Quizás esta palabra no sea la más políticamente co-rrecta –considerando los tiempos que se viven en el país–, sin embargo una “guerra” es precisamente lo que se va a vivir en la arena política nacional el próximo año 2012.
Ese año México renovará la presidencia de la República y, en el caso de entidades como Tamaulipas, también se tendrá la renovación de las ocho curules de Congreso de la Unión y dos asientos en el Senado.
Para nadie es un secreto que el PAN buscará por todos los medios conseguir su tercera victoria consecutiva en la presidencia del país, mientras que el PRI intentará regresar a Los Pinos como la fuerza dominante.
Mientras tanto, institutos como el PRD, Convergencia, Panal, PVEM (y los que se vayan sumando), fungirán como simples integrantes de fantasmagóricas coaliciones que solamente servirán para hacerle “el caldo gordo” al bipartidismo que desde hace años se vive en México.
Cuando falta más de un año para una de las elecciones más trascendentales en la historia moderna de nuestro país, los partidos políticos ya se preparan para enfrascarse en la madre de todas las batallas políticas.
Y que nadie se equivoque, no importa quiénes sean los candidatos que aparecerán en las boletas para presidente de la República… de que México vivirá una guerra electoral, la va a vivir.
No importa que sea Peña Nieto, Creel, López Obrador o cualquiera otro candidato, los partidos ya tienen definida su estrategia para ganarse el voto de los ciudadanos y no se van a andar con contemplaciones.
Lo que está en juego en nuestro país no es cualquier cosa: es el destino de México, que puede continuar por esta ruta de combate frontal a la delincuencia (con el saldo de miles de muertos en las calles) o algún cambio en la estrategia.
El 2012 nuestro país definirá si su política económica sigue apretando al reducido grupo de contribuyentes cautivos o, de una vez por todas, reparte el peso de la economía entre todos los mexicanos con impuestos a alimentos y medicinas.
En poco más de doce meses tendremos a un presidente que bien puede continuar con esta política de sumisión a Estados Unidos o, de una vez por todas, pinta su raya frente a los norteamericanos.
Las opciones son demasiadas, pero es indudable que tras la elección que se avecina, nada volverá a ser igual en nuestro país.
Para Tamaulipas la elección es igual de importante, pues quienes se conviertan en nuevos integrantes del Poder Legislativo Federal conformarán –casi de inmediato- la nueva clase política de la entidad.
Y es que tras la llegada de Egidio Torre Cantú al gobierno del Estado, pareciera que hay un borrón y cuenta nueva con respecto al pasado y todos aquellos que antes formaban El Olimpo de la política estatal, hoy han sido condenados al olvido.
Es muy sencillo: actualmente Tamaulipas no tiene líderes políticos y estas posiciones están listas para ser ocupadas por caras nuevas (o recicladas) que vengan a llenar este vacío.
Por esto para la entidad es tan importante la elección de 2012, pues entre las personas que participen como candidatos, vamos a tener a algunos de los que van a definir el rumbo de la entidad en lo que resta del sexenio.
Por todo esto podemos esperar una verdadera guerra electoral en Tamaulipas, porque lo que está en juego no es cualquier cosa.
Solamente esperamos que los partidos políticos comprendan que la cohesión social ya no está para enfrentamientos y discursos incendiarios que vengan a dividir a los mexicanos.
Ojalá no volvamos a tener campañas de miedo o guerra de spots, ya vimos lo que estas estrategias pueden provocar entre los mexicanos.
Quién sabe, a lo mejor esta vez los partidos sí toman conciencia y deciden dejar a un lado sus propios intereses en beneficio común.
Suena difícil, pero a nadie le quita nada soñar un poco.