A unos días de que arranque la nueva administración en el Instituto Nacional Electoral, renunció el secretario ejecutivo Edmundo Jacobo Molina. En conferencia, afirmó que no deja anomalías en el manejo del multimillonario presupuesto y que se encuentra tranquilo ante las futuras auditorías, pues en los más de 14 años en el organismo autónomo su actividad fue técnica y no política. No obstante, sugirió al actual auditor del organismo autónomo, Jesús George Zamora, basar sus investigaciones internas en un papel técnico y no político.
Con una controversia constitucional en curso ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el aún funcionario aseguró que su decisión de salir del INE no se da por temor a quien llegue a la Presidencia del Consejo General. Según él, por eso mismo presentó su renuncia antes de que se conozca quién asumirá ese cargo y si simpatiza o no con el llamado Plan B de la reforma electoral.
Jacobo Molina, quien fue restituido en su cargo por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, expuso que presentó este 28 de marzo su renuncia a la presidencia del Consejo General, y que ésta es de carácter irrevocable, con efectos a partir del próximo 3 de abril. Según su versión, “esta separación de actividades es clave porque permite una continua revisión y examen del trabajo electoral.”
Afirmó que desde que asumió el cargo diseñó una Secretaría Ejecutiva discreta, con bajo protagonismo público “para aislar la operación institucional del trajín propio de las contiendas entre las distintas fuerzas partidistas”. En ese contexto, el secretario ejecutivo del INE arremetió contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien acusó de haber mentido cuando afirmó que Jacobo Molina lleva tres décadas en el cargo, cuando sólo lleva poco más de 14 años. Y dijo que no se aferra al cargo.
“El diseño institucional que procuramos durante tantos años, así como el equilibrio que con el mismo siempre se ejecutó, fue roto en los últimos meses por algunos actores políticos que, en el más reciente debate sobre la reforma electoral, hicieron de la operación técnica, necesariamente imparcial, parte del debate político”, acusó.
Edmundo Jacobo sostuvo que la notoriedad que sin buscarla adquirió, luego de su cese como Secretario Ejecutivo por el llamado Plan B de la reforma electoral, así como la presentación y resolución del amparo interpuesto por su persona, “constituye un impedimento, desde mi punto de vista, para continuar desempeñando con discreción y eficacia las actividades propias de la Secretaría Ejecutiva. Por ello, estoy convencido que, conforme a la ética de la responsabilidad, es el momento de retirarme”.
Asimismo, consideró que los litigios contra la reforma electoral los presentó porque así le fue ordenado por el Consejo General, pero también porque él mismo tiene la convicción de que se trata de una norma inconstitucional que indebidamente lo cesaba. “Nunca tuvieron como finalidad la consecución de un beneficio personal”. Para él, lo que se buscaba era conservar del estado de derecho y que se respeten las competencias conferidas por la Constitución a los órganos primarios del Estado.
“He cumplido un ciclo en la Secretaría Ejecutiva del Instituto para servir al INE y a la democracia mexicana, lo que concibo no como un trabajo, sino como una causa. Es tiempo de quien sea designada o insaculada para presidir esta institución proponga a sus pares una persona que acometa con diligencia y rectitud las tareas de la Secretaría Ejecutiva”, mencionó, y agradeció a las consejeras y los consejeros electorales –en especial a su jefe, Lorenzo Córdova–, así como a la sociedad que lo acompañó en su trayecto como Secretario Ejecutivo a lo largo de poco más de 14 años. “Con mi renuncia, respondo a las y los mexicanos que me han respaldado que estoy con ustedes, que soy uno más entre millones dispuesto a defender la democracia y la construcción de una sociedad más justa y equitativa”.
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