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Operación antiterrorista cubana

Operación antiterrorista cubana

En las Alas del Cóndor se narra la gesta de la Operación Cóndor. Es una obra interesante que te atrapa en su lectura por su ritmo ágil
FOTO: 123RF

En las Alas del Cóndor se narra la gesta de la Operación Cóndor en el Perú. Es una obra interesante que te atrapa en su lectura por su ritmo ágil. Adicionalmente a su mérito literario, tiene una gran importancia política y social para el despertar de las conciencias latinoamericanas y del Caribe.

Sin embargo, su mayor utilidad es para los militantes y revolucionarios, quienes queremos transformar la realidad y nos enfrentamos al imperialismo y a sus maniobras. Para éstas, utilizan a sus agencias de inteligencia como la CIA, y de supuesta asistencia como Usaid y la NED.

Escrita por el autor Fabian Escalante Font, quien lleva una larga trayectoria de lucha, la cual lo ha llenado de experiencia. Ingresó a los 14 años al movimiento revolucionario en la Juventud Socialista. Fue detenido varias veces por la policía del dictador proyanqui, Fulgencio Batista. El primero de enero fue encarcelado por su actividades militantes en el Movimiento 26 de Julio, en momentos que triunfaba la revolución cubana.

Fue fundador y jefe de los servicios de seguridad cubanos. En 1988, fue ascendido al grado de general de división. Ha participado en reuniones y seminarios sobre las actividades terroristas de la Agencia General de Inteligencia (CIA). Asimismo, ha publicado varios libros: Playa Girón, la gran conjura en 1992, La guerra secreta de la CIA en 1993, Operación mangosta en 2002 y The Cuba Project en 2004.

Siempre en acción, ha participado en numerosas misiones de solidaridad con la lucha por la soberanía en Latinoamérica y el Caribe. Durante 10 años, estuvo vinculado a la revolución popular sandinista; entre otras actividades.

En las Alas del Cóndor refleja su experiencia. Utiliza elementos de ficción, al tiempo que da a conocer hechos reales del actuar del imperio estadunidense a través de la CIA, en contra de gobiernos progresistas.

Igualmente, informa sobre el trabajo de inteligencia en el campo revolucionario y el uso del terrorismo para golpear a los movimientos de emancipación; en particular a Cuba y a sus patriotas. Esta historia está llena de páginas de sangre.

Permanecen en la memoria de la nación las víctimas del terrorismo: 3 mil 478 fallecidos y las 2 mil 99 personas heridas, como el canciller cubano, Bruno Rodriguez, ha denunciado.

La novela transcurre en el hermano país del Perú durante el gobierno progresista del militar Juan Velazco Alvarado, que impulsó grandes avances, cuando dirigió el país de 1968 a 1975.

Proveniente de una familia de clase trabajadora de Piura, dio la Ley de la Reforma Agraria, el 24 de junio de 1969. Ésta buscaba un reparto equitativo de la tierra, la distribución racional del agua y la elevación de la dignidad de los campesinos.

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Además del petróleo, nacionalizó los demás recursos básicos del país: los yacimientos mineros –Cerro de Pasco, Marcona, Quellaveco y Michiquillay– y la industria pesquera. Golpeó a la oligarquía y al imperio, al poner a la banca, las telecomunicaciones y los diarios bajo control directo del Estado.

Hizo una amplia reforma educativa, que incluyó declarar al idioma quechua como oficial; entre otros cambios estructurales para responder a las urgentes necesidades económicas y sociales del pueblo y adecuar al país a la coyuntura del mundo.

En el aspecto internacional, entabló relaciones con los países del campo socialista; participó en el Grupo de los 77 –o de los países en vías de desarrollo–, y se declaró antiimperialista. Implantó lo que él llamó un “Socialismo de Participación Plena”. Y por las reformas estructurales que desarrolló, a este período se le denominó como la “revolución peruana”.

Cuando gobernaba el general Juan Velasco Alvarado, tras más de una década de interrupción por la política estadunidense de propiciar el aislamiento de Cuba, los gobiernos de ambos países firmaron el restablecimiento pleno de sus vínculos oficiales, el 8 de julio de 1972.

Lima y La Habana retomaron una relación con profundas raíces históricas. Hay que recordar que el presidente peruano José Balta –quien gobernó entre 1866 y 1872– reconoció a la República Cuba en Armas en un gesto de solidaridad con la causa independentista de la isla.

La solidaridad entre ambos pueblos se manifestó cuando el canciller peruano, Raúl Porras Barrenechea, se opuso a la condena de la isla dictada por Washington como represalia por su opción socialista, durante la conferencia de cancilleres de la OEA en Costa Rica, en enero de 1960. La defensa de la soberanía ha brillado como un faro en el continente americano para impactar al mundo.

Cuba respondió con solidaridad a Perú, tras el terremoto del 31 de mayo de 1970. Debido a los estragos que ocasionó en territorio peruano, la isla envió una brigada médica a asistir a los damnificados, sin que hubiese relaciones oficiales. Este gesto fue importante para impulsar la normalización de las relaciones entre ambos países.

Los médicos cubanos llevaron la sangre donada por los ciudadanos, quienes siguieron el ejemplo del comandante Fidel Castro. Además, una brigada de constructores edificó una red de hospitales en Áncash, la región más afectada. Asimismo, la solidaridad llegó tras los terremotos de Lima de 1974.

Miles de profesionales peruanos, mayormente médicos, se formaron en Cuba. El país ha recibido cooperantes cubanos en las áreas de educación, salud, deporte, cultura, entre otras.

Estas relaciones de solidaridad preocuparon a Washington. A través de la CIA, realizó un plan para sabotear las relaciones económicas entre Perú y Cuba; los convenios pesqueros entre ambos países; atacar a la misión diplomática, y realizar un complot para derrocar al gobierno de Velasco, a través de un golpe de Estado.

No quiero contarles porque es importante que, cuando lean el estupendo libro sobre la Operación Cóndor, no dejen de disfrutar su sorpresivo desenlace. La historia va sobre lo que sucedió en torno a esta operación y al golpe de Estado del 29 de agosto de 1975, encabezado por el general proyanqui, Francisco Morales Bermúdez Cerruti, que derrocó al general Velazco Alvarado.

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Este libro exhibe las actividades contrainsurgentes de la CIA. Nos compete a las personas comprometidas con la lucha por la liberación nacional y social tener en claro que el enemigo no descansa y realiza labores de infiltración, sabotaje y división.

Éstas son efectuadas desde los medios de comunicación hasta por medio de agentes infiltrados en las esferas, desde el gobierno y las organizaciones no gubernamentales; incluso, desde dentro de los propios movimientos sociales y organizaciones políticas.

Tienen el objetivo de dividir, confrontar, provocar, agudizar contradicciones y mantener la fragmentación. Saben que un pueblo unido y organizado es invencible y quieren el aislamiento de los agentes de la transformación. Basta decir que, como señala el libro, hasta financió a “Sendero Luminoso”, en Perú, con el objetivo de atacar y desprestigiar el movimiento revolucionario.

En este libro se muestra cómo actúa la contrainteligencia cubana. Los hechos y la vida dejan en claro que combate el terrorismo y frustrar sus planes. Cuba salva pueblos, mientras Estados Unidos promueve el terrorismo.

Desde hace décadas, La Habana ha notificando al gobierno de Estados Unidos sobre el actuar de los grupos terroristas en su mismo territorio, y los nombres de los principales instigadores de actos violentos que actúan bajo sus narices.

Así se ha destacado Cuba en la búsqueda de la paz. Sin embargo, Washington coloca a la isla dentro de la lista arbitraria sobre los Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo.

El gobierno de Estados Unidos y sus agencias de aplicación y cumplimiento de la ley, al igual que sus agencias de inteligencia, conocen que es absolutamente falso que Cuba patrocine el terrorismo y que no coopere con el combate de este crimen.

Por lo contrario, desde hace 60 años, son ellos quienes efectúan tales actos, como el derribo del vuelo 455 que causó 73 muertos en 1976. El 6 de octubre de 1976, un avión Douglas DC- 8, de fabricación estadunidense, cayó al mar a consecuencia de dos explosiones mientras volaba a unos 5 mil 500 metros de altura, minutos después de partir del aeropuerto internacional de Seawell, en la isla caribeña de Barbados.

En el avión viajaban 57 cubanos, 11 ciudadanos de Guyana y cinco de Corea del Norte. Entre ellos, estaban los 24 miembros del equipo nacional juvenil de esgrima de Cuba. Regresaban luego de haber ganado las medallas de oro en el IV Campeonato Centroamericano y del Caribe de ese deporte, efectuado en Venezuela.

Luis Posada Carriles, terrorista de la CIA, quien debe muchas muertes por sus sabotajes y el atentado de 1976, fue absuelto en Texas. Así como el presidente Joe Biden liberó al terrorista Eduardo Arocena, responsable intelectual del asesinato del diplomático cubano, Félix García, y otros muchos actos de sabotaje y violencia.

Por ejemplo, el Ministerio del Interior dio a conocer el documento judicial con los nombres de 61 ciudadanos isleños y 19 organizaciones bajo investigación y buscadas por presunto terrorismo. Todos residen en Estados Unidos. Así, el gobierno revolucionario combate el terrorismo.

Han sido incontables las acciones violentas de la CIA; los ataques y asesinatos; los atentados contra Embajadas y personal cubano; los golpes a la economía y el comercio, y al sector agropecuario a través de plagas, como el virus de la peste porcina.

De igual manera, ha habido sabotaje al turismo: explosión de bombas en comercios, hoteles, buques. No sólo es el bloqueo, sino también el sabotaje y subversión, a través de agentes pagados y publicitados por los grandes medios.

Desde el inicio de la revolución, a nivel interno se crearon los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), el 28 de septiembre de 1960 en Cuba. Éstos constituyeron la respuesta enérgica del pueblo cubano al terrorismo de estado desatado por el gobierno de Estados Unidos, la CIA y el Pentágono.

Fidel Castro declaró: “Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva. Están jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo”. Y, en el exterior patriotas, cubanos trabajan en la contrainteligencia. Arriesgan la vida para detectar, alertar y evitar actos terroristas.

Por eso, hoy casi medio centenar de gobiernos del mundo han rechazado la inclusión de Cuba en la lista del Departamento de Estado de países que patrocinan el terrorismo, tal como ha informado la Cancillería de esta nación antillana.

Al reclamo, se suman los pronunciamientos de repudio de movimientos, organizaciones, instituciones, activistas y personalidades internacionales, que califican esa designación de injusta y arbitraria. Asimismo, denuncian las consecuencias sobre la nación y las familias cubanas.

El incluir a Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo da pie a innumerables sanciones que aplica Washington. La persecución a las transacciones financieras desde y hacia el territorio cubano y de las relaciones comerciales incide en las esferas de la vida.

Igualmente, la medida coercitiva crea obstáculos adicionales para la entrega de asistencia humanitaria. En este momento, el país lidia con la escasez de productos básicos y suministros médicos, exacerbada por el endurecimiento de la política de bloqueo estadunidense.

Limita, o directamente prohíbe, los intercambios de artistas, escritores, académicos, activistas y periodistas que residen en la isla. De manera paradójica, mientras Estados Unidos mantiene a Cuba en ese listado, cobija a grupos que organizan, financian y ejecutan acciones terroristas, con el propósito de subvertir el proceso revolucionario.

Los planes de acciones terroristas contra Cuba persisten. El lunes 8 de julio, el Ministerio del Interior reveló detalles de una operación de infiltración frustrada por fuerzas especializadas de ese organismo, dirigida a realizar atentados contra objetivos económicos, sociales y militares con propósitos desestabilizadores.

Algunos de los implicados en la organización, planificación y financiamiento de esa acción están incluidos en la lista nacional de personas implicadas en actos de terrorismo contra Cuba; entre ellos, Willy González, al frente de la organización paramilitar Nueva Nación Cubana en Armas, basada en la Florida.

Hechos como éste han sido denunciados a las autoridades estadunidenses sin que se tomen medidas al respecto. El doble rasero de Washington ante el terrorismo devela su verdadera intención durante seis décadas de derrocar a la Revolución cubana.

Sin embargo, sus planes se han visto frustrados por la vigilancia de un pueblo unido y organizado. Durante 65 años, ha demostrado que el pueblo manda y cuando se decide por la defensa de la soberanía es invencible.

Pablo Moctezuma Barragán*

*Presentación del libro En las alas del cóndor de Fabian Escalante Font, en la Embajada de Cuba el 18 de julio de 2024.

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