Comenzó a resonar la banda militar con los honores patrios. El presidente Andrés Manuel López Obrador, al frente, ataviado con un traje negro y corbata roja. Su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, lo acompañaba. Al interior de Palacio Nacional, su gabinete y aliados de gobierno lo esperaba. Este sería el inicio de un discurso antineoliberal y de rescate a Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Ya al micrófono, el comandante supremo de las Fuerzas Armadas aseveró que la transformación del país “está en marcha y, aunque es necesario seguir poniendo al descubierto la gran farsa neoliberal, y auspiciando el cambio de mentalidad del pueblo, porque eso es lo más cercano a lo esencial y a lo irreversible, también estamos desterrando vicios y prácticas deshonestas en el manejo del gobierno”.
Durante la transmisión en vivo del Tercer Informe 2020-2021, el primer mandatario destacó que su administración paró en “seco la tendencia privatizadora”, pues se dejaron de entregar concesiones a particulares en minas, agua, hospitales, puertos, vías férreas, playas, reclusorios y obras públicas.
Lo más importante, dijo, es que se han detenido las privatizaciones en el sector energético, en petróleo y electricidad. Esta nueva política energética, añadió el titular del Ejecutivo, busca producir en México las gasolinas que el país consume y dejar de importarlas.
En tres años, expuso López Obrador, se continúan suministrando recursos para la modernización de las seis refinerías que hay en el país; la inversión pública asciende a 33 mil 581 millones de pesos. Acusó que cuando llegó al gobierno, éstas estaban en el abandono y la administración anterior [encabezada por Enrique Peña Nieto] había comenzado a vender plantas, como las de hidrógeno al interior de sus instalaciones. Al inicio, indicó, las refinerías transformaban 511 mil barriles por día; ahora procesan 706 mil barriles diarios. Es decir, 38 por ciento más.
Sobre la coquizadora de Tula, Hidalgo, indicó, se ampliará su producción en 70 mil barriles diarios de combustibles. Además, para julio de 2022 se terminará el proyecto de Dos Bocas, en Paraíso, Tabasco, con capacidad de procesar 340 mil barriles diarios.
El presidente de la República refirió que desde hace 42 años, con el inicio del periodo neoliberal no se había construido ninguna refinería en México. La última fue la de Salina Cruz, Oaxaca, que empezó a operar en 1979. Ya para 1993, en la administración de Carlos Salinas de Gortari, criticó, en vez de hacer una nueva refinería se optó porque Pemex se asociara con Shell para compartir la refinería Deer Park, en Houston, Texas, Estados Unidos.
Este año, precisó, se hizo la operación para comprar la parte de la petrolera extranjera y se cerró con un costo de 596 millones de dólares. “La refinería será propiedad total de Pemex y su producción de gasolinas, diésel y otros combustibles (150 mil barriles diarios), se destinarán al abasto del mercado interno de nuestro país”, celebró.
Esta nueva política significa no extraer más petróleo y prometió cumplir con el compromiso de reponer, como norma el 100 por ciento de las reservas probadas y ayudaremos a reducir el uso excesivo de combustibles fósiles”.
A la industria eléctrica, precisó, se va a impulsar la iniciativa de reforma constitucional que permitirá reparar el grave daño que causó la privatización al sector público y a la economía popular. Pues mientras el mercado se abrió “para dar preferencia a empresas particulares nacionales y sobre todo extranjeras, con la entrega de subsidios, entre otras prebendas de la CFE fueron completamente abandonadas”.
Ahora, mencionó, se están modernizando las hidroeléctricas para reducir el uso de combustolio y carbón en la producción de electricidad. La energía que se produce con agua es limpia y barata, aseguró el primer mandatario.