Carrera mundial por las tierras raras

Carrera mundial por las tierras raras

Las naciones desarrolladas inician una pugna por el control de los yacimientos de tierras raras del mundo. No sólo de petróleo podrá proveer Afganistán a Estados Unidos, sino también de los minerales que son imprescindibles para fabricar productos de alta tecnología: coches eléctricos, turbinas eólicas, pantallas planas, discos duros, reproductores de MP3, cristales de láser, electroimanes, dispositivos óptico-magnéticos, baterías nucleares, armas, entre otros. Pocos yacimientos en el mundo y alta demanda

 
Lourdes Pérez Navarro/Prensa Latina
 
La carrera mundial por el desarrollo de sofisticadas tecnologías y la sustitución del uso de combustibles fósiles, encarecidos y contaminantes, por las llamadas “energías limpias”, demanda cada vez más una mayor cantidad de tierras raras.
 
Se trata de 17 elementos químicos de la serie de los lantánidos distribuidos en dos grupos: tierras raras pesadas y livianas.
 
En el primero están el lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometeo y samario, mientras que el segundo abarca el europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y el lutecio. También se consideran como tales el itrio y el escandio.
 
Unos y otros podrían ser sólo eso: puros minerales. Sin embargo su valor aumenta cada día, en la medida en que se descubren mayores aplicaciones en la tecnología moderna.
 
Son, sin duda, los minerales del futuro. Por ejemplo, su empleo en productos de alta tecnología como coches eléctricos, turbinas eólicas, pantallas planas, discos duros y reproductores de MP3 los hace indispensables.
 
Se emplean, además, para fabricar ciertos tipos de cristales de láser, electroimanes, dispositivos óptico-magnéticos (que sirven para almacenar datos en las computadoras)  baterías nucleares, armas de alta tecnología y tubos de rayos X, entre otros usos relevantes.
 
La denominación de “raras” va más allá de poseer extrañas propiedades. Se debe, además, a que son minerales escasos y están insuficientemente distribuidos en el mundo.
 
De ahí que los países desarrollados, por naturaleza privados de estas riquezas estratégicas, busquen desesperadamente yacimientos en cualquier territorio, propio o ajeno.
 
¿Por qué invadieron a Afganistán, más allá de cualquier otra “justificación” esgrimida por sus agresores?
 
Porque pese a ser un país donde reinan la pobreza y los terrenos montañosos, expertos aseguran que Afganistán está establecido en un banco de oro o de riquezas prácticamente inexploradas, desde cobre, litio, gas, petróleo y piedras preciosas, hasta tierras raras, todo ello estimado en más de 3 billones de dólares.
 
No en balde la nación asiática es codiciada por grandes corporaciones extractoras del mundo y sus asociados. Bancos, fabricantes de equipos pesados y de tecnologías de punta, entre otros, compiten por el usufructo de sus cuantiosos recursos.
 

“Se buscan tierras raras”

 
Estados Unidos, Europa, Canadá, Japón, todos, buscan tierras raras. Recientemente el Departamento de Energía estadunidense publicó su informe 2011 Critical materials strategy, en el que destaca seis minerales de ese tipo esenciales para desarrollar tecnologías que hacen posible las energías renovables. Ninguno de éstos existe en su geografía.
 
Joint Research Centre (encargado de proporcionar asesoramiento científico y técnico a la Comisión Europea y a los Estados integrantes de la Unión Europea en apoyo a sus políticas) divulgó otro informe en el que alerta la dependencia que tiene la región respecto a las tierras raras y el impacto que un corte en su suministro podría tener en el cumplimiento de los objetivos energéticos europeos para 2020.
 
Ambos documentos recomiendan iniciar la búsqueda de yacimientos propios, explotar minas y emplazar plantas procesadoras.
 
También exhortan, como solución parcial, a recuperar esos minerales de los productos y artículos que culminan su vida útil.
 
Mientras, a nivel global está en marcha una veintena de importantes proyectos de exploración. De éstos una cuarta parte se centra en Canadá, que pretende convertirse en un potencial productor de dichos elementos químicos.
 
Uno de los proyectos es el yacimiento de Kipawa, situado en la provincia de Quebec. La compañía de exploración minera Matamec firmó un acuerdo con el fabricante de automóviles japonés Toyota para llevar a cabo las investigaciones.
 
De hallarse tierras raras en el lugar, ambas empresas se unirían para su explotación y Toyota compraría toda la producción para emplearla en la producción de sus vehículos eléctricos e híbridos.
 
“Hay muchos otros proyectos en marcha y los de Quebec están muy bien posicionados a nivel mundial”, asegura el presidente de la Asociación de Minería de esa provincia, Jean-Marc Lulin, quien prevé que Canadá exportará tierras raras en los próximos años.
 
A esta búsqueda se suman Australia y Estados Unidos, que explotaron en sus territorios los elementos químicos hasta la década de 1990, cuando dejaron de hacerlo por no poder competir con los precios baratos de los metales chinos.
 

El mercado tiene ojos rasgados

 
Actualmente China concentra el 97 por ciento de la producción mundial de tierras raras, tras empezar a explotar minas en la década de 1980.
 
A pesar de su amplia demanda, en 2009 decidió reducir las exportaciones mientras impulsa una industria propia que utilice esos minerales.
 
De acuerdo con datos divulgados por el Ministerio Chino de Comercio, hasta noviembre de 2011, las exportaciones de tierras raras alcanzaron 14 mil 750 toneladas, lo cual equivale al 49 por ciento del total de la cuota anual.
 
Aunado a ello, para el primer semestre de 2012, los exportadores estarán autorizados a vender hasta 10 mil 546 toneladas, una baja de 27 puntos porcentuales frente a las cifras registradas en igual periodo de 2011.
 
La medida deberá de apuntalar los precios de las tierras raras en el mercado internacional, los cuales impactados por la crisis global tuvieron cierto descenso en 2011.
 
“No veo muchas posibilidades de producción fuera de China, por lo menos en cinco años, y eso para las tierras raras más ligeras, como el neodimio o el cerio, que son más fáciles de extraer”, indicó a la prensa el presidente de Canadian Internacional Minerals, Michael Schuss.
 
Todo parece indicar que el estatus actual del mercado de las tierras raras no sufrirá cambios a corto plazo y continuará teniendo ojos rasgados.
 
 
 
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