Entre los muchos aspirantes a suceder a José Narro Robles al frente de la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destacan tres candidatos que, por distintos motivos, son mencionados desde hace varios meses en la prensa. Uno de ellos es la directora de la Facultad de Ciencias, doctora Rosaura Ruiz, quien aunque espanta a algunos conservadores de la Junta de Gobierno por el sólo hecho de ser mujer y porque la consideran simpatizante de la izquierda –la vinculan con Andrés Manuel López Obrador–, sin duda tiene méritos académicos y profesionales suficientes para ser una buena rectora y romper, por primera vez, con el denominado “Club de Toby” que cada cuatro años se impone en la designación.
Sin embargo, un factor importante –además de cuidar y mejorar la excelencia académica que mantiene a la Universidad como la mejor institución del país y de Latinoamérica– es que la próxima rectora o rector tendrá que vigilar y transparentar el buen manejo y uso del presupuesto universitario que anualmente destina el Congreso a la máxima casa de estudios, así como combatir el negocio privado que algunos quieren imponer en nuestra Universidad pública, en donde aún estudian y se preparan hijos de campesinos y obreros.
Otro de los candidatos “fuertes” a suceder a Narro Robles es el exsubsecretario para América del Norte, Sergio Alcocer, quien aunque niega ser el candidato oficial tiene vínculos en Los Pinos. En un discurso que dio en el auditorio de la Torre de Ingeniería, este aspirante se pronunció por la renovación, innovación y vanguardia académica de la Universidad.
Si el doctor Alcocer llega a la Rectoría, esperamos que esa renovación y vanguardia de la que habla no signifique la continuidad en la privatización de la UNAM, como ya ocurre en algunas facultades y escuelas. Por ejemplo, en la Maestría de Alta Dirección de la Facultad de Contaduría y Administración se imparte desde hace más de un año un “posgrado de elite” exclusivo para compañías “vinculadas” a la institución educativa. Para la primera generación de este posgrado, 16 empresas enviaron a 20 directivos para graduarse en instalaciones nuevas, con aulas que son una réplica de las de la Universidad de Harvard, y en cuya construcción la UNAM invirtió al menos 76 millones de pesos.
Sin convocatoria de por medio y sin hacer públicos los planes de estudio de dicha maestría, es decir en la total clandestinidad, el posgrado de Alta Dirección es exclusivo para empresas privadas, por lo cual los estudiantes universitarios de la licenciatura de Contaduría y Administración no pueden tener acceso a ese nivel de estudios porque es sólo para empresarios que sí puedan pagar, han reconocido fuentes de la Universidad.
Un tercer aspirante es Francisco Bolívar Zapata, respaldado por integrantes del área de la investigación científica y quien es profesor e investigador emérito. Fue director fundador del Centro de Investigación sobre Ingeniería Genética y Biotecnología de la UNAM; coordinador de Investigación Científica; presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, y ha sido miembro de la temida Junta de Gobierno. Ha recibido los premios Príncipe de Asturias en Ciencia y Tecnología, y Nacional en Ciencias y Artes. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Es decir, este doctor bien puede ser rector.
Puntos suspensivos… Y ya que hablamos de la transparencia y buen manejo presupuestal que requiere y exige la Universidad –cosa contraria ocurre en la administración pública federal, en donde la opacidad, el abuso y la corrupción son una acción constante–, sería bueno que la Rectoría, por conducto de su Contraloría Universitaria, concretamente de la Dirección General de Responsabilidades, Inconformidades y Registro Patrimonial –a cargo de Humberto Moheno Diez–, informe de las medidas disciplinarias que se aplicaron a los funcionarios universitarios responsables del mal uso de recursos públicos federales (20 millones de pesos que entregó la Conade a la UNAM para cubrir algunos gastos por la Olimpiada Nacional 2014), según se desprende de una auditoría que hizo el mismo órgano de control de la Universidad, pues lo que algunos universitarios comentan es que por instrucciones “superiores” le dieron carpetazo a este caso de presunta corrupción.