La disputa comercial sobre las limitaciones al maíz transgénico y al glifosato sigue su curso. El 30 de abril, el Secretariado del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-mec) publicó la refutación de Estados Unidos a los comentarios del gobierno mexicano, los cuales fueron publicados en marzo.
Gran parte del contenido de ese análisis repite comentarios anteriores. Estados Unidos argumenta que México ha violado los términos del acuerdo. Asimismo, señala que no ha ofrecido evidencia científica de que el maíz transgénico y los residuos de herbicidas presenten peligros potenciales para los consumidores.
Los grupos de la sociedad civil, muchos de los cuales han presentado comunicaciones oficiales al tribunal de árbitros sobre el caso, ofrecieron algunas respuestas a la extensa declaración de Estados Unidos.
¿Refuta Estados Unidos la ciencia presentada por México?
Estados Unidos alega que México no ha presentado pruebas científicas que respalden sus restricciones al uso de maíz transgénico en las tortillas. Sin embargo, el gobierno mexicano presentó muchos estudios importantes en su presentación, y Washington omitió abordarlos en su respuesta.
“Hay una docena de referencias en la refutación de Estados Unidos a artículos publicados en revistas favorables a la industria por científicos, cuyo trabajo ha sido financiado durante años por empresas de semillas transgénicas y plaguicidas”, señala el experto en plaguicidas Charles Benbrook, coautor de una detallada presentación al panel de Amigos de la Tierra.
“Su trabajo se basa en gran medida en los datos seleccionados que las empresas decidieron proporcionar a estos analistas. La ausencia de cualquier referencia o discusión de las docenas de documentos creíbles y de alta calidad que apoyan los puntos planteados en la presentación mexicana, incluyendo varios que apuntan a posibles problemas de seguridad alimentaria humana con el maíz transgénico, es una fuerte evidencia de que la respuesta de Estados Unidos es un documento político, no científico”, indica Benbrook.
“El gobierno de Estados Unidos sigue sin tomar en serio la evidencia que México ha proporcionado y que muestra una amplia causa para sus restricciones precautorias sobre el maíz transgénico en sus tortillas”, dijo Timothy A Wise del IATP.
“México quiere, con razón, pruebas científicas de que el maíz transgénico con residuos de glifosato es seguro para los mexicanos, que consumen 10 veces más maíz que nosotros en Estados Unidos y no lo hacen en alimentos procesados, sino en alimentos mínimamente procesados. Estados Unidos no ha proporcionado tal evidencia”, añade.
Según Mercedes López, de Regeneración Internacional, el gobierno estadunidense tampoco toma en serio los datos científicos que demuestran los riesgos de las variedades de maíz transgénico para la biodiversidad del maíz nativo.
“La afirmación de Estados Unidos de que ‘la prohibición del maíz para tortillas y la sustitución gradual de México no están ‘relacionadas’ con la conservación de un recurso natural agotable’ es totalmente falsa. México es centro de origen y diversificación constante de maíz. Es producto de la biodiversidad de cientos de generaciones. La posible siembra de maíz transgénico y la importación de maíz transgénico para alimentos básicos amenazaría esa biodiversidad y pondría en peligro a los millones de personas que consumen maíz”.
¿Tiene Estados Unidos derecho a alegar una “expectativa razonable” de exportación de maíz transgénico?
De igual manera, la respuesta de Estados Unidos argumenta que los productores estadunidenses han sufrido daños por las restricciones limitadas de México, aunque hay pocas pruebas de que éste fuera el caso.
Los funcionarios estadunidenses alegan que el decreto del gobierno mexicano viola el acuerdo comercial porque amenaza las futuras exportaciones previstas. Esta teoría fue desacreditada por Sharon Treat, asesora del IATP, abogada especializada en comercio y coautora de una presentación ante el tribunal sobre los derechos indígenas al maíz libre de transgénicos con la Coalición Rural y la Alianza Nacional de Campesinas.
“El texto del T-mec afirma los derechos de cada país a honrar sus obligaciones legales con las comunidades indígenas. México tiene muchos compromisos de este tipo en la legislación federal y en la Constitución. Ahora, en su refutación, Estados Unidos argumenta que incluso si las acciones de México están justificadas en virtud de la disposición sobre derechos indígenas, México no ha demostrado que sus acciones no equivalgan a una ‘restricción encubierta al comercio’. Estados Unidos argumenta que los exportadores tenían una ‘expectativa razonable’ de que las normas de México nunca cambiarían. Contrariamente a lo que sostiene Estados Unidos, el texto simplemente no dice que el estatus quo en el momento en que se firmó el acuerdo comercial nunca podría alterarse. La disposición sobre derechos indígenas protege específicamente la autoridad de México para adoptar nuevas medidas para cumplir con sus obligaciones”.
La refutación estadunidense está anclada en un pasado mítico, cuando las exportaciones masivas de la agroindustria “salvaban” a los agricultores familiares de bajos precios.
Eso no ha funcionado en ninguno de los dos países. México está adoptando un enfoque diferente para crear una mayor resistencia y alternativas más saludables que satisfagan la demanda pública. Deberíamos aprender de su experiencia en lugar de intentar perturbarla.
Karen Hansen-Kuhn*
*Directora de Comercio y Estrategias Internacionales del IATP. Consulte la página de recursos del IATP sobre el litigio, donde podrá leer las alegaciones de las organizaciones no gubernamentales mexicanas, canadienses y estadunidenses. Este artículo fue publicado en inglés por Common Dreams
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