El activismo cibernético podría iniciar un inédito movimiento masivo de protestas. Paradójicamente, las acciones gubernamentales tendientes a ejercer control sobre los usuarios de internet han hecho que cada vez más cibernautas cobren conciencia de sus derechos. Un primer ensayo detonó el 11 de febrero pasado: decenas de miles iniciaron una protesta por el espionaje que la estadunidense NSA ejerce sobre gobiernos y ciudadanos de todo el mundo
Yolaidy Martínez/Prensa Latina
La frase the day we fight back (el día en que nos defendemos) dio nombre el 11 de febrero pasado a una protesta global en internet contra el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por su sigla en inglés) de Estados Unidos y sus aliados.
Convocada por varios grupos civiles e informáticos como Mozilla, Thumbr y BoingBoing, la iniciativa fue la respuesta lógica de la comunidad internacional a las continuas revelaciones sobre la intromisión de esos servicios secretos en la correspondencia privada de los cibernautas.
Más de 450 mil personas, organizaciones sociales, políticas y defensoras de derechos humanos, así como legisladores, firmas tecnológicas, compañías y universidades de todos los continentes se sumaron a la campaña y saturaron la red con disímiles acciones de rechazo a esas prácticas.
Los participantes exigieron el fin del espionaje masivo de la NSA a las telecomunicaciones cibernéticas y telefónicas mediante vínculos habilitados en sus portales, la circulación de peticiones y la publicación de mensajes, carteles y comentarios alusivos al tema en redes sociales como Facebook y Twitter.
Además firmaron los 13 Principios Internacionales sobre la Aplicación de los Derechos Humanos a la Vigilancia de las Comunicaciones, los cuales fueron establecidos en 2013 con el fin de preservar las garantías fundamentales de los individuos en la era digital.
A la par de la cita virtual, países como Reino Unido, India, Canadá, Sudáfrica, Colombia, Uganda, Serbia, Filipinas, Puerto Rico, Dinamarca, Australia, Brasil, Irlanda, Alemania y Estados Unidos, entre otros, también desarrollaron diversas actividades públicas para llamar la atención sobre el tema.
En esas naciones se proyectaron audiovisuales, hubo conversatorios y marchas que denunciaron la magnitud del modelo poco ético de vigilancia desarrollado por Washington y sus socios de la red Cinco Ojos, integrado también por Australia, Reino Unido, Nueva Zelanda y Canadá.
Precisamente una de las acciones más destacadas de la protesta mundial fue el lanzamiento, en Canadá, de la Coalición Proteger Nuestra Privacidad, con al menos 50 agrupaciones políticas, firmas tecnológicas, académicos, expertos en informática y ciudadanos comunes.
Esa alianza surgió ante la divulgación de operaciones secretas de monitoreo desarrolladas en suelo canadiense y contra su propia población.
Documentos filtrados por Edward Snowden –excontratista de la NSA y quien desnudó el complejo andamiaje de esa Agencia– revelaron la complicidad del Centro de Seguridad en las Telecomunicaciones (CSE, por su sigla en inglés) canadiense con la inteligencia estadunidense para vigilar a pasajeros en los aeropuertos nacionales.
Según esos textos, dicha entidad realizó una prueba de búsqueda de información de viajeros que transitaron por aeropuertos del país y se conectaron a sistemas wi-fi, lo cual permitió su seguimiento durante varios días. Entre los espiados estaban quienes se trasladaban a otras terminales aéreas y de transporte terrestre, hoteles, cafés, restaurantes, bibliotecas y otros lugares con acceso inalámbrico público a internet.
La coalición canadiense se moviliza para demandar un mayor control del Estado sobre la CSE, la reducción de su presupuesto de 4 mil millones de dólares y la ejecución de medidas de protección a la privacidad online.
Con ese propósito publicó una petición en el sitio OpenMedia, en la cual asevera que la población necesita más que nunca “políticas fuertes, transparentes y aplicadas apropiadamente para asegurar los derechos de privacidad”.
“Exijamos todos al gobierno adoptar disposiciones legales efectivas que protejan a cada residente de Canadá contra la intromisión de entidades estatales”, concluye el texto, rubricado por al menos 28 mil 330 personas y remitido a los ministros de Justicia, Peter MacKay, y de Defensa, Rob Nicholson.
Los primeros detalles sobre el espionaje de la NSA salieron a la luz en el verano pasado, cuando Snowden proporcionó a los diarios The Guardian (británico) y The Washington Post (estadunidense) 20 mil documentos secretos sobre sus sistemas intrusivos de vigilancia.
Uno de esos softwares se denomina Prism y permite a la Agencia recabar audios, videos, fotografías, correos electrónicos, documentos, conversaciones y conexiones en internet de millones de personas, empresas y gobiernos de al menos 35 países bajo el pretexto de prevenir acciones terroristas.
Para conseguir los datos privados, la NSA infiltrósatélites, líneas telefónicas y cables de fibra óptica, pero también tuvo libre acceso a grandes servidores de las firmas informáticas Facebook, Hotmail, Yahoo, Google, Skype, Paltalk, Aol, Youtube y Gmail, todas con un alto número de usuarios a escala global.
Todos los registros obtenidos los compartió con sus cómplices de la red Cinco Ojos.
El escándalo se convirtió en el peor desafío de la Presidencia de Barack Obama, a quien le tocó dar la cara ante un Congreso irritado y aliados tradicionales como Alemania, México, España y Reino Unido, cuyos gobernantes también fueron blanco del seguimiento de la NSA.
En un intento por aplacar la polémica, el gobernante demócrata ordenó la revisión de los sistemas de vigilancia de la Agencia y admitió la necesidad de limitar la capacidad de recopilación y el uso de los datos de inteligencia en internet.
Pero las filtraciones de Snowden pusieron a la comunidad internacional en alerta y, como consecuencia, sembraron la desconfianza global en productos y servicios tecnológicos con la etiqueta “hecho en Estados Unidos” (made in USA).
El joven Snowden, refugiado ahora en Rusia, pasará a la historia por hacer pública la mayor cantidad de datos confidenciales de Estados Unidos y desenmascarar a la NSA, considerada la agencia más opaca porque trabaja hace décadas bajo un secretismo extremo.
Gracias al informático, el mundo corroboró que se trata de una de las principales entidades de espionaje de la Tierra, posee el mayor complejo de análisis de información digital y es capaz de desencriptar las comunicaciones con una privacidad teóricamente garantizada por las compañías comerciales.
Expertos ya auguran que Snowden inspiró a muchas personas para, en un futuro, denunciar más violaciones gubernamentales.