Síguenos en redes

La “Primavera Europea” continúa

La “Primavera Europea” continúa

Ni aplicando una de las más feroces represiones policiales, la actitud fascista del presidente francés Emmanuel Macron ha logrado desactivar la bomba social generada por su impositiva reforma a las pensiones, cuya onda expansiva está impactando a países como Alemania, Portugal y España, no descartándose que sus efectos lleguen a sentirse en países de América Latina y el Caribe, donde los banqueros han hecho del ahorro de millones de trabajadores un rentable negocio en perjuicio de pensiones que les garanticen una vejez digna.

Integrantes de los diversos sectores económicos, al lado de estudiantes y pueblo en general, han salido a las calles de todas las ciudades de Francia a movilizarse en contra de la reforma de Macron que pretende incrementar la edad de jubilación y el monto que deberán pagar como siempre, los que menos tienen.

Contra lo que pensaba el derechista, lejos de aminorar, el descontento va en aumento, no obstante los más de mil 500 detenidos e infinidad de heridos a consecuencia del uso de granadas antidisturbios empleadas de manera ilegal por la gendarmería. El pueblo francés no se intimida y, por el contrario, cada día crecen el número de manifestantes que en la pasada huelga general registraron una histórica participación de 3.5 millones de personas.

Los ojos de buena parte de Europa están puestos en la lucha que libran los sindicatos galos, creando un efecto dominó en la clase trabajadora del viejo continente como es el caso de Alemania donde hace una semana se registró un paro de 24 horas en las redes de transporte público, trenes y aviones, exigiendo mayores salarios que compensen la inflación que ha aniquilado el poder adquisitivo no solo en aquel país sino también en otros como Portugal y España. En éste último, miles de ciudadanos también están exigiendo mayores recursos a los sistema de salud que por las política neoliberales, en los últimos años registraron una silenciosa y mortal privatización.

La posición de Macron es de un inaceptable autoritarismo, pues sin consultar a la Asamblea Nacional, decidió echar mano del voto de calidad para imponer su reforma por la vía del decreto que le faculta la constitución francesa, desoyendo las encuestas que  refieren el rechazo de más del 90 por ciento de la población al cambio en el régimen pensionario.

El mandatario francés y su gabinete se han encargado de dinamitar todos los puentes de diálogo descalificando el derecho de los manifestantes a expresar su libre opinión en las calles, al tacharlos de “facciosos” y ser parte de una “muchedumbre” a la que busca reprimir de manera ingenua con una fuerza policial de más de 12 mil gendarmes, cuando en los hechos son millones los que están dispuestos a dar la pelea por su derecho a una vejez digna.

No exageran líderes de diversas organizaciones que han señalado a Macron de ser un fascista con ínfulas de rey, al creer que Francia no es un país democrático donde pueda hacer lo que le marque su soberana voluntad. Quienes le ayudaron a reelegirse ahora se arrepienten de haberlo apoyado en las urnas.

El derechista ha dicho en reciente entrevista que asume la impopularidad de su medida, pues a su parecer actúa “por el interés general de la nación”, lo que nos trae a la memoria el mismo discurso neoliberal, que empleó el narcopresidente, Felipe Calderón Hinojosa, cuando decidió de manera autoritaria desaparecer de un plumazo a la empresa pública y parte fundamental del sector eléctrico nacional, Luz y Fuerza del Centro.

En su momento, Calderón también enarboló actuar por el “bien de la nación”, cuando lo que implicaba su antinacional medida era iniciar el desmantelamiento del sector eléctrico de México y acondicionar el terreno para la llegada de las empresas extranjeras como Iberdrola. La nación no obtuvo beneficio alguno y fue saqueada con su Decreto de Extinción una empresa pública que era patrimonio del pueblo de México. Al igual que Macron, Calderón ni siquiera se molestó en consultar al Congreso.

También como aconteció en el gobierno de otro tecnócrata neoliberal como Ernesto Zedillo, se habló como en Francia de impulsar finanzas sanas, cuando en realidad lo que se buscaba con estos cambios a las pensiones era aminorar la carga a los patrones y la responsabilidad del propio Estado que dejó en manos de los banqueros los ahorros de millones de trabajadores a los que a 25 años de distancia apenas y se les está otorgando una pensión que no supera el 30 por ciento de su último salario.

El sofisma de las finanzas sanas y del desarrollo económico también fue parte del discurso neoliberal cuando en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, nuestro país se sumó a los acuerdos del Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos. Tal fue el caso del TLCAN que solo generó fenómenos sociales como la migración de miles de campesinos al país vecino, ante la quiebra del agro nacional.

Por estas razones es loable la lucha que están dando los trabajadores y ciudadanos franceses y que ya impacta a la clase trabajadora de Europa que está exigiendo a los gobiernos neoliberales dejar de cargar sobre sus espaldas las pérdidas para reservar de manera exclusiva las ganancias al gran capital.

Esperamos que esta generalizada muestra de dignidad que ya permea a muchas naciones del viejo continente, comience a contagiar la lucha de los trabajadores de América Latina y el Caribe que por décadas han soportando el empobrecimiento de sus familias por los bajos salarios y la devastación de muchas de sus regiones por la voracidad de las trasnacionales.

Es momento de la clase trabajadora despierte y se dé cuenta de que su estado de marginación no es obra del destino sino de gobernantes neoliberales y autoritarios que como Emmanuel Macron, han despertado la Primavera Europea.

Martín Esparza*

*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas

Te puede interesar: Argelia vive, tras la derrota de la primavera árabe