El pleito por el pastel entre Grupo Carso, de Carlos Slim, y Televisa, de Emilio Azcárraga, llegó al deporte más popular en México: el futbol. La incursión del hombre más rico del mundo en la Femexfut, a través de los clubes León y Pachuca, tendrá un impacto en los negocios del balompié pero no en la calidad del juego ni en las condiciones deportivas y laborales de los jugadores, explica el escritor Juan Villoro. Con la disputa por el negocio, las transmisiones de los partidos de futbol serán únicamente a través de la televisión de paga, señala el experto en telecomunicaciones, Gabriel Sosa Plata
Tras 4 años de disputa continua entre Carlos Slim, dueño de Grupo Carso, y Emilio Azcárraga Jean, propietario de Grupo Televisa, en diversos frentes de la nombrada “guerra de telecomunicaciones”, los periódicos nacionales amanecieron con la fotografía de Arturo Elías Ayub, mientras éste sostenía las playeras de juego de los equipos Club de Futbol Pachuca y Club León, FC. Al lado del director de Alianzas Estratégicas de Telmex, con una sonrisa forzada y evidentemente nervioso, posaba Jesús Martínez Patiño, el nuevo socio del “hombre más rico del mundo”, tras la incursión de Slim en el futbol mexicano.
El 6 de septiembre de 2012, Grupo Pachuca y América Móvil hicieron pública su alianza en el Museo Soumaya Plaza Carso, la cual consiste en la adquisición, por parte de Carlos Slim, del 30 por ciento del consorcio hidalguense. Éste comprende, entre otros activos, dos equipos de Primera División, uno de la Liga de Ascenso (Club Deportivo Estudiantes Tecos, que fuera de la ultraderechista familia Leaño) y la llamada Universidad del Futbol y Ciencias del Deporte.
En canchas de cemento y polvo, donde los niños y jóvenes marcan goles y sueñan ser los próximos astros de moda, sólo existe una preocupación: que el dueño de la pelota no se emberrinche y se lleve la felicidad de todos a su casa, y los deje sin jugar hasta que llegue otro con su balón… En México, el dominio de Televisa sobre el negocio del futbol es tal que, aunque se sea novato, no hace falta preguntar de quién es la gorda, como le dicen con cariño al esférico en Argentina.
El juego más popular del país, con el tiempo, “ha sido totalmente desvirtuado por la televisión” pues, a falta de reguladores, Televisa “es realmente la que impone las leyes”, dice a Contralínea el maestro Juan Villoro, quien en noviembre pasado recibió el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso.
Las televisoras, más que duopolio, son un “monopolio de intenciones”, explica Villoro; pues están por encima no sólo de la Federación [Mexicana de Futbol Asociación, AC] y los gobiernos con los que conforman opacas asociaciones público-privadas, sino que también lo están del resto de los dueños, quienes callan ante el peligro de ser borrados de la pantalla si se atreven a inconformarse ante situaciones “que sin embargo repudian”. En el futbol mexicano hay que coludirse con la televisión en favor del negocio.
Televisa controla todos los rincones del futbol mexicano, desde los calendarios de competencia hasta la Selección Nacional, la que incluso “ha sido una estrella más del Canal de las Estrellas”. Lo mismo ocurre con los derechos de televisión, campo en el que equipos como Atlante, Monterrey o Guadalajara han intentado negociar con argumentos propios –sin éxito– ante la falta de un competidor con la capacidad de transmitir los partidos en plataformas masivas similares a las que cuentan los socios –en la compañía Iusacell– Azcárraga y Salinas Pliego.
En ese contexto, 2 semanas después del anuncio, cayó el primer golpe “histórico” de Carlos Slim en el futbol mexicano: el duelo entre los Panzas Verdes de León y las Chivas Rayadas de Guadalajara fue transmitido sólo por internet y televisión restringida. Confiados en su monopolio, dueños del único balón del barrio, Tv Azteca-Televisa creyeron que los guanajuatenses cederían como los demás.
A la cancha llegó otro niño con su propia pelota, y sorpresivamente la televisión abierta quedó fuera de un partido de Primera División.
El riesgo: futbol de paga
La lectura común sobre la incursión de Carlos Slim en el futbol mexicano ha estado enfocada en la búsqueda de una cadena de televisión abierta, que compita directamente con Televisa y Tv Azteca. Sin embargo, el verdadero interés del dueño de Telmex está en la televisión restringida, en el candado que por ahora le impide ofrecerla en México, pero de la que es líder en América Latina, explica en entrevista con Contralínea el experto en telecomunicaciones Gabriel Sosa Plata.
En menos de 1 sexenio, los suscriptores de televisión restringida casi se duplicaron. De acuerdo con cifras de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, en 2006 había en México poco más de 6 millones de suscripciones anuales, mientras que al cierre de 2011 éstas ya rebasaban los 11 millones 400 mil. Ello significa que más del 40 por ciento de los hogares en México cuenta con televisión de paga. Por otra parte, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, los usuarios de internet superan los 40 millones, mientras que, aun con un servicio deficiente y caro, Telcel asegura que “el 80 por ciento de los mexicanos se conecta en [teléfono] móvil a internet”.
“Un porcentaje importante de personas ha dejado de ver la televisión abierta. Están migrando hacia la televisión restringida y están haciendo un uso cada vez más intensivo de los teléfonos celulares, las tabletas”, señala Sosa Pata. Subraya la importancia que ha tenido el sistema de televisión satelital Dish en este crecimiento del mercado por su “tarifa de bajo costo”, que ha provocado demandas por parte de las televisoras.
El triple play (telefonía, internet y televisión) es el negocio en disputa y en éste, el futbol es considerado como un contenido primordial. La estrategia de Carlos Slim se asemeja a una guerra de guerrillas que busca romper con el monopolio televisivo en varios frentes, dice el miembro de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación.
El primer frente de gran impacto es el de la transmisión de los partidos (hasta el arribo de Slim, ciento por ciento a cargo de las mutualistas Televisa y Tv Azteca). Tras no llegar a un acuerdo con la empresa de Ricardo Salinas Pliego para televisar sus encuentros de local, el Club León –recién ascendido a Primera División después de 10 años– se quedó fuera de las pantallas las primeras semanas del Torneo Apertura 2012. Entonces entró “al relevo Slim, en una ?operación de rescate’”, comenta Juan Villoro.
El paradigma creado por Televisa de que el futbol mexicano se debe ver en televisión abierta se rompió: uno de los equipos que mejor juego desarrolló el torneo pasado sólo se disfrutó por televisión de paga e internet. Incluso el Club León llegó a tener un pie en la final del torneo al vencer 2 a 0, en el juego de ida de la semifinal, al Club Tijuana, que en el de vuelta venció a los leoneses 3 goles a 0, para después convertirse en campeón. De haber avanzado el León al duelo por el título, más de la mitad de los televidentes no habrían tenido frente a sus sillones uno de los partidos.
“Algunas de las principales televisoras en el mundo y de las empresas del futbol, sobre todo en Europa, están migrando hacia la modalidad de televisión de paga”. Ése es el negocio hacia el que Slim apunta con sus empresas, además de la pelea que está dando para que se modifique su título de concesión y así poder ofrecer un servicio de triple play, como ya lo hace en el resto del continente, explica Sosa Plata. Sin embargo, en este rubro se ha enfrentado a la negativa de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
El riesgo latente está en que ocurra lo contrario que en Argentina, donde a raíz de la disputa del gobierno con el Grupo Clarín –“el equivalente de Televisa, el gran monopolio de la televisión comercial”, compara Villoro–, el futbol se nacionalizó y sus partidos son transmitidos en los canales del Estado.
Al ver al futbol como un contenido exitoso para sus plataformas fuera de la televisión abierta, “este deporte, que es de masas, se puede convertir en un deporte cada vez más elitista”, alerta el también profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana.
“Al rato, el futbol se va a convertir en una actividad virtual; todos los estadios van a estar vacíos y van a ser exclusivamente escenarios para la televisión, van a ser sets de televisión sin público”, se lamenta Juan Villoro. El estadio, sin aficionados, se volverá “un mausoleo, donde el público ya no juega…”.
Chivas, la posible bomba
El rumor se propagó a mediados de enero como si de un hecho consumado se tratara: “es probable que Jorge Vergara ponga en venta a las Chivas”, anunciaron diversos medios; otros no especularon más y de plano titularon “¡Chivas en venta!”. La exclusiva, dada a conocer por un reportero de Entertaiment Sports Programming Network y esparcida con extraña eficacia guarda un detalle: el contrato del Club Deportivo Guadalajara con Grupo Televisa para que éste transmita sus partidos de local termina en 2013.
Un día después del alboroto, Jorge Vergara negó que el equipo esté en venta, pero reafirmó la cifra que circuló horas antes que tasaba al “equipo más popular en México” en 500 millones de dólares. El silencio respecto de los derechos de transmisión y cómo van las negociaciones con Televisa ha persistido.
El que Carlos Slim busque los derechos de los partidos del Club Deportivo Guadalajara, como ya tiene los del Club León, más allá de que compre o no la franquicia, “sería entrar de lleno en estos terrenos que perjudican intereses económicos muy fuertes” de Televisa, y ésta hará todo lo posible para que no ocurra, advierte Sosa Plata. Basta con imaginar que un clásico Guadalajara-América no sea transmitido en televisión abierta.
Fuente: Contralínea 323 / febrero 2013