La actualización del plan y los programas de estudio del sistema del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM se encontraría bastante lejos de las prioridades que manifiesta parte de la comunidad estudiantil y académica. Mientras que las autoridades tienen como prioridad ampliar la enseñanza del inglés, ofrecer cursos en línea y establecer como obligatoria la materia de educación física; estudiantes y maestros consultados priorizan el reforzamiento del aprendizaje de la lengua materna, la mejora de la infraestructura de los cursos ordinarios y las condiciones laborales de los docentes
En el proceso de actualización del plan y los programas de estudio del sistema del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), parte de la comunidad ha señalado haber quedado relegada.
Algunos testimonios recabados por Contralínea evidencian diferencias entre las prioridades de quienes encabezan dicho proceso y las de la comunidad estudiantil y académica. Un ejemplo de ello es que mientras los académicos, quienes serían los encargados de operar los cambios, no pueden concebir una actualización curricular sin la mejora de sus condiciones laborales y salariales, el Documento base para la actualización del plan de estudios: 12 puntos a considerar no se pronuncia al respecto.
De acuerdo con el Diagnóstico institucional para la revisión curricular, documento a cargo de la Dirección General del CCH, el 76 por ciento de los profesores que integran la planta docente del Colegio (2 mil 571, de un total de 3 mil 380) son de asignatura. Éstos enfrentan una situación de inestabilidad, pues son contratados bajo un esquema de horas a diferencia de los profesores de carrera, quienes pueden ser de medio tiempo o tiempo completo.
—¿Por qué el actual proceso de actualización del CCH no contempla la mejora del salario y las condiciones laborales de los docentes?
—No está en nuestras manos. Éste es un proceso académico –responde, tajante, Laura Lucía Muñoz Corona, directora general del CCH.
No obstante, la funcionaria asegura que las condiciones de trabajo de los académicos sí mejorarán como consecuencia del apoyo que la Rectoría de la UNAM ha brindado al bachillerato en materia de equipamiento: con la actualización curricular, se introducirán a las escuelas computadoras, conectividad, pizarrones electrónicos y software para la enseñanza del inglés.
Los puntos 4, 10 y 11 del Documento base constituyen otro ejemplo de la disparidad entre los planteamientos de la autoridad y los de la comunidad. Los primeros refieren el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), al contemplar la posibilidad de que el CCH ofrezca recursamientos y cursos en línea; el último, busca establecer como requisito curricular la materia de educación física.
A través de un pronunciamiento público, algunos estudiantes agrupados en la Asamblea del CCH Oriente manifiestan que para que las llamadas TIC sean utilizadas como “verdaderos instrumentos de aprendizaje es necesario tener un vasto conocimiento de ellas y contar con los medios e instrumentos requeridos” pues, de lo contrario, “los cursos remediales en línea serán utilizados por muy pocos”. Por eso piden que la prioridad sea “mejorar la infraestructura y el equipo para los cursos ordinarios y así tomar medidas preventivas y no remediales”.
Respecto de establecer como obligatoria la materia de educación física, los estudiantes del CCH Naucalpan apuntan, en una carta dirigida a las autoridades universitarias, que “no hay capacidad ni condiciones adecuadas en las instalaciones para albergar y darle la atención necesaria a todos los estudiantes en la práctica de educación física”.
“Muy diferente sería si a los alumnos se les ofrecieran instalaciones en buen estado, una pista de patinaje o una alberca, por ejemplo. Los resultados serían una participación entusiasta y no una materia reprobada más”, manifiestan, asimismo, los estudiantes del CCH Oriente.
Desde diciembre de 2011, cuando inició formalmente el proceso de actualización del plan y los programas de estudio del CCH, de la comunidad estudiantil y académica han emanado propuestas que hasta ahora no obran en los documentos oficiales. Destacan la impartición de forma independiente y obligatoria de las disciplinas filosóficas (literatura, filosofía, lógica, ética y estética), el fortalecimiento de las matemáticas (uno de los dos lenguajes que fueron pilares del Colegio) y la creación de comedores higiénicos, económicos y saludables, que permitan un mejor desempeño de los estudiantes.
Inglés o español
De las modificaciones que contempla el actual proceso de actualización del plan y los programas del CCH, la impartición de la lengua extranjera por 3 años es quizá la que más ha generado críticas entre los universitarios. Cabe señalar que el mapa curricular vigente marca como obligatoria la enseñanza del inglés o el francés durante los primeros 4 semestres del bachillerato.
Juan Márquez Zea, coordinador del área de Talleres de Lenguaje y Comunicación del CCH Azcapotzalco, no está en contra de que los alumnos aprendan inglés o la lengua de su preferencia. Sin embargo, le parece absurdo destinar 2 semestres más a esta asignatura cuando, de acuerdo con resultados del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes y los de la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares, alrededor del 50 por ciento de los estudiantes mexicanos se encuentran ya sea en el nivel insuficiente o en el elemental en habilidad lectora.
Por eso, Márquez Zea pide, al igual que otros docentes de su área, que los esfuerzos institucionales se dirijan a reforzar el aprendizaje y la comprensión de la lengua materna, valorando la importancia de ello en la construcción de los procesos mentales. Además porque, de ser así, se estaría fortaleciendo el proyecto original del Colegio que se propuso dotar a sus estudiantes de dos lenguajes, el español y las matemáticas, y de dos métodos, el histórico-político-científico y el experimental. El objetivo: que los alumnos puedan “no sólo conocer su realidad, sino reflexionarla, analizarla, criticarla y transformarla”.
La acción más inmediata en este sentido, a decir de los profesores consultados, consistiría en la mejora de las condiciones en que se imparte el Taller de Lectura, Redacción e Iniciación a la Investigación Documental, conocido como Telerid. Y es que, detallan, los grupos son de hasta 58 alumnos, lo que implica que las butacas no alcancen para todos y que el modelo educativo del CCH –aprender a aprender, aprender a hacer y aprender a ser– no pueda aplicarse de manera óptima.
Laura Lucía Muñoz Corona, directora general del CCH, asegura que quienes imparten la asignatura de Telerid “van a tener que reforzar, durante la actualización, los procesos de lecto-escritura, pero paralelamente el chico debe aprender inglés porque la cultura, los cambios y transformaciones lo hacen cada vez más necesario”. Sin embargo, esto no lo establece de forma explícita el Documento base para la actualización del plan de estudios: 12 puntos a considerar, que es la columna vertebral del actual proceso de actualización curricular.
Cuestionada respecto de las condiciones en que se desarrollan los cursos de Telerid en el CCH, Muñoz Corona dice que “todo depende del compromiso del docente con su práctica educativa”. Y subraya: “un maestro no comprometido con su docencia, con 25 alumnos puede no hacer nada; y un maestro comprometido, con 50 va a hacer mucho”.
Aunque la funcionaria acepta que el ideal sería tener 25 alumnos, asevera que no hay recursos para ello: “De dónde vamos a sacar el dinero para poder duplicar a los maestros de Telerid, y de dónde vamos a sacar a los maestros. No se puede”.
Para la impartición de la lengua extranjera, en cambio, sí hay condiciones: “Hoy estamos ofreciendo que [los estudiantes] puedan llevar paralelamente dos lenguas extranjeras y tenemos la infraestructura, los maestros y un convenio internacional con Francia, que nos manda maestros para que apoyen a los nuestros”. La directora general del CCH comenta, asimismo, que hay “un gran apoyo de la rectoría para mejorar el equipamiento en nuestros salones, pero vamos por partes: estamos reforzando las matemáticas, los salones de inglés y, paulatinamente, llegaríamos también a reforzar los salones donde se dan las clases de Telerid. Pero ahora es una prioridad reforzar el inglés”.
Los profesores de Telerid no son los únicos que han cuestionado la intención de extender a 3 años la impartición de la lengua extranjera en el nivel bachillerato; un par de consejeros universitarios también lo han hecho. “No es congruente que la Universidad impulse el programa México, nación multicultural y que, al mismo tiempo, se infravaloren nuestras lenguas autóctonas”, manifiestan Anahí Citlatli Martínez Díaz y Ricardo Enrique Núñez Ramírez.
En un documento que presentaron al pleno del Consejo Universitario el pasado 25 de enero, los consejeros estudiantiles del CCH piden que, en vez de aumentar 2 semestres la enseñanza del inglés, se amplíe la variedad de idiomas que se imparten en el CCH: italiano, alemán, náhuatl, totonaca, mixteco.
En tanto, Andrea, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras, se pregunta por qué es tan importante reforzar la enseñanza del inglés en el bachillerato, si una vez que los alumnos ingresen al nivel superior podrán decidir, con base en las necesidades de su propia formación, cursar el inglés u otro idioma en alguna de las dependencias especializadas con que cuenta la UNAM, como el Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras y el Centro de Enseñanza de Idiomas de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, este último considerado el más grande de América Latina y el segundo a nivel internacional.
El fondo de la actualización curricular
Con el objetivo de justificar la necesidad de redefinir el papel del egresado del CCH, el Documento base para la actualización del plan de estudios: 12 puntos a considerar, plantea que “los requerimientos del mercado laboral obligan a los alumnos a tener conocimientos y destrezas particulares como resolver problemas, trabajar en equipo, manejar adecuadamente las TIC, dominar el inglés como principal lengua extranjera, cuidar su salud física y mental, y desarrollar su capacidad para autorregular su aprendizaje”.
Docentes agrupados en la Asamblea Universitaria Académica y algunos colectivos estudiantiles aseguran que este discurso coincide con los planteamientos erigidos por los organismos financieros internacionales y con la reforma integral de la educación media superior (RIEMS), no obstante que en 2009 la UNAM expresó su rechazo a esta disposición de carácter federal que busca homologar el bachillerato nacional a partir de un sistema de competencias definido como el conjunto de habilidades, conocimientos y valores comunes.
La relación entre la propuesta de actualización curricular del Colegio y los planteamientos de la RIEMS es evidente para Pedro Flores Crespo, integrante del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamericana.
En febrero pasado, en su colaboración en Campus Milenio (suplemento universitario del diario Milenio), el especialista en educación plateó que “el desacuerdo” que José Narro Robles mostró con la RIEMS al apelar a “la tradición universitaria”, ahora podría funcionar como un boomerang en su contra. En su artículo titulado “CCH: atrapados en el propio juego”, el investigador escribió: “¿Cómo podrá el rector persuadir a los inconformes de que los cambios en el CCH son necesarios cuando él apeló a la tradición? ¿Cómo explicar que el programa de tutorías es necesario si eso mismo incluía la RIEMS que fue rechazada por el rector?”.
Laura Lucía Muñoz Corona, directora general del CCH, asevera que el proceso de actualización curricular que vive este sistema de bachillerato se mantiene al margen del enfoque de competencias manifiesto en la RIEMS. La actualización se centra en el “enfoque de aprendizajes”, precisa.
Respecto de la relación que habría entre el Documento base y los dictados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y el Banco Mundial, la funcionaria apunta: “Soy socióloga y conozco a los organismos financieros internacionales así como su nivel de injerencia. Yo te diría: somos la UNAM, y la UNAM no rige sus procesos a través de los organismos internacionales; nosotros nos renovamos y autorrenovamos porque tenemos inteligencia y tenemos órganos colegiados”.
A la luz de la reforma constitucional de febrero de 2012 que establece la obligatoriedad de la educación media superior, cualquier modificación curricular emprendida por las instituciones que imparten estudios de nivel bachillerato, incluido el CCH de la UNAM, debe apuntar, en primera instancia, a incorporar los postulados del Artículo 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos a los planes y programas de estudio, manifiesta Hugo Aboites Aguilar, doctor en educación.
Destaca la necesidad de que la educación fomente el amor a la patria, el respeto a los derechos humanos, la solidaridad internacional, la independencia y la justicia; también, de que contribuya a combatir la ignorancia y sus efectos: las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.
Para Aboites Aguilar es claro que no sucedió así con el Documento base. Por lo tanto, el también catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana llama a las autoridades universitarias a que el proceso de actualización del plan y los programas de estudio del CCH, lejos de ceñirse a lo que marcan los organismos financieros internacionales o la RIEMS, lo haga al mandato constitucional.
El proceso de actualización curricular
Hasta el 5 de febrero pasado, el contenido del Documento base para la actualización del plan de estudios: 12 puntos a considerar no había sido aprobado por los órganos de decisión del CCH. Esto, de acuerdo con un oficio emitido por la Comisión Especial Examinadora del Documento base para la Actualización del Plan de Estudios, integrada por 22 profesores electos, cinco representantes del Consejo Técnico, un presidente y un secretario.
En el mismo escrito, disponible en la página electrónica del Colegio, la Comisión Examinadora manifiesta su consenso en torno a algunos documentos enmarcados en los puntos 2, 3, 5, 6 y 11 del Documento base: actualizar los programas de estudio; formar y actualizar a los profesores; desarrollar cursos en línea de algunas materias para apoyar, de manera optativa, los cursos ordinarios y extraordinarios, así como temas para profundizar en la formación del alumno; y cursar la lengua extranjera, inglés o francés, por 3 años.
Propone además la eliminación de los puntos 8, 9 y 12: establecer el horario continuo de las 07:00 a las 19:00 horas, en dos turnos; impartir clases de 1 hora 50 minutos de duración, e incorporar en el primer semestre la materia de estrategias para aprender a aprender.
Finalmente, la Comisión Examinadora precisa que continuará trabajando en el análisis y la revisión de los puntos restantes, que son: redefinir el papel del egresado, establecer como requisito curricular la materia de educación física, adecuar la selección de materias de tercer año y ofrecer de manera opcional recursamientos a través de cursos en línea y tutoriales con la presentación de un examen presencial.
A Luis Darío Salas Marín, profesor de la Escuela Nacional Preparatoria, no le sorprende que las autoridades e instancias a cargo de la actualización curricular vayan desechando temas de la propuesta inicial. Y es que, a decir del docente, “algunos puntos son caballos negros, distractores, para que, finalmente, ante el rechazo de la comunidad universitaria, ellos no tengan empacho en quitarlos pero para salirse con la suya en los puntos centrales que les interesan”.
Bajo esta misma lógica, Anahí Citlalli Martínez Díaz, consejera estudiantil del CCH asegura que hay puntos del Documento base que ya no están a discusión de la comunidad, como el de la impartición de la lengua extranjera por 3 años. Y es que, la directora general del CCH, Laura Lucía Muñoz Corona, habría comentado en una reunión del Consejo Técnico, que lo del idioma inglés ya no estaba a discusión, que se iba a pasar porque ya tenían las licencias para los 3 años.
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Fuente: Contralínea 338 / junio 2013