Videgaray en muchas partes

Videgaray en muchas partes

Ahora sí, Luis Videgaray asiste a muchos lugares –convenciones bancarias y a entrevistas con radiodifusoras– para tratar de convencernos de que la situación económica no está muy bien, pero que más adelante (sic muerto), si se aplican bien las reformas planteadas, creceremos al 5 por ciento. Una meta que es buena, pero no suficiente para que México vaya mejorando en varios terrenos.

Es cierto: en los últimos 5 sexenios hemos crecido a poco más del 2 por ciento, en promedio. Algo ridículo para una nación que ha tenido como pilar una industria petrolera que ya la quisieran en casi todas partes del mundo. Pero ya sabemos que grandes fortunas han llegado y se han quedado en manos de unos cuantos, por eso somos una de las naciones más inequitativas del orbe, en la cual el 1.2 por ciento se lleva el 43 por ciento de la riqueza nacional.

En el actual sexenio, donde se esperaba un cambio serio, las cosas van de mal en peor. El año pasado descendimos del 3.5 por ciento previsto al 1.1 por ciento, menos de lo que crece la población; y en este año, que se esperaba un crecimiento de 3.9 por ciento, ahora se habla de 2.7 por ciento, con tendencia a la baja.

Estos pobres números hacen que en lugar de crearse 810 mil empleos que se esperaban en 2014, se anulen 260 mil, por lo que ahora tendremos únicamente 450 mil plazas formales, según indica Raymundo Tenorio, director de la carrera de economía del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (Sin Embargo, 27 de mayo de 2014). Amén de que la economía informal, asegura el especialista, aumentará hasta 30 millones de compatriotas.

Para Violeta Rodríguez, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en realidad se necesitan, cada año, entre 1 millón 200 mil y 1 millón 500 mil plazas nuevas. Ello porque a los jóvenes que buscan trabajo hay que agregar a muchos otros que están en espera de una vacante.

En este círculo vicioso donde no hay trabajo y por lo tanto se reducen las ventas –hasta Walmart se queja de ello–, van siendo desplazados los que tenían ingresos de hasta cinco salarios mínimos debido al cierre de empresas. Y ya sabemos que en la actualidad es necesario ese tipo de empleos para vivir con cierto decoro, pues el salario mínimo no sirve para nada.

Dice Luis Videgaray que tendremos una mejor situación que en Estados Unidos, porque allá la economía está más lenta que la nuestra. No señala, empero, que hay naciones como Perú, Chile, Colombia y otras en América Latina que tendrán un crecimiento de 4 por ciento o mayor.

Que la situación es trágica lo demuestra lo siguiente: la iniciativa privada demanda más incentivos para la inversión, ya que asegura que los nuevos impuestos la han debilitado para llevar a cabo la expansión de sus negocios (El Financiero, ídem).

Por esta situación, el Partido Acción Nacional ha señalado que en septiembre, cuando se inicie el nuevo periodo legislativo, presentará una contrarreforma a la Ley de Ingresos (Reforma, ídem), ya que las modificaciones recientes trajeron menores ganancias a los consorcios y bajas percepciones a los asalariados.

Recientes estudios señalan que de 13 componentes macroeconómicos fundamentales, siete están en números rojos: crecimiento económico, generación de empleos formales, inversión extranjera directa, producción, competitividad, competencia y bienestar (El Universal, ídem). En algunos de ellos, por cierto, hemos descendido en el panorama internacional.

El vicecoordinador del Partido de la Revolución Democrática, Miguel Alonso Raya, apuntó que la actual reforma impositiva se realizó con el fin de compensar la baja en los ingresos petroleros que vendrá en los próximos años, luego que se aprueben las leyes secundarias en materia energética. Y dijo que iban a llamar a comparecer a Videgaray porque se ignora qué se ha hecho con el presupuesto federal más alto en la historia del país.

Lo único que sostiene a nuestra economía es la industria automotriz, que creció al 12 por ciento (aunque debemos señalar que se refiere a la exportadora, ya que las ventas de automóviles en México andan por los suelos).

Que hay temor en la inversión nacional lo demuestra que, hasta marzo de este año, han salido del país cerca de 30 mil millones de dólares (Juan Antonio Zúñiga, La Jornada, 26 de mayo de 2014), cantidad muy parecida a la que emigró en los últimos 5 trimestres del sexenio calderonista.

Si sabemos que la contratación de deuda pública fue de más de 15 mil millones de dólares y la inversión extranjera directa es una cifra casi similar, en los 16 meses de la administración federal ha ingresado por estas dos vías lo mismo que ha egresado por la fuga de capitales, algo que muestra claramente que no hay confianza económica.

Actualmente los ricos de México tienen invertidos en bancos y otros activos en el exterior la fabulosa cantidad de 144 mil 821 millones de dólares: un poco menos de los 185 mil millones de dólares que mantiene nuestro país en la Reserva Federal estadunidense, por la cual, sabemos, nos cobran una cantidad importante de interés por manejarla.

No obstante este nebuloso panorama, al clausurar una reunión bancaria de un consorcio español en México, Enrique Peña Nieto dijo que había signos alentadores (sic que huye) en la economía. Y, obviamente, los dueños de los capitales le aplaudieron a rabiar y le reconocieron su trabajo. Ello a pesar de que los préstamos en muchos terrenos no fluyen.

Por su parte, Luis Videgaray dijo que no obstante el torneo de la Copa Mundial de Futbol, las leyes secundarias energéticas se discutirían por esos días, ya que urge acelerar los procesos económicos. Algo contradictorio, pues si vamos tan bien como señalan los funcionarios actuales, no debería haber prisa en realizar las tareas pendientes.

Pero ya sabemos que hasta la prensa extranjera (The Economist y Financial Times), antes muy elogiosa de los gobernantes, ha empezado a darse cuenta de que la economía mexicana no marcha como debiera.

*Periodista

 

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Contralínea 389  / 08 de Junio al 14 de Junio