Mediante islas artificiales y presencia militar, China, Taiwán, Filipinas y Vietnam –entre otros– se disputan de facto el mar de esa región asiática. El embajador de Japón en México llama a los países involucrados a “evitar actos unilaterales”
China, Taiwán, Filipinas, Vietnam, entre otros países, mantienen un litigio abierto sobre el Mar del Sur de China acerca de sus formaciones insulares. Este litigio histórico sigue tensando las relaciones internacionales entre vecinos y actores extrarregionales. China reclama la línea de 11 puntos (eleven-dashed line) sobre el mar, mientras que la cuestión jurídica internacional sigue pendiente de resolverse con sus vecinos.
El 3 de septiembre de 2015 se celebró en Pekín, capital de la República Popular China, la 70 Conmemoración de la Derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial. No obstante, actualmente en el Mar del Sur de China las tensiones se hacen otra vez presentes por las reivindicaciones de la línea de los nueve puntos (nine-dashed line) en el Mar del Sur de China.
El documento Declaración de Conducta de las Partes en el Mar del Sur de China (DCPMSC), firmado el 4 de noviembre de 2002 en Phnom Penh, Reino de Camboya, reafirma “la voluntad [de los gobiernos de los Estados miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA) y del gobierno de la República Popular China] para consolidar y desarrollar la amistad y la cooperación existente entre los pueblos y gobiernos con vistas a promover una asociación de buena vecindad y confianza mutua orientadas al siglo XXI”.
En entrevista con Contralínea, el investigador del centro sueco Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), Mathieu Duchâtel, sostiene que “la línea de nueve puntos fue en realidad de 11 puntos que después se convirtió en una línea de nueve… Y que desde el año pasado, para ser precisos, es una línea de 10 puntos, porque China adicionó un punto atrás de Taiwán”. Según el investigador, se mantiene como una línea de nueve puntos porque integra todo el Mar del Sur de China y corresponde a la posición del Kuomintang (Partido Nacionalista Chino), retomada después por los comunistas. Existiría un problema de definición, donde no quedaría claro si esta línea “define las zonas territoriales de China o si es una línea que define la zona en el interior de la cual todas las islas son chinas”, como especifica el investigador Duchâtel.
El coordinador del Programa de Estudios de Asia Pacífico del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Ulises Granados Quiroz, afirma en entrevista con Contralínea que jurídicamente los chinos han tenido mucho cuidado de no manifestarse totalmente sobre esto. Según parece, existe un consenso entre académicos chinos de que estas líneas marcan las aguas históricas de China en el mar.
Afirma que “lo que reclama oficialmente China son todas las islas y todas las formaciones insulares que están dentro de esa frontera de estas nueve líneas entrecortadas”, lo cual implica que dicha línea represente “una frontera en el sentido estricto”.
También han procedido a la construcción de islas artificiales sobre arrecifes o terrenos temporalmente sumergidos. La construcción de infraestructura militar, puertos, pistas de aterrizaje y reclamación de terreno al mar son actualmente llevadas a cabo de forma activa por las Fuerzas Armadas chinas, aunque también por otras naciones, como Vietnam, Malasia o Filipinas, actualmente o en el pasado.
El 29 de abril 2015, el vocero de prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hong Lei, dio una conferencia a medios donde sostuvo que “algunos países de la ANSEA, como Filipinas y Vietnam, han estado llevando a cabo construcciones a gran escala en formaciones marítimas chinas de Nansha, ilegalmente tomadas por ellos. Reclamación ilegal masiva está en marcha, un aeropuerto y otras estructuras fijas están siendo construidas […]. Vietnam también ha llevado a cabo reclamación de tierra sobre 20 formaciones marítimas de las Islas Nansha de China […]. China está muy preocupada sobre esto y firmemente opuesta a las actividades ilegales antes mencionadas, urgiendo a los países involucrados de cesar inmediatamente todas las declaraciones y acciones que transgredan la soberanía, los derechos y los intereses chinos”.
La línea de nueve puntos (aunque hoy en día son de hecho 10) fue puesta en práctica desde antes del estallido de la Guerra Civil china: desde 1947 la República de China (hoy reducido de facto a la isla de Formosa) era la titular de controlar todo un espacio marítimo que era representado por el entonces Kuomintang de Chiang Kai-Shek, como la línea de nueve puntos, derivada a su vez de la línea de 11 puntos (eleven-dashed line).
El maestro en estudios de Asia y África por El Colegio de México, Ulises Granados, afirma que “[los chinos] oficialmente reconocen [que] todas las formaciones insulares que están dentro de [la línea de nueve puntos] son territorio inalienable de China”. Esta área que comprende la gran mayoría de las islas del Mar del Sur de China fue primero desechada por el gobierno comunista chino, hasta su adopción tardía, como copia carbón de la demanda de Taiwán.
Taiwán recientemente publicó la Declaración de la Iniciativa de Paz del Mar del Sur de China del 26 de mayo de 2015. Cita así: “[El] gobierno de la República de China [Taiwán] reitera que tanto desde la perspectiva de la historia, geografía o ley internacional, las islas Nansha [Spratly], Shisha [Paracelso], las islas Chungsha [Macclesfield Bank] y las islas Tungsha [Pratas], así como sus aguas circundantes, son parte inherente del territorio y de las aguas de la República de China. La República de China goza de todos sus derechos sobre ellas de acuerdo con la ley internacional. Esto es indiscutible”.
Vietnam, Filipinas, Brunéi, Indonesia y Malasia, por su lado, reclaman su parte correspondiente de mar territorial y de zona económica exclusiva, dentro de los términos de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho de la Mar (UNCLOS, por su sigla en inglés) de 1982. Ulises Granados agrega que al menos desde 1982 hasta la fecha todos los países que reclaman espacio marítimo en varias partes, incluyendo el Mar del Sur de China, se sostienen en la Organización de las Naciones Unidas y la Tercera Conferencia sobre el Derecho del Mar, “que les otorga espacio marítimo de 12 millas náuticas de mar territorial y otras 12 de zona contigua y hasta 200 millas náuticas de Zona Económica Exclusiva.”
En paralelo de sus respectivas reivindicaciones nacionales, todos los países son signatarios de la Declaración de Conducta de 2002, que estableció un statu quo interino, en el marco de las pláticas entre la ANSEA con China. No obstante que Filipinas haya iniciado una demanda legal contra la República Popular China por la ocupación militar de Scarborough Shoal, que es reclamada en el marco del Mar del Este de Filipinas y que hoy día está administrado por Pekín y ya no por Manila. La profesora en derecho de la Universidad Anáhuac México Norte, Catherine Prati, afirma que “cuando tenemos ese tipo de costas cerradas donde hay muchísimas fronteras que coinciden en un arco reducido, siempre, en cualquier parte del mundo, vamos a tener problemas para determinar qué proporciones de qué espacios marítimos le corresponde a cada país”.
Esto es de primer orden en una vasta zona marítima rica en recursos energéticos y paso de una importante parte del comercio marítimo y aéreo internacional. Al respecto, el ministro de Relaciones Exteriores de Filipinas, Albert Ferreros del Rosario, declaró en el marco de la 10 Cumbre Asia-Europa, el 17 de octubre de 2014, que “Filipinas sostiene que el estado de derecho tiene que ser un firme fundamento para la resolución de litigios y para países que no son tan fuertes como otros”.
El director de la Unidad del SIPRI en China, el doctor Duchâtel, sostiene en entrevista que los chinos han consolidado su presencia desde 2014 construyendo varias islas artificiales y teniendo una presencia mucho más importante por parte de sus guardacostas, incluso con la Marina, reforzando la administración china sobre las islas. “En realidad su política es pretender que China ya administra esta zona, y está de hecho consolidando su administración”. La reciente decisión de tener una administración –de facto– de China desde la ciudad de Sansha sobre la isla de Woody (Yongxing) pretende consolidar en la práctica la administración sobre ese territorio.
Sin embargo Taiwán, por su lado, tiene presencia en el islote de Taiping (Itu Tabo), y con un también fuerte contingente militar colabora en esta línea enteramente con Pekín, en la medida que este último lo considera nada menos que parte de su territorio nacional, aunque en la práctica sean dos administración separadas. Esta colaboración tácita, que viene a fortalecer indirectamente la posición de la República Popular China, es una estrategia más para ir marcando el terreno con hechos consumados, faits accomplis, que fueran ventajosos a sus intereses.
Sin embargo, la alianza de Estados Unidos también se ha intensificado con Taiwán, Vietnam y Filipinas, países que cuentan con el respaldo político, si no militar, de la fuerza extracontinental, desde Okinawa, Japón, y antiguamente Clark y Subic Bay, Filipinas.
Las Islas Spratly
Las Islas Spratly son un grupo de islas y arrecifes que son objeto de reclamación yuxtapuesta entre varias naciones, que compiten por el control y la explotación de islas naturales como artificiales y que hoy diseminan la zona, no sólo por parte de la China comunista, sino de la misma Taiwán, Malasia o Vietnam. La creación de colonias temporales en los territorios viene como argumento útil a la hora de presentar el caso de la reclamación en curso, dado que se tiene presencia humana.
No obstante, son una minoría estas islas artificiales, consideradas islas según el derecho del mar internacional, puesto que son una creación ex nihilo desde arrecifes semisumergidos, que hoy son presentados en los hechos como “islas”.
Según el doctor Ulises Granados, desde el punto de vista de la ley internacional, una isla “tiene que ser humanamente habitable de forma natural […] que sea sustentable la vida, que sea una formación natural y que sea apta para que habiten personas ahí”. La construcción en algunas islas y arrecifes administrados por los chinos, como el arrecife Mischief o Fiery Cross –que están siendo convertidos en bases y aeropuertos militares– o la alteración de los arrecifes naturales mediante el relleno de arena y conchas, sin embargo, no constituye una base para reclamar un potencial mar territorial ni zona económica.
Las Islas Spratly tienen en realidad pocas islas en términos legales, dentro de las que Taiwán controla la más importante: la isla Taiping (Itu Aba), como indica el doctor Duchâtel en entrevista. La gran parte de las demás formaciones son arrecifes, difícilmente habitables, aunque sin lugar a duda fueron usadas por pescadores en la historia pasada, tanto de Vietnam como de China, sin que ello establezca derechos sobre las mismas.
El arrecife de Scarborough Shoal en litigio con Filipinas es la punta de lanza actualmente de la presencia militar china. Según el investigador principal en Pekín del Instituto Internacional de las Investigaciones de la Paz de Estocolmo, el académico francés Mathieu Duchâtel, China ha estado ocupando un arrecife que estuvo controlado anteriormente por las Filipinas. Su dominio y la exclusión de los pescadores filipinos de estas aguas y la prohibición de la entrada de navíos filipinos son hoy en día el punto de discordia entre ambas naciones.
Estas mismas islas son el objeto en sí de la demanda legal promovida frente a la Corte de Arbitraje de la Haya, donde China se ha negado a participar, basado en la no conformidad de lo estipulado por el Código de Buena Conducta firmado el decenio pasado. En entrevista concedida a Bloomberg el 30 de mayo de 2014, el primer ministro vietnamita, Nguyen Tan Dung, afirmó que “Vietnam recurrirá a todas las medidas pacíficas para defender su sagrada soberanía sobre sus aguas marítimas y sus islas. Tenemos preparados todos los fundamentos y expedientes legales”.
El debate internacional sobre el estatus de las islas frente a las rocas o arrecifes está abierto. En entrevista con Contralínea, el diplomático mexicano y economista Jorge Eduardo Navarrete sostiene que la construcción de nuevos territorios sobre arrecifes, como el hecho de convertirlos en territorios más amplios, no crea derechos adicionales, “no establece nuevas líneas base para la medición del mar territorial o el mar patrimonial”. Por ende, estamos frente un problema jurídico internacional.
Las Islas Paracelso, que son reclamadas por Vietnam, fueron tomadas manu militari por China en 1974. El coordinador del Centro de Estudios de Asia y Pacífico, Ulises Granados, sostiene que el conflicto de las Paracelso existe y es un problema latente.
En 1945, cuando se rindió Japón, se retiraron de esta región y las tropas chinas llegaron a una parte de las islas Paracelso, mientras los franceses, mediante un pequeño contingente, capturaron una parte de dichas Islas. Concluye Granados Quiroz que “[en 1974] cuando en medio del fin de la segunda guerra de Vietnam, China encontró la posibilidad de desplazar a Vietnam de este archipiélago”, mientras que Vietnam del Norte y del Sur estaban en pleno enfrentamiento bélico. Por lo tanto, al ser zona en litigio y a la vez el centro de la administración china fáctica de Nansha, tiene un importante contingente militar que vela por mantener el control sobre ellas, basado en la ciudad de Sansha.
Para el investigador del CIDE, Eugenio Anguiano, la presencia de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en zonas de estas aguas es antigua, al ser que la geopolítica de Asia oriental la determina Estados Unidos en general con su presencia directa desde que terminó la Segunda Guerra Mundial.
“Estados Unidos tenía un cordón sanitario con armas estratégicas contra los comunistas, a la vez que hicieron tratados militares con Filipinas y con Tailandia. Con la presencia de bases militares y flotas que circundan la zona del Sudeste asiático, regularmente su peso desde entonces ha sido una constante”. Agrega el embajador Anguiano Roch que “[Estados Unidos] sigue en Okinawa [y] sigue teniendo en Corea del Sur 25 mil soldados”.
El libre tránsito de navíos por una zona de importante actividad económica, donde existe mucha piratería y contrabando, es un verdadero problema, más allá de lo político.
En entrevista con Contralínea, el investigador y diplomático mexicano Eugenio Anguiano Roch afirma que “la cuestión clave para los chinos no son tanto las materias primas sino el paso marítimo. China, cuando empieza a convertirse en un importador de materias primas, y desde luego de petróleo, tienen la misma vulnerabilidad que tuvo Japón en cuanto a una posible suspensión de las rutas de abastecimiento”. Agrega que China está ahora desarrollando también una Marina Armada, y “se quiere convertir en potencia de las aguas azules, es decir, tener la capacidad que tiene Estados Unidos”.
La construcción de islas artificiales y la administración de facto
La existencia en las Islas Spartly de islotes y arrecifes supone que no todas las tierras ahí son consideradas islas, ni mucho menos habitables por el ser humano. Para definir un asentamiento en este sentido hay tres criterios relevantes: las condiciones aptas para la vida, la presencia de actividad humana (económica, social, etcétera) y la forma de autoabastecerse de los víveres de forma razonable sobre tierra emergida de forma natural, explica el doctor Duchâtel. Tan sólo pocos islotes pueden calificar, según el derecho internacional, para ser considerados islas, y por ende adjudicarse mar territorial y zona económica exclusiva.
En entrevista con Contralínea, el embajador japonés Akira Yamada afirma que China está llevando a cabo “obras de gran escala para ganar el mar en las Islas Spratly del Mar de China Meridional”. Además dice que el gobierno de Japón está observando la situación en el Mar de China Meridional y expresa su preocupación ante la posibilidad de que cambie el statu quo con medidas como la reclamación de tierra al mar en las islas y formaciones marítimas. Concluye que “todos los países deben evitar actos unilaterales que eleven las tensiones y deben actuar bajo el principio de la supremacía de la ley”.
No obstante el acuerdo de buena conducta firmado por China, ésta no se ve en la realidad, en la medida que el crecimiento de arrecifes en el área hasta convertirse en islas artificiales se ha convertido en uno de los modus operandi de Pekín para cimentar su presencia y legitimar su demanda de mar territorial y zona económica exclusiva.
El doctor Duchâtel afirma que, en este sentido, el arrecife de Mischief constituye un ejemplo útil del desarrollo que no solamente China lleva a cabo en la región, a pesar de que el derecho internacional haga caso omiso de toda reclamación hecha sobre tierra reclamada al mar. El arrecife de Fiery Cross, por su lado, está siendo exetendido, con vistas de albergar una pista de aterrizaje y una base militar por parte de China. Sin embargo, la isla Swallow, administrada por Malasia, también está equipada de tales atributos.
La presencia de múltiples naciones en partes de las Spratly es y permanece basado en presencia de facto, a menudo reclamadas por las demás naciones riberanas: Vietnam, Malasia, Filipinas, Taiwán o la misma República Popular China. Es por ello que difícilmente se puede considerar que ambas tengan verdaderas diferencias entre sus reclamaciones. Estaríamos hablando de “una cuestión de derecho internacional”, según el investigador Duchâtel. No obstante que Taiwán ocupe la principal de las islas de las Spratly, Itu Aba, de las pocas que son “islas”, además de contar con manantiales de agua propios y una “cierta” actividad económica y comercial, es sin duda la punta de lanza de la presencia taiwanesa en esta zona.
Análogamente, Jorge Eduardo Navarrete López, investigador del Centro de Estudios China-México (Cechimex) de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, afirma en entrevista con Contralínea que una serie de cuestiones pendientes de delimitación marítima entre estado soberanos, “que pueden manejarse bilateralmente como prefiere China o que pueden manejarse en un entorno multilateral y lo que facilitaría que China aceptara un entorno multilateral, es que se excluyera a cualquier país no ribereño o que no corresponda directamente al litoral”.
Es China la que no desea una solución global, sino una solución bilateral con cada cual. Catherine Prati Rousselet agrega que los actores estatales de esta región sí están dispuestos a llegar a un acuerdo pacífico negociado, pero nadie va abandonar sus reivindicaciones respectivas que estiman ser su derecho. “Finalmente la solución va tener que ser jurídica”, indica la maestra en derecho público. A falta de ello al menos se podrá aspirar a proyectos en común de exploración y explotación en zonas de litigio, por mientras.
Para la realización de este trabajo se solicitó entrevista con el director general de la Oficina Económica y Cultural de Taipéi (Embajada de Taiwán) ante México, Carlos Liao, mediante el encargado de la División Cultural, Jesús Hernández. Se mantuvo el contacto, sin embargo no se concretó la entrevista hasta el cierre de edición. Asimismo se solicitó entrevista con el embajador de la República Popular China ante México, Qiu Xiaoqi. El agregado de Prensa de la Embajada de China, Hu Min, comunicó por correo que el embajador, Qiu Xiaoqi, no tenía disponibilidad de agenda para una entrevista.
El caso de las islas Diaoyu-Diayotai-Senkaku
El conjunto de islas de Diaoyu, Diaoyutai y Senkaku (DDS) es un archipiélago reclamado por China y administrado por Japón desde la firma de Tratado de Shimonoseki, de 1894, que significó la derrota de China y la pérdida territorial importante, al ceder, en el artículo 2, fracción b, “la isla de Formosa [actualmente Taiwán], junto con todas las islas pertenecientes a la susodicha isla de Formosa”. En este sentido, las islas son dependientes de la provincia de Taiwán, aunque no esté mencionado explícitamente en el texto.
Estados Unidos ocupó la zona desde 1945 y la administró como un fideicomiso (trusteeship) hasta nuevo orden, que no le fue “devuelto” además de las zonas mencionadas a China después de la ocupación japonesa, sino que pasaron a manos de los nipones directamente, quedando las islas Senkaku-Diaoyutai fuera de este acuerdo, y bajo administración directa de Estados Unidos, hasta su posterior restitución a Japón en 1972.
Por lo tanto, Japón en su postura considera desde ese tratado las islas parte inherente de su territorio. El embajador de Japón ante México, Akira Yamada, declara en entrevista con Contralínea que las Islas Senkaku son “claramente una parte inherente del territorio de Japón, a la luz de los hechos históricos y de acuerdo con el derecho internacional. De hecho, las Islas Senkaku están bajo el control válido de Japón. Por lo anterior, no existe ningún conflicto de soberanía territorial por resolver con respecto a las islas Senkaku”.
Por su lado, el vocero de prensa del ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China, Hong Lei, declaró el pasado 29 de abril que “Diaoyu Dao ha sido parte inherente de China desde la antigüedad. Este hecho no será cambiado sin importar lo que otros digan o hagan. El gobierno y el pueblo chino está resuelto en sostener la soberanía nacional y la integridad territorial. Urgimos a Estados Unidos de adoptar una actitud responsable, de honrar su compromiso de no tomar parte en el asunto de la soberanía territorial, de dejar de mandar señales equivocadas y de hacer esfuerzos constructivos para la paz regional y la estabilidad”.
Los roces diplomáticos desde 2012 en adelante culminaron con el Acuerdo de Cuatro Puntos, firmado entre el consejero de Estado chino, Yang Jiechi, y el consejero de Seguridad Nacional japonés, Shotaro Yachi, en Pekín, el 7 de noviembre de 2014, donde las dos partes, en el contexto de la Cumbre de la Cooperación Económica Asia-Pacífico, se pusieron de acuerdo en lo siguiente:
- Las dos partes afirman reiterar los principios del Comunicado Conjunto China-Japón de 1972 para la resolución del conflicto.
- Las dos partes llegaron a acuerdos mínimos de proseguir la resolución de los obstáculos en sus relaciones bilaterales.
- Ambas partes “reconocen” las posiciones divergentes mutuamente en el Mar Oriental de China, estableciendo líneas de comunicación entre ambos países y estableciendo consultas mutuas en caso de escalarse la tensión.
- Las partes se ponen de acuerdo en restablecer gradualmente el diálogo diplomático, político y de seguridad por canales multilaterales y bilaterales en pos de construir una confianza mutua.
El 27 de abril de 2015, en el marco de la gira por Estados Unidos, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, firmó con el secretario de Defensa estadunidense, Ashton Carter, un nuevo acuerdo militar japonés-estadunidense, en vistas de “asegurar la paz y la seguridad de Japón bajo cualquier circunstancia […] así como promover una región Asia-Pacífico estable, pacífica y próspera”. Entre otras cosas prevé “respuestas bilaterales perfectas, robustas, flexibles y efectivas” entre ambas naciones. En sus premisas básicas y principios, afirma en el artículo B) que “todas las acciones y actividades emprendidas por Japón y Estados Unidos bajo estas directrices serán acordes con la ley internacional [y con] las disposiciones relativas a la resolución pacífica de litigios e igualdad soberana de los estados”.
Finalmente, el embajador Yamada sostiene que “China continúa sus intentos para cambiar el statu quo unilateralmente. Las actividades por parte de China en las aguas y el espacio aéreo del Mar de China Oriental siguen siendo activas, en las cuales se incluye la intrusión de buques propietarios del gobierno de China en las aguas territoriales, por lo que Japón seguirá actuando con calma y firmeza”. Mientras que Japón ha sido el administrador del archipiélago desde su devolución por parte de Estados Unidos, China sigue reclamando el archipiélago.
Axel Plasa, @axel_contra
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN] [SECCIÓN: LÍNEA GLOBAL]
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Contralínea 460 / del 26 de Octubre al 01 de Noviembre 2015