La campaña Sin Maíz no hay País declaró que la soberanía alimentaria sí es posible sin transgénicos ni plaguicidas altamente peligrosos. Esto, si se da en un marco de transición agroecológica para lograr alimentos sanos, suficientes y nutritivos.
En un comunicado, señaló que la campaña de desinformación que pone en duda la viabilidad del cumplimiento del decreto presidencial de eliminación progresiva del uso del glifosato y del maíz transgénico para 2024, se corresponde a un enfrentamiento entre dos visiones sobre el rumbo que debe tomar la política alimentaria de México: “una retrógrada que en la práctica está defendiendo los intereses de la élite agroempresarial unida a los de las transnacionales que controlan las semillas (híbridas y transgénicas), así como los plaguicidas; y otra visión progresista que busca ejercer la soberanía alimentaria y profundizar la transformación del sistema alimentario para garantizar los derechos a una alimentación sana, a consumir alimentos producidos en el país sin maíz transgénico e ir eliminando de manera gradual el uso de plaguicidas altamente peligrosos (PAP) que pueden causar daños irreversibles a la salud como cáncer, malformaciones, alteraciones hormonales, además de daños ambientales como son la contaminación de los suelos y del agua, la muerte de las abejas y otros insectos polinizadores”.
Acusó que la mayor parte del maíz transgénico que se siembra es resistente a estos herbicidas y son la punta del iceberg de un modelo agroindustrial depredador, basado en monocultivos que erosionan los suelos, sobreexplotan y contaminan el agua.
También denunció que ese es el maíz que México importa de Estados Unidos, y que pone en riesgo la cultura alimentaria mexicana y la diversidad biocultural, así como la salud de la población, en especial la de los jornaleros, y la de los productores y productoras.
Sí Maíz no hay País recordó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo considera como un probable cancerígeno. Acusó que “el maíz transgénico es el que más se siembra en Estados Unidos, y es el que exporta a México; representa una tercera parte del consumo nacional, de acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera. Se trata de un maíz totalmente diferente de los maíces mexicanos, ya que se desarrolla en laboratorios y es de carácter industrial, no alimenticio, pues se destina a la producción de etanol, de forraje y es un insumo para los productos ultraprocesados”.
Indicó que la campaña de mentiras ha afirmado que si México no importa maíz amarillo transgénico se pone en riesgo la alimentación. “Al respecto es necesario recordar que nuestro país es autosuficiente en maíz blanco y en maíces nativos para tortilla, que es nuestro principal alimento”.
También destacó que en el último reporte presentado por el gobierno federal respecto a los avances del decreto de 2020 para prohibir gradualmente el glifosato, la secretaria de Medio Ambiente, María Luisa Albores González, indicó que las solicitudes de autorizaciones que recibe la Semarnat para la importación de glifosato técnico y formulado están por debajo de 50 por ciento de la cota establecida por Conacyt y disminuyeron de 2021 a 2022.
Al respecto, la campaña Sin Maíz no hay País advirtió que esto quiere decir que se cumplirá lo que marca el decreto de no importar más glifosato para 2024, sin que ello implique una baja en la producción de maíz, ya que hasta el momento no se ha reducido, con base en los números presentados.
La organización reiteró que México es centro de origen, domesticación y diversificación constante del maíz, y que lo que está en riesgo son las miles de variedades de maíces que siembran los campesinos y campesinas.
“Estamos hablando del acervo genético social vivo in situ más grande del mundo. Son maíces adaptados para los más diversos ecosistemas y también para distintos usos en la cocina como palomitas, pozole, tortillas, pinole, etc., que se siembra para consumirlo directamente, sobre todo en forma de tortilla. Para nosotros es la planta de mayor importancia cultural, histórica, ambiental y económica”.
Por ello, y frente a la posibilidad de contaminación de estos maíces por la presencia de maíz transgénico, se impone el principio precautorio, tal como lo indica la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo y como lo recomendó en su informe, el Secretariado de la Comisión para la Cooperación Ambiental del propio TLCAN, en 2004.
“En la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País, saludamos la voluntad política del gobierno federal para dejar de importar maíz transgénico y prohibir gradualmente el uso de PAP en los campos mexicanos. El Tratado Comercial México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC, que sustituye en julio de 2020 al TLCAN, implementado en 1994), no nos obliga a autorizar la importación de transgénicos o productos de la biotecnología moderna, como lo llaman en el Tratado (Art. 3.14), por lo que no es un impedimento para el cierre de importaciones; sólo hay que ser congruentes y no importar maíz transgénico de ningún país”.
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