La situación de las mujeres ha cambiado en los últimos años. ¿Alguien lo duda? Empero, falta mucho por hacer . Varias cuestiones muestran el atraso que todavía vivimos: la mayoría de ellas es violentada en el hogar, en algunos estados continúan siendo tratadas como esclavas, incluso vendiéndolas y buscándoles pareja sin tomar en cuenta su opinión; la red de prostitución, incluyendo el Distrito Federal, es amplia y va extendiéndose a pesar de múltiples esfuerzos; la educación es todavía preponderantemente para los hombres, no obstante que ellas son mayoría; el caso de las llamadas Juanitas –utilizando el apodo de un político impresentable–, las cuales renunciaron para que llegaran a una curul hombres, es vergonzoso y, para no continuar una lista interminable, en los puestos de elección en México a inicios del siglo XXI, las féminas no alcanzaban el 30 por ciento al que tienen derecho; un atraso monumental, ya que en infinidad de países (Argentina, por ejemplo), hace décadas que es lo común.
Frente a esa discriminación, atraso y represión, lo que ha privado es hacer fiestas, darles regalos, utilizarlas para la politiquería y adornarse de demócrata. Ahí está Enrique Peña Nieto y su lastimosa banalidad. También decir que se lucha por su causa y quedarse en la protesta sin contenido, y hasta lamentarse por las deficiencias sociales y asegurar que les debemos mucho (Felipe Calderón).
Pasados los rituales, no hay estrategias sólidas para hacerle justicia a ese sector activísimo de la población, sin el cual ninguna sociedad puede avanzar en serio, pues su participación es indispensable desde el hogar y la familia hasta la ciencia y la literatura, no se diga la política.
En América Latina tenemos los casos de Cristina Fernández y, sobre todo, Michelle Bachelet, que no obstante las críticas varias, algunas sólidas, muestran claramente que saben encabezar las más importantes y difíciles tareas y no arredrase. La expresidenta de Chile, según encuestas, se despidió con el 84 por ciento de aceptación ciudadana, no obstante la sacudida de tierra extraordinaria que hubo en la región austral, cuya imprevisión para mitigar los efectos no fue de ella, sino de la marina-armada.
Otra noticia importante, faltaba más, es que la cineasta Katryn Bigelow obtuvo por primera vez en la historia el Óscar a la mejor dirección con su película Zona de miedo. La cinta muestra la complicada, incierta y hasta terrorífica situación que viven las tropas estadunidenses en Bagdad, Irak. Trasciende también la cinta Preciosa, acerca de una negra, gorda e hija de una mujer de su misma raza; la madre es neurótica y acepta el abuso sexual de la hija, incluso lo justifica. Drama de la vida real terrible y desgarradora.
Mientras lo anterior ocurre en otros países, aquí el debate entre Beatriz Paredes y Josefina Vázquez Mota, por ejemplo, es acerca de si el convenio Partido Revolucionario Institucional-Partido Acción Nacional incluía una cláusula para elevar impuestos. La realidad, que supera invariablemente a la ficción, es que todos sentimos en los bolsillos la saqueada que nos están dando en precios e impuestos. Mala posición de dichas féminas. En todo caso hubieran previsto que las familias mexicanas tendrían más carencias por sus oscuros acuerdos a favor de un partido y candidato, el citado Peña Nieto, quien como siempre tiró la piedra y escondió la mano.
Tres exdirigentes del Partido de la Revolución Democrática: Rosario Robles, Ruth Zavaleta y Patricia Olamendi conformaron un grupo autodenominado Las Insurgentes. Hicieron un acto donde sobresalieron los discursos emotivos y hasta los llamados a oponerse a un sistema injusto. No hubo novedades.
Mientras ello ocurre, recordemos, Teresa González y Alberta Alcántara, indígenas, continúan en prisión acusadas de golpear y vejar a seis policías federales, algo inaudito e insostenible, pero la justicia muestra claramente que es ciega.
La madre de dos muchachos asesinados en Ciudad Juárez, Patricia Dávila, junto con señoras que buscan hace tiempo a sus hijas desaparecidas en dicho lugar, hicieron un acto para censurar a una administración federal que ha insistido dará resultados y únicamente gasta saliva por montones diariamente.
En el acto de las abnegadas y valientes madres, estuvo Carlos Monsiváis, quien hizo patente su desacuerdo con la verborrea oficial, algo que muestra la necesidad de que los intelectuales actúen, y no sólo reflexionen. Un caso ejemplar fue el de Carlos Montemayor, quien dejó casi terminado su último libro Mujeres del alba, donde recoge los testimonios de quienes apoyaron la insurrección en Madera, Chihuahua.
Varias mujeres exguerrilleras, en algunos lugares, se encontraron y reivindicaron, con orgullo, su participación en contra de la injusticia y la tiranía que padecieron. Dos muy visibles fueron Rosa María González y Guillermina Cabañas.
Cuatro periodistas que están haciendo camino andando son Ana Lilia Pérez, Sanjuana Martínez, Lydia Cacho y Carmen Aristegui. Hay decenas y cientos más, es cierto, pero ahora sólo mencionamos al cuarteto.
Hubo más casos de quienes manifestaron su reivindicación por ser mujer y la necesidad de enfrentarse a quienes les impiden su realización total. Por cierto, un abrazo al sector mayoritario de Radio Educación, las bellas que han dado sentido a esa radio.
Entre lo tradicional y acedo y lo nuevo que se va abriendo paso de diferentes maneras, transcurrió otro 8 de marzo, día de lucha por lo obvio: la libertad de todos.