Las mujeres usaron el pantalón y la minifalda como provocaciones sensuales que calcaron su cuerpo y mostraron sus piernas y muslos. En su encantador libro Historia política del pantalón, Christine Bard nos cuenta la historia del pantalón femenino. Es un relato fascinante de cómo ellas, a pesar de las prohibiciones y como provocación para hacer más notorios sus encantos, se atrevieron a masculinizar su ropa hasta feminizarla y lucirla atractivamente. Y allá, por la década de 1960, la diseñadora inglesa Mary Quant presentó en Londres “unos pequeños pedazos de tela que apenas tapaban el muslo” a la que bautizó como “minifalda”. El reportero Fernando Toledo (en la sección Moda del periódico Reforma, 13 de octubre de 2012) nos informa cómo apareció la mini, lo que significó otro paso en la liberación de la mujer y su feminismo; y conquistar con el uso del pantalón lo que se inició con el derecho a votar desde 1928 (en México hasta 1954).
El célebre pensador Stuart Mill, autor de La esclavitud femenina, y Mary Shelley, autora de Frankenstein o el moderno Prometeo, lucharon fuertemente por la emancipación política femenina; el pantalón apuntaló esta lucha y enriqueció la democracia electoral (ver de W J M Mackenzie, “Elecciones”; y de Stein Rokkan, “Sistemas electorales”, en la Enciclopedia de las ciencias sociales, Aguilar Ediciones). Una de las primeras en usarlo y en desafiar las críticas fue Georg Sand, seudónimo de la novelista Amandine Aurore Lucie Dupin, y quien más se envolvió de fama por su amorío con el genio de la música, Federico Chopin.
El pantalón y la minifalda adquirieron aceptación mundial (salvo en países con religiones extremistas y dictaduras) que sobre todo lucen las adolescentes (las lolitas, como las llaman en Chile debido a la novela Lolita, de Vladimir Nabokov). Estas prendas las utilizan mujeres de todas las edades por su comodidad; al pasar de los 50 años, para robarle tiempo a su juventud…
Historia política del pantalón abarca desde antes de que en 1880, en Francia, se prohibiera vestirse como hombre, hasta que se popularizó su uso.
Entre sus capítulos están “El pantalón, como politización”; “La imposible ciudadana”; “La prohibición de vestirse como hombre”; “La utopía del pantalón”; “Vesubianas y marimachos”; “La reforma del traje en la Belle Epoque”; “Mi traje le dice al hombre: soy igual que tú”; “El pantalón de la campeona Violette Morris, la vedette”; “El irresistible ascenso del pantalón”; “La consagración del pantalón femenino”; y “Está prohibido prohibir”. Así el pantalón y la minifalda (ésta derivada del calzón de los escoceses) son seductoras, sensuales y sexuales prendas femeninas que acarrean censura de la intolerancia religiosa. Y algunos delincuentes con desviaciones sexuales justifican sus ataques de barbarie a las mujeres que las usan. La traducción es de Nuria Viver Barri. Con pantalón, bikini y minifaldas, las mujeres se bañan en la fuente de la eterna juventud. Y logran restarse años.
Ficha bibliográfica:
Autora: Christine Bard
Título: Historia política del pantalón
Editorial: Tusquets Editores, 2012
Fuente: Contralínea 311 / Noviembre de 2012