Moscú, Rusia. Lo que llaman “contraofensiva” de Ucrania continúa en su tercer mes. Sin embargo, los propagandistas de Kiev no pudieron ponerse de acuerdo sobre su comienzo durante mucho tiempo. Incluso, cuando las hostilidades ya estaban direccionadas al golpe principal en la región de Zaporozhye, algunas de sus figuras trataron de convencernos de que el “contraataque” aún no había comenzado, pero lo haría pronto. O que tendría lugar en otoño.
Así, en Kiev trataron de burlar la vigilancia del ejército ruso con un golpe repentino, donde no se les esperaba. O bien, el liderazgo militar y político ucraniano tiene una completa confusión sobre cómo actuar –y lo más importante: lo que realmente quieren– o la única constante son las duras demandas de Occidente de mostrar al menos algún resultado positivo.
Lo más probable es que sea lo segundo. Sería rentable para Zelensky retrasar la contraofensiva el mayor tiempo posible. Por un lado, ésto permite obtener más dinero y armas. Por el otro, alimentar a la población con promesas de que se tiene que esperar un poco más, pues “se está a punto de empezar y sin duda ganaremos al final”. Y lo más importante: un aplazamiento evitaría las hostilidades que van acompañadas de un número significativo de víctimas, lo cual puede conducir al agotamiento y la derrota.
Por supuesto, también es beneficioso para Occidente dilatar el tiempo de tal manera que Rusia se agote. Ello significa que se deben llevar a cabo más hostilidades. Además, los líderes occidentales necesitan decirle algo a su electorado, explicar a qué se dedicó el dinero gastado en Ucrania y mostrar “éxitos tangibles”.
En la actualidad, podemos hablar con seguridad –y ayer fue posible– sobre el fracaso de la operación ucraniana. En nada ayudó, a pesar del hecho de que, durante varios meses, Kiev preparó fuerzas colosales sólo en la región de Zaporozhye –incluso empleó militares entrenados en campos occidentales–. Y no hablo ya de las armas: ningún ejército en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial ha recibido tanto arsenal de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como la milicia ucraniana.
Desde los primeros días del empleo de equipos occidentales en la región de Zaporozhye, el mundo se sorprendió por las imágenes de su real poder de destrucción masiva. Ésto es sin mencionar las terribles pérdidas de personal que han eclipsado a las muertes de Artemovsk –anteriormente, era un símbolo de bajas–. Según algunos informes, en dos meses las pérdidas de las fuerzas armadas de Ucrania superaron las 50 mil personas.
Tal vez pueda justificarse como algunas victorias y éxitos significativos, pues la “victoria pírrica” –no importa cómo la tuerzas y la barnices– también es una victoria. Sin embargo, los éxitos –si los hay– son mínimos: un par de tres kilómetros de territorio –que no puedes identificar en el mapa– “tomados” con esfuerzos increíbles.
En realidad, el ejército ucraniano ni siquiera pasó el “subcampo” de la defensa rusa. De hecho, lo hizo sólo durante los dos meses que estuvo luchando contra fuerzas avanzadas de protección de combate y sus bastiones –ni siquiera representaban una línea defensiva sólida–. Pero de acuerdo con el plan, tendría que acercarse a la primera línea en un par de días y romperla en un máximo de una semana. En ese lapso, sufrió pérdidas que no podrá compensar durante mucho tiempo.
Y lo más importante, las tácticas asesinas de los “ataques encarnizados” continúan, como si contaran con el tránsito de cantidad a calidad y algún día podrán golpearse la frente con la pared, independientemente del daño que eso cause.
¿Por qué la armada de Ucrania no ha logrado casi nada a pesar de las tan importantes fuerzas involucradas en la contraofensiva? En primer lugar, por supuesto, hay una gran diferencia en la potencia de fuego y el control del espacio aéreo a favor de Rusia. Éstos son los fundamentos en las cuestiones militares. Por lo tanto, aquellos representantes del régimen de Kiev que exigen aviones y misiles de largo alcance a Occidente tienen la razón. Sin ésto, es inútil tratar de romper la defensa rusa.
Sin embargo, el análisis sobre los errores cometidos por el ejército ruso después del avance de otoño de la armada de Ucrania en la región de Járkov también son de gran importancia. Entonces, Kiev sólo pudo tener éxito gracias al efecto de la sorpresa: las fuerzas armadas rusas no estaban listas para tal golpe y no tuvieron tiempo de crear la agrupación necesaria para repelerlo.
Asimismo, casi no había fortificaciones. Estas condiciones permitieron que las tropas ucranianas –claramente superiores– entraran en el territorio ocupado por Rusia como cuchillo caliente en mantequilla.
Se sacaron conclusiones. En primer lugar, en la dirección de Zaporozhye –que se consideraba como la dirección del ataque principal–, se creó una agrupación suficiente para repeler cualquier ataque, ya que el enemigo tenía el objetivo estratégico de llegar al mar de Azov, cortar el corredor de tierra a Crimea y diseccionar nuestras tropas.
Se construyó un sistema de defensa competente: estructuras protectoras en la llamada “línea Surovikin” en el oeste. Las vi con mis propios ojos varias veces cuando llevé ayuda humanitaria al área de Tokmaka. Fue impresionante. Se aplicaron nuevas tecnologías para la colocación de campos minados –incluso mediante métodos remotos–. Ésto creó problemas significativos para el adversario. En general, podemos decir que las armas rusas están por encima de los modelos occidentales.
Sin embargo, lo más importante es que se llevó a cabo un trabajo sobre los errores al final de la empresa del año pasado. Mencionemos los intentos fallidos de capturar Kharkiv que demostraron inconsistencia, falta de un mando unificado, establecimiento de objetivos, comunicación elemental entre las tropas, falta de una inteligencia competente, etcétera.
Ahora se han corregido estas fallas. La defensa construida de manera eficaz se complementa con la solución de problemas del equipo técnico –helicópteros, comunicaciones, imágenes térmicas–, un mayor entrenamiento de los comandantes en la gestión de las tropas, una mayor motivación de los combatientes, alto nivel de habilidades de combate y moral.
Me pregunto si el enemigo trabajará y reflexionará sobre sus errores. O se golpeará contra la pared hasta que la quiebre por completo y se quede sin frente.
Dmitry Rodionov/Prensa Latina*
*Politólogo, director del Centro de Investigación Geopolítica y Desarrollo Innovador de Rusia
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