El vendedor de ilusiones

Puede ser que, después de todo, sea un hombre bueno. Un católico piadoso, honesto. Un político sinceramente preocupado por construir una sociedad de bienestar y equidad aunque en su retórica, que trata vanamente de descalderonizarse y desneoliberalizarse, a menudo se olvida del segundo aspecto. Que existan crédulos que aún confíen en sus promesas pese a la manera legalmente sucia a la que llegó a la Presidencia de la República, en la capacidad del sistema (instituciones y actores que interactúan y ejercen el poder con determinados fines) y el régimen político (partidos, elecciones libres y justas, órganos y normas jurídicas, etcétera, que regulan la lucha y el ejercicio del poder, las relaciones entre los gobernantes y los gobernados) para atender los problemas nacionales y los conflictos pacífica y democráticamente pese a que, contra lo que dicen las elites, funcionen autoritaria y antisocialmente como en el pasado priísta-panista…

La cruzada contra el hambre: grotesca parodia

El uso de la “cuchara de la filantropía” para socorrer a los millones de hambrientos que naufragan en la mar de la indigencia, en la cual fueron arrojados por el propio sistema, como es el caso de la Cruzada Nacional contra el Hambre emprendida por Enrique Peña Nieto, es una práctica antigua en la historia del capitalismo.

La voracidad de la casta divina

En uno de sus últimos discursos, Ronald Reagan, el padre fundador del neoliberalismo en el mundo, dijo: “el capitalismo es el mejor sistema jamás deseado. El capitalismo ofrece a las personas la posibilidad de elegir, de trabajar y hacer. La posibilidad de comprar y vender los productos que desea. Para quienes buscan justicia y dignidad, la economía de libre mercado es el camino a elegir”.

Enrique Peña Nieto o los sucedáneos de la legitimidad

El principal saboteador del gobierno de Enrique Peña Nieto es el propio Enrique Peña Nieto. Potencialmente, entre las principales fuentes de conflictos que obstaculizarán sus propósitos se encuentran, del lado político, la manera en la que pretende legitimarse y aspira a ampliar los espacios de gobernabilidad; y del lado socioeconómico, su decisión por mantener la misma estrategia neoliberal de desarrollo instrumentada entre 1983 y 2012, cuyos funestos resultados son harto conocidos por las mayorías del país y a escala mundial.

Los inmolados a los dioses

Al Javier Lozano del peñanietismo, Alfonso Navarrete Prida, le falta cuerpo para gozar a plenitud lo que en su rosáceo mundo de fantasías considera como las primeras manifestaciones del cumplimiento de las promesas de su jefe, el César de Atlacomulco: el supuesto inicio de recuperación de los salarios reales y, por añadidura, del “bienestar de la población” y la “disminución de la desigualdad social”. Como una exultante Alicia en el país de las maravillas, dice: “habrá recuperación del poder adquisitivo”, “aunque [sea] ligera”.