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El partido en el gobierno, Movimiento Regeneración Nacional (Morena), ganó, en términos generales, las elecciones federales pasadas. Lo hizo con un margen menor al de hace 3 años pero puede presumir una victoria clara, contundente: tendrá la mayoría simple en el Congreso de la Unión y se hizo con 11 de los 15 gobiernos estatales en disputa.

La sorpresa, para muchos, la dio la Ciudad de México, uno de sus más firmes bastiones: la oposición derechista de los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD) obtuvo el triunfo en nueve de las 16 alcaldías. Los resultados son ambivalentes, pues Morena mantuvo la mayoría de las curules en la Asamblea Legislativa. De las 33 diputaciones, obtuvo 18 en alianza con el Partido del Trabajo (PT) y una más en alianza con el propio PT y el Verde Ecologista de México. Por su parte, la alianza de la oposición electoral ganó 14. Están por computarse los resultados totales finales para calcular los diputados que llegarán al Poder Legislativo local por representación proporcional.

Al día siguiente de las elecciones, varios secretarios de gobierno de la Ciudad ya tenían en sus escritorios el diagnóstico de lo ocurrido. Desde la noche del mismo domingo electoral los analistas ya habían casi concluido sus documentos. Pudimos leer uno de ellos, encargado a uno de los organismos públicos descentralizados de la Administración Pública de la Ciudad de México.

Obviamos la campaña de desinformación, o “negra”, contra Morena echada a andar por el alto sector empresarial y los medios de comunicación consignada en el documento. Era algo con lo que debía lidiar ese movimiento, como hace 3, 6 o 9 años. Era totalmente previsible. También resultaba innegable que habría un impacto de la tragedia de la Línea 12. Y es digno de mencionarse la situación que impuso la enfermedad Covid-19. Prácticamente en todo el mundo los gobiernos en funciones salieron raspados al hacer frente a una pandemia como no se presentaba en 100 años.

Pero lo que llama la atención del análisis al que tuvimos acceso es lo que concierne al propio funcionamiento del gobierno de la Ciudad y del partido en la capital de la República. En el documento se hace referencia a “una corrupción enquistada” en las estructuras “bajas” heredadas de gobiernos anteriores y que, por incapacidad de las actuales autoridades, no han podido ser remplazadas. Por el contrario, se hizo a un lado a los cuadros políticos y operadores del partido. Especifica que hay funcionarios en “áreas estratégicas” que no sólo no comparten la ideología del nuevo gobierno, sino que operan en contra de él y defienden parcelas de poder desde las que hacen negocios.

Al parecer, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, comparte el análisis en este punto. En su conferencia de prensa matutina del jueves 10 reconoció que en las estructuras de los gobiernos ganados por Morena perviven funcionarios contrarios a su gobierno: “Hay quienes están en el movimiento y que no han entendido que estamos viviendo un momento definitorio, un momento estelar: es la transformación del país y sólo ha habido tres transformaciones: la Independencia, la Reforma, la Revolución, y esta es una transformación, y ellos siguen viendo sus intereses personales, los intereses de grupo; no alcanzan a ver más lejos, no alcanzan a entender que el poder no tiene sentido si no tiene como propósito la justicia. El poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás, todo lo otro es politiquería, es fantochería, prepotencia, ambición, individualismo”.

Incluso, profundizó el reproche: “Sí existe eso de que [algunos funcionarios] piensan que es lo mismo, que es el ‘quítate tú porque quiero yo’. Se les olvida que estamos viviendo un momento histórico de transformación, y son tan irresponsables e inconscientes que por su ambición personal son capaces de apoyar a los conservadores corruptos”.

Pero el análisis al que tuvimos acceso va más allá. La gente no salió a votar. Los operadores políticos de Morena sufrieron “parálisis” semanas anteriores al día de la elección. Con datos al 11 de junio, el Instituto Nacional Electoral (INE) reportaba que en la capital de la República habían votado 2 millones 92 mil 721 personas, de un padrón de 7 millones 674 mil 204. Es decir, no votó ni el 28 por ciento. Mientras los operadores de la alianza PAN-PRI-PRD tuvieron éxito en llevar a las urnas a su reducido electorado, los de Morena fallaron.

¿Simple exceso de confianza del partido? ¿Pecaron de soberbia? ¿Hubo fuego amigo de los contrincantes de Claudia Sheinbaum al interior de Morena? ¿Todo junto?

El documento también se refiere a conflictos sociales y de corrupción sin atender que han desmovilizado a sectores que votaban por Morena. Cita el caso del Instituto de Educación Media Superior de la Ciudad de México, en conflicto con trabajadores, maestros y estudiantes.

También señala que se “concentró la comunicación”; y “la relación con los medios” quedó en manos de personas con nula experiencia. Por ello “se dejó descubiertas y en la indefensión” a varias dependencias.

Entre otros puntos, advierte que el sector empresarial ha manifestado su desencanto porque el gobierno de la Ciudad no le paga los adeudos contraídos hace años. Si bien el problema se arrastra de administraciones anteriores, había el compromiso de que se avanzaría en los pagos.

Finalmente, señala que desde las elecciones anteriores no se consolidó un proceso para elegir a los mejores candidatos a las alcaldías. El éxito de 2018 se debió a que el arrastre de López Obrador impulsó a todo Morena. Ahora el actual presidente no estuvo en las boletas y muchos de los malos candidatos-funcionarios pretendían reelegirse.

Hasta ahí el documento. Habría que señalar el rompimiento con sectores del movimiento social y la insensibilidad para tratar asuntos como el del puente vehicular en Xochimilco, en un ecosistema altamente vulnerable.

El “argumento” fácil de que el oriente pobre votó por Morena y el poniente rico por el PAN y sus aliados no alcanza a explicar una situación mucho más compleja. En La Magdalena Contreras, por ejemplo, la zona “rica” se circunscribe a una sección del antiguo pueblo de San Jerónimo Aculco Lídice. Hay otros tres pueblos originarios vivos –de familias obreras y campesinas– y decenas de colonias populares. Lo mismo puede decirse de Tlalpan, con ocho pueblos originarios y cientos de colonias populares. Incluso, Álvaro Obregón y Cuajimalpa, con un Santa Fe “europeo” pero otro Santa Fe paupérrimo y varios pueblos originarios y colonias populares en la miseria.

Lo que ocurrió fue que, por “fuego amigo”, desencanto, así como errores y soberbia de las autoridades y el partido, el pueblo no fue a votar.

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