El mejor planteamiento del problema, desde mi punto de vista, lo ha formulado Nathanial Gronewold, del Financial Times: ¿Los aumentos de la producción gringa son sostenibles? ¿O sólo representan un repunte en una tendencia de declinación irreversible?
El tema se discute en las metrópolis, en la prensa petrolera mundial, en las organizaciones de productores, como la Organización de Países Exportadores de Petróleo, desde luego también entre destacados analistas mexicanos, como el doctor John Saxe Fernández. En todas partes, incluso en Estados Unidos, existen dudas sobre la sustentabilidad de la explotación de las lutitas.
Desde luego no se cuestiona si existen reservas de gas y aceite en estas formaciones, simplemente porque se están produciendo. Lo que es incierto es que esa extracción pueda mantenerse siquiera en el medio plazo (los petroleros lo definimos como 10 años). Hasta el momento la producción sigue creciendo. Al terminar 2013 todo parece indicar que Estados Unidos tendrá, como promedio anual, una producción de 7 millones 400 mil barriles; de ellos, casi 2 millones provienen de las formaciones de lutitas. La gráfica 1 muestra el aporte de una de las cuencas más pujantes y de más reciente entrada en producción, la llamada Eagle Ford, misma que se extiende a los estados mexicanos de Coahuila y Nuevo León.
Las dudas sobre la continuación del crecimiento se apoyan en los siguientes problemas:
1. Durante los fracking (fracturación hidráulica) y, al parecer también en cementaciones defectuosas provocadas por la lucha por acortar tiempos de perforación, han ocurrido fugas de gas y de químicos que han contaminado el agua para el consumo doméstico. Este problema se encuentra documentado ampliamente en publicaciones del propio gobierno y de las organizaciones ambientalistas estadunidenses, incluso en documentales cinematográficos que se han exhibido en los debates sobre la reforma petrolera de nuestro país y que, sin duda, seguirán proyectándose en México. En suma, la explotación en formaciones de esquistos ha provocado afectaciones a la salud de los gringos; un número que no podemos determinar ha sido desalojado de sus elegantes viviendas, en condados de entidades del Norte de ese país, como Pensilvania o Virginia Occidental.
Se han presentado demandas contra las petroleras en las cortes, como ellos llaman a los juzgados. Pero no disponemos de estadísticas: no se conoce el número de afectados ni el curso de los litigios, se ignora el número de casos que han terminado con arreglos, como indemnización a los habitantes o compra de sus viviendas. No conocemos ningún estudio, pero cualquiera puede comprobar que la explotación continúa en estados como Virginia Occidental. Si hubo una moratoria en Nueva York ya fue levantada.
En corto, aunque parecería que la actividad petrolera no se detiene ante problemas de la salud, se espera que la población sea capaz de defenderse.
2. Aunque es una variante de la anterior, también se considera el abasto del agua para el fracking como un problema independiente, especialmente en zonas desérticas.
3. La acelerada declinación de los pozos requiere perforación constante para mantener el nivel de producción. Algunos analistas hacen ver que una disminución del ritmo de perforaciones, provocada por la especulación con las acciones, con los precios, las condiciones de los arriendos (muchos propietarios de granjas o terrenos han impuesto a los petroleros condiciones leoninas) u otros factores, pueden provocar que la burbuja reviente. Algunos autores aseguran que ha comenzado a desinflarse.
La producción en caída vertical
Un joven doctorante, Brandon Baylor, del Marietta College de Ohio, presentó en 2010 un trabajo titulado Marcellus Shale decline analysis (www.sooga.org/studies/Marcellus%20Shale%20Decline%20Analysis%20-%202010%20-%20Brandon%20Baylor.pdf) en el que publicó la curva de declinación de una de las más importantes áreas productoras de Estados Unidos: Haynesville, también llamada “cuenca de Louisiana” (véase su ubicación en la gráfica 3). La curva fue revelada por la empresa Petrohawk Energy Corporation y muestra la intensidad de la declinación, una caída casi vertical. La producción se desploma en 82 por ciento en el primer año de actividad. La línea azul es la tasa de declinación. Muestra la caída de la extracción de gas. Esa curva es equivalente a la caída del flujo de efectivo (se obtiene multiplicando los volúmenes de pies cúbicos de gas por el precio promedio).
Es decir, la extracción en formaciones de lutitas es un negocio en el que los ingresos por ventas (flujo de efectivo) se reducen día a día hasta quedar disminuidos al 18 por ciento del monto inicial en apenas 1 año. El caso de la cuenca Haynesville es quizá el caso más dramático, pero no hay mucha diferencia con otras cuencas. En Texas, la empresa Pioneer Natural Resources reveló que la tasa de declinación de sus pozos en los condados de Dewitt y Karnes era del 75 por ciento en 2010.
Lo anterior nos permite plantear una hipótesis: en Estados Unidos la explotación en esquistos continuará mientras sea negocio; si hay ganancias, las protestas contra el fracking serán acalladas, quizá negociadas. Si se “hace dinero”, como dicen los gringos, el agua para el fracking tendrá prelación; si es negocio, no hay obstáculo que no pueda desbrozarse.
Sólo 16 empresas con producción comercial, decenas se han retirado
En Estados Unidos, muchas compañías –cuyo número aún no conocemos con exactitud por ahora– han batallado, desde la década de 1980, haciendo innovaciones y esfuerzos para elevar la producción en lutitas, pero sólo 16 empresas han logrado producir volúmenes comerciales. Esa tremenda afirmación puede leerse en la página 32 del más reciente estudio del doctor Javier Estrada, uno de los principales expertos mexicanos en el tema: Desarrollo del gas lutita (shale gas) y su impacto en el mercado energético de México: reflexiones para Centroamérica (México, Editorial de la Oficina de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en México, 2013, 118 páginas).
Más aún, el experto estadunidense Arthur Berman ha seguido de cerca el arribo de las majors a esta explotación, y luego su retirada, imposibilitadas para adecuarse a los bajos ingresos. Concluye en uno de sus numerosos artículos publicados: “parecería que éste es un negocio sólo para pequeñas empresas”.
Los académicos
Algunos estudios del sector académico consideran que todavía no se cuenta con los datos para hacer proyecciones confiables. “Hay muchos factores que aún no comprendemos porque sólo tenemos unos pocos años de producción de los pozos […] todavía estamos aprendiendo…”. El caso de la cuenca de Eagle Ford, que comenzó apenas hace 1 lustro es ilustrativo. La confiabilidad de la curva depende del cálculo de la pendiente: la declinación es inevitable, pero la expectativa es que en el segundo año la producción decline más lentamente durante un periodo de tiempo más largo, pero en qué tasas y por cuánto tiempo es todavía una cuestión desconocida: se necesitan más datos para mejorar la precisión, ocurren perturbaciones en el flujo que se intenta medir; son datos que pueden cambiar la estimación de la pendiente.
Conclusiones
Si hemos planteado correctamente el problema, puede concluirse que el tema de la sustentabilidad de la producción gringa aún no tiene respuesta, pero la extracción continuará: 1) en tanto se continúe perforando; 2) en la medida que los gringos “aguanten” la contaminación y sus secuelas en la salud; y 3) se continúen encontrando condensados y aceites cuyos precios seguirán al alza.
La exploración no podrá detenerse. En ninguna disciplina se encontrará un investigador más persistente que en el petrolero. El premio es dinero y poder político.
Si los problemas en ese país se agudizan, lo que razonablemente puede esperarse es un descenso gradual. Ya hay enormes inversiones realizadas en nuevas densas redes de gasoductos y oleoductos en Texas y otras entidades; asimismo en plantas de proceso de gas y en un sector muy interesante que describiremos con detalle en nuestro próximo artículo: el fortalecimiento del aparato de refinación de ese país. Nos limitaremos a un dato duro: hoy Estados Unidos está exportando gasolinas a 24 países; en 2007 exportaba sólo a 10 países. En volumen, sus ventas de combustible se han multiplicado casi por cuatro. Esa nueva situación no puede cesar abruptamente.
En el escenario de que surgieran problemas y la producción en Estados Unidos mostrara descensos, buscarán continuarla en los países pobres de América Latina y África, ya sometidos al modelo extractivista.
Finalmente, en todas partes hay dudas sobre las lutitas, menos en un lugar: Petróleos Mexicanos, y la mayoría del actual Congreso de la Unión. Ellos tienen la absoluta convicción de que, abriendo las oportunidades, habrá una avalancha de empresas privadas ávidas de invertir, detonar producción y continuaremos exportando; también están convencidos de que incluso ampliarán el empleo y abatirán los precios domésticos de la energía eléctrica, el gas y hasta de las gasolinas. Aún más: si se les entregan bloques con menor carga fiscal y se les otorgan más privilegios, todavía más rápido se presentará la prosperidad en este país.
*Investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México
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Fuente: Contralínea 366 / 29 al 29 de diciembre de 2013