Barack Obama, Hillary Clinton y Donald Trump coinciden en algo: para Estados Unidos, la hegemonía mundial es una nesecidad. En los últimos años, las aventuras bélicas en Afganistán e Irak costaron a los contribuyentes estadunidenses más de 6 billones de dólares
Roberto García Hernández*/Prensa Latina
La Habana, Cuba. El reciente discurso del presidente Barack Obama en Naciones Unidas, así como las declaraciones de la candidata demócrata Hillary Clinton y su rival republicano, Donald Trump, coinciden en un punto: la “necesidad” de la hegemonía mundial de Estados Unidos.
A pesar de algunas diferencias tácticas y matices propios de la campaña electoral, ninguno de los tres sorprende al mundo al ratificar las aspiraciones de dominación de Washington.
Clinton y Trump compiten desde hace varias semanas por mostrar a los electores sus proyecciones en estos asuntos, e intentan convencer a los ciudadanos -sin mucho éxito de acuerdo con opiniones de expertos- sus respectivas capacidades para poner en práctica estos objetivos de política exterior.
A su manera, la exsecretaria de Estado pretende limpiar su imagen de ‘halcón’, y quiere a toda costa mantener la supremacía norteamericana, jura que si llega a la Casa Blanca utilizará la fuerza sólo como último recurso.
Por su parte, Trump critica con vehemencia la situación actual por la que atraviesan las fuerzas armadas y propone cambios profundos en esa institución.
Pero el Comité para un Presupuesto Federal Responsable -organización no partidista- asegura en un estudio reciente que los cambios que anuncia el empresario neoyorquino pudieran costar a los contribuyentes más de 450 mil millones de dólares en la próxima década, recursos que nadie sabe de dónde saldrán.
The Wall Street Journal pide un policía mundial
El mismo día de la intervención de Obama en la ONU, el diario The Wall Street Journal aseguró en un artículo firmado por Anders F. Rasmussen, que “Estados Unidos debe ser el policía mundial”, pues es el único país que tiene “la grandeza material y moral para lograr la paz y detener la marcha hacia el caos”.
Según Rasmussen, “el mundo necesita ese tipo de guardián si queremos que la libertad y la prosperidad prevalezcan sobre las fuerzas de la opresión”, y sólo la nación norteña tiene posibilidades de hacerlo.
Al darle un toque electorero a su artículo, el autor, que fue secretario general de la OTAN, criticó la supuesta falta de liderazgo de Obama en este tema, y agregó que la Casa Blanca necesita de forma desesperada un presidente que sea capaz de “liderar el mundo libre”.
El Pentágono pide más dinero
El secretario de Defensa, Ashton Carter, y el presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, general Joseph Dunford, insistieron ante el Congreso que los servicios armados estadounidenses necesitan una inyección urgente de mayores recursos para estar en capacidad de cumplir sus funciones en ultramar.
Cada uno de los jefes de los comandos regionales que atienden diferentes áreas geográficas, se esforzaron en dibujar en el Capitolio una situación poco menos que desastrosa sobre el impacto que tuvieron en los últimos años los recortes presupuestarios al estamento castrense, conocidos como secuestros de fondos.
La solicitud de recursos del Pentágono para el año fiscal 2017, que comienza el 1 de octubre, supera los 600 mil millones de dólares, cifra que es muy superior a lo que en conjunto dedican los 10 países con mayores erogaciones en esta esfera.
Afganistán, Iraq y otros compromisos
En los últimos años las aventuras bélicas en Afganistán e Iraq, por solo mencionar dos ejemplos, costaron a los contribuyentes norteamericanos más de 6 billones (millones de millones) de dólares.
Estas contiendas a largo plazo fueron iniciadas y dirigidas por el presidente George W. Bush en sus dos mandatos (2001-2009), las continuó Obama en los dos términos (2009-2017) y sin duda este último pasará la responsabilidad al gobernante que resulte electo en los comicios de noviembre.
Por otra parte, la campaña contra el Estado Islámico en Siria e Iraq obligó a Washington a erogar desde agosto de 2014 a la fecha alrededor de 9 mil millones de dólares.
También para garantizar sus ambiciones de “policía global”, Washington no sólo invierte grandes recursos en sus propias fuerzas armadas y organismos de seguridad, también lo hace en instituciones similares de sus aliados más cercanos.
Tal es el caso de Israel, país con el que firmó un acuerdo el 14 de septiembre pasado, mediante el cual le otorga 38 mil millones de dólares en una década a partir de 2019, el monto más grande que la Casa Blanca suministra a otra nación en la historia norteamericana.
Indisciplina financiera
Estos y otros gastos sin precedentes tienen lugar en medio de una verdadera “indisciplina financiera” en las fuerzas armadas estadounidenses.
Al respecto, un artículo del diario The Hill, señala que el Departamento de Defensa no recibió auditorías serias durante los recientes años, a pesar de que tiene un presupuesto gigante y al mismo tiempo padece de irregularidades de igual magnitud que los recursos que recibe.
Según la publicación, la política exterior de Estados Unidos se estancó al realizar intervenciones militares caras y contraproducentes en ultramar, sin conexión con los intereses del país.
Señaló además que el mando militar norteamericano gasta dinero en equipos innecesarios, armamentos que no funcionan e instalaciones que no se utilizan.
La Oficina del Inspector General del Pentágono reveló que el Ejército hizo reajustes de miles de millones de dólares en sus sistemas contables en 2015, en un intento de equilibrar sus finanzas y corregir errores significativos en el control de gastos.
A pesar de estas y otras deficiencias sobre el quehacer financiero de las instituciones castrenses norteamericanas, los especialistas aseguran que el país cuenta con recursos necesarios para garantizar sus ambiciones hegemónicas.
No se trata de la voluntad de uno u otro político ni institución, sino de un objetivo consagrado en los principales documentos programáticos del gobierno federal.
Así lo expresa la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN), al constatar que cualquier política exitosa para “llevar adelante nuestros intereses, debe partir de una verdad innegable: Estados Unidos debe ser el líder global”.
Según el texto, “resulta esencial un liderazgo fuerte y sostenido para lograr un orden internacional basado en determinadas reglas y que promueva la seguridad y prosperidad globales”.
La Estrategia Militar Nacional, elaborada por la jefatura del Pentágono, resalta la necesidad de una fuerte presencia de las fuerzas armadas norteamericanas en la arena internacional.
El documento reconoce que la situación actual es la más inestable en los últimos 40 años, y desde 2011 el desorden global tiende a crecer, razón por la cual los militares estadounidenses necesitan mantenerse como los mejor equipados y dirigidos en el mundo.
Las erogaciones de la Casa Blanca en la esfera de la “defensa” y sus intenciones por incrementar la presencia militar y económica en Asia Pacífico, demuestran que Obama no renunció a una de las características esenciales de la política exterior y de seguridad de Estados Unidos: su papel como policía mundial.
A pesar de las dificultades y escollos que enfrentan estas ambiciones de Washington en el exterior, no es allí donde están sus vulnerabilidades.
Un estudio reciente de la Corporación Rand, institución conservadora que realiza estudios para el Pentágono y otras agencias federales, determinó que la nación norteña está mejor organizada y equipada que nunca para enfrentar éstas y otras amenazas.
Sin embargo, a juicio de los investigadores, en la actualidad la mayor vulnerabilidad de Estados Unidos radica en su propia sociedad “atemorizada, enfadada y dividida” y en los mecanismos de poder que allí existen.
En esta coyuntura, estiman expertos, muchos de los recursos que ese país dedica a mantener y reforzar su presencia militar en el resto del mundo, debería dedicarlos a enfrentar situaciones difíciles en el plano doméstico.
Entre otros, los expertos mencionan la epidemia de violencia que aplasta a la sociedad norteamericana, la brutalidad policial y los altos niveles de pobreza que persisten en sectores más vulnerables de la nación norteña.
Roberto García Hernández*/Prensa Latina
*Jefe de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.
[BLOQUE: ANÁLISIS][SECCIÓN: INTERNACIONAL]
Contralínea 509 / del 10 al 15 de Octubre 2016