la fuga del Chapo Guzmán, el pasado 11 de julio.
Por el contrario, ese estado es disputado entre Los Caballeros Templarios y lo que queda de La Familia Michoacana, descubre el reporte de la PGR, hecho público el 23 de abril de 2015, como respuesta a una solicitud de información ciudadana con folio 0001700107815.
Los grandes cárteles
En el nuevo mapa del narcotráfico, el Cártel de Sinaloa es una de las nueve grandes organizaciones dedicadas al tráfico ilegal de drogas. Las otras son el Cártel del Golfo, el Cártel Jalisco Nueva Generación (escindido del de Sinaloa), Los Arellano Félix, La Familia Michoacana, Los Carrillo Fuentes, Los Beltrán Leyva, Los Zetas y Los Caballeros Templarios. Según el reporte de la PGR, de éstas se desprenden otras 43 organizaciones criminales.
Respecto del poder que han acumulado los narcotraficantes y sus empresas criminales, el investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Carlos Flores, señala: “El análisis temático de la historia del tráfico de drogas en México, a lo largo del siglo XX y hasta la fecha, nos enseña que los personajes inteligentes, con capacidad de formar este tipo de organizaciones, no son suficientes [para soportar esas estructuras criminales]. La cuestión que marca la diferencia es el apoyo institucional: aquellas organizaciones y aquellos personajes que han podido contar con ese tipo de apoyo institucional son los que han logrado establecer organizaciones de muy alta dimensión, capaces de operar a lo largo del tiempo de manera significativa”.
Eso explicaría por qué las nueve grandes organizaciones criminales que refiere la PGR han sobrevivido a los 9 años de una supuesta guerra contra el narcotráfico que libran los aparatos de seguridad civil y militar mexicanos. Guerra que ha costado la vida de más de 150 mil civiles.
Al respecto, el experto en inteligencia para la seguridad nacional Jorge Retana Yarto opina que los cuerpos de seguridad del Estado mexicano no han avanzado sustancialmente en el control del fenómeno del narcotráfico. Agrega que “nada nos indica que [el gobierno] pueda tener a su favor una derrota militar de los grupos criminales que tenemos en el país y que ellos tienen enfrente”.
Para el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, la estrategia actual es un tipo de guerra de carácter excepcional: “al no ser los dos bandos asimétricos, [éstos] desarrollan un tipo de guerra en donde los costos sociales son extremadamente altos”.
Retana Yarto observa que existe una falla sistémica en los aparatos de seguridad mexicanos que ha impedido combatir efectivamente al crimen organizado. “La principal información de inteligencia que se utiliza en los cuerpos armados del Estado mexicano [para combatir la delincuencia] no necesariamente se genera en México, tiene que ver con el apoyo que generan, por ejemplo, las agencias de inteligencia y seguridad de Estados Unidos. Es decir, ahí tenemos una falla fundamental. Allá se hace el entrenamiento, los dispositivos vienen de allá, etcétera”.
El investigador añade que los cambios en la estrategia que inició el gobierno de Enrique Peña Nieto pretendían mejorar la coordinación de las agencias, sin embargo esto no sucedió y la descoordinación es evidente.
El cártel del Chapo
Considerada una de las organizaciones criminales más poderosas del Continente Americano, el Cártel de Sinaloa se consolidó como una empresa trasnacional en los años de la “guerra” contra el narcotráfico que supuestamente emprendió el panista Felipe Calderón Hinojosa.
Al grupo criminal se le ubica en los cinco continentes y se le atribuye presencia en más de 50 países. Según reportes de Estados Unidos y la Unión Europea, éste se convirtió en el principal proveedor de cocaína y metanfetaminas en el mundo; asimismo, trafica heroína y mariguana al vecino país del Norte.
Ése es el tamaño del cártel que podría encabezar de nueva cuenta Joaquín Guzmán Loera, según una de las hipótesis que se desprende de su reciente evasión del penal de máxima seguridad del Altiplano, ubicado en Almoloya de Juárez, Estado de México.
Otra hipótesis es que el capo se retire del negocio y busque una vida tranquila para el resto de su vida, observa el doctor Carlos Flores, investigador en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.
Para el autor del libro El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos para la consolidación democrática, la fuga del narcotraficante podría estar anunciando una nueva escalada de violencia, por los reacomodos que podrían sufrir las organizaciones criminales con el regreso de Guzmán Loera al negocio.
El maestro Retana Yarto, autor del libro Mafia transnacional y economía criminal: México en la órbita de un poder paraestatal, señala que la fuga del Chapo Guzmán expresa un nuevo nivel de crisis en la estrategia para combatir a la criminalidad trasnacional en México.
“Más allá de las debilidades del sistema penitenciario, que son muchas y muy agudas, expresa que se trata de una estrategia totalmente agotada, y por eso estamos observando fracaso tras fracaso. Esta grave crisis de la estrategia y de la concepción que está detrás se aminora precisamente con los golpes mediáticos de capturas, como la del Chapo, pero las estructuras operativas, financieras y paramilitares de las organizaciones quedan prácticamente intactas. Entonces se le da relevancia a la parte mediática pero las estructuras quedan absolutamente inalteradas. Esto es una gravísima falla de la estrategia actual.”
En el caso del Cártel de Sinaloa, la detención del principal líder no significó una merma en sus negocios. De acuerdo con el comunicado Lafo-2015-03, del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, del 16 de enero de 2015, una investigación de 3 años concluyó que “los presuntos líderes del cártel importan a México grandes cantidades de cocaína, metanfetamina y otras drogas, así como los productos químicos requeridos para la fabricación de metanfetaminas, desde Asia y países del Centro y Sudamérica, incluyendo Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, Panamá, Costa Rica, Honduras y Guatemala”.
Agrega que los narcotraficantes mexicanos “utilizan diversos métodos para mover las drogas, como aviones de carga, aviones privados, submarinos y otros navíos sumergibles y semisumergibles, portacontenedores, buques de suministro, embarcaciones, buques pesqueros, autobuses, vagones de ferrocarril, remolques de tractores, camiones, automóviles, y transporte privado comercial y transporte extranjero”.
La acusación del Departamento del Tesoro 14CR0658-DMS (en contra de Ismael Zambada García, alias Mayo; Ismael Zambada Imperial, Mayito Gordo; Ismael Zambada Sicairos, Mayito Flaco; e Iván Archivaldo Guzmán Salazar, hijo del Chapo) refiere que el Cártel de Sinaloa lava los recursos obtenidos por el tráfico ilegal de drogas a través del contrabando de dinero a granel; los depósitos bancarios estructurados; las transferencias electrónicas; las transferencias de cambio de divisas; los sistemas utilizados para transferir dinero sin el uso de cables u otros medios tradicionales; la compra de vehículos y aviones de lujo, así como de diversas propiedades.
El comunicado detalla que la investigación se inició a finales de 2011: entonces se indagaba a unas células pequeñas de distribución de drogas en National City y Chula Vista, lideradas por José Luis Iglesias, también conocido como José Bautista Samano-Molina.
Pero, indica, “pronto fue evidente que las drogas estaban siendo suministradas por el Cártel de Sinaloa, y el caso se transformó en una investigación masiva multinacional, multi-Estado, que ha dado lugar a decenas de detenciones en San Diego, Los Ángeles, Riverside, San Bernardino, San Francisco, Chicago, Nueva York, Detroit, Nevada, Texas, Carolina del Sur, Delaware, Pennsylvania, Minnesota, Kentucky, Georgia; y en los países de México, Canadá, Colombia, Gran Bretaña, Filipinas, Guatemala y China”.
Lo anterior corrobora que, a pesar de que en el gobierno de Felipe Calderón se inició una supuesta guerra contra las drogas, que fue continuada por su sucesor, el alcance internacional de la mafia mexicana, particularmente del Cártel de Sinaloa, no ha cesado. (Con información de Érika Ramírez)
Las 52 organizaciones del narcotráfico
En México operan nueve grandes cárteles de la droga, de los que dependen otras 43 organizaciones, clasificadas por la PGR como células y pandillas, refiere un reporte de la institución fechado el 23 de abril de 2015.
El informe, hecho público por medio de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, revela que el mapa de la criminalidad se ha modificado, respecto del que reveló Contralínea en junio de 2013 (edición 337).
Los nueve grandes cárteles son, según la PGR, el Pacífico (o Sinaloa), el Golfo, Jalisco Nueva Generación, Arellano Félix, La Familia Michoacana, Carrillo Fuentes, Beltrán Leyva, Los Zetas y Los Caballeros Templarios.
De éstos destaca el Cártel del Golfo, que en el informe de 2013 era considerado por las autoridades como extinto, pues cuenta con el mayor número de células, al contabilizar 12.
Sin embargo, el número de aliados no repercute en zonas de influencia, pues 11 de ellos operan en Tamaulipas (Metros, Rojos, Grupo Lacoste, Grupo Dragones, Grupo Bravo, Grupo Pumas, Grupo de Apoyo Ceros M3, Los Fresitas, Los Sierra, Los Pantera y Ciclones) y el doceavo (Los Pelones), en Quintana Roo.
Por número de organizaciones satélite, le siguen Los Zetas, con nueve: en Coahuila y Nuevo León, Sangre Zeta; en Tamaulipas, Grupo Operativo Zetas, Comando Zetas, El Círculo y El Extranjero, Unidad Zetas, Néctar Lima, Grupo Delta Zeta; en Guanajuato, Los Negros; y en Tabasco, Quintana Roo y Tamaulipas, Fuerzas Especiales Zetas.
El Cártel de Sinaloa, con sus ocho células, está en tercer lugar, seguida por Los Beltrán Leyva, con siete: en Sinaloa y Baja California Sur, Los Mazatlecos; en Sonora, El 2 mil; en Guerrero, Los Granados, Los Rojos, Los Ardillos y Cártel Independiente de Acapulco; y en Aguascalientes y Baja California Sur, La Oficina.
Bajo el mando de Los Arellano Félix están El Chan, El Jorquera y El Kieto, todas operando en Baja California. La Familia Michoacana cuenta con Guerreros Unidos (en Morelos, Guerrero y Estado de México) y La Empresa (en el Estado de México y Morelos.
A los Carrillo Fuentes se les atribuye estar al frente de las pandillas La Línea y Los Aztecas, cuya zona de influencia es Chihuahua. Y respecto del Cártel Jalisco Nueva Generación y de Los Caballeros Templarios, la PGR indica que no tienen células ni pandillas.
Al primero le atribuye las plazas de Jalisco, Colima, Michoacán, Guanajuato, Nayarit, Guerrero, Morelos, Veracruz y Distrito Federal, mientras que a Los Caballeros Templarios, Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Morelos, Estado de México, Jalisco, Colima, Querétaro y Baja California.
Según una nota de El Universal (Zorayda Gallegos, 28 de junio), desapareció la mitad de células en lo que va del sexenio. Los datos de la PGR indican que fueron 37, de 80 organizaciones satélite.
Nancy Flores, @nancy_contra
[PORTADA]
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Contralínea 446 / del 20 al 26 de Julio 2015