Chilpancingo, Guerrero. Alrededor de las 4:00 horas de este 14 de diciembre, policías federales agredieron a normalistas de Ayotzinapa sobre la avenida Insurgentes del centro de Chilpancingo. Los hechos ocurrieron mientras los estudiantes realizaban los últimos preparativos para el encuentro musical y artístico que programaron para este día.
Los federales, quienes –de acuerdo con los testimonios recabados– se encontraban en estado de ebriedad, golpearon a los jóvenes cuando éstos colocaban las vallas de seguridad para el resguardo de su actividad.
En su cuenta de twitter, Omar García, miembro del Comité Ejecutivo Estudiantil Ricardo Flores Magón de Ayotzinapa, publicó una bitácora en la que señala que, al menos, 20 habitaciones del hotel Real del Sol, cercano a la zona en que se desató el ataque, eran ocupadas por uniformados de esta corporación.
La noticia de la agresión a manos de federales se expandió de inmediato por los pasillos y dormitorios de la normal de Ayotzinapa. Entonces, una comitiva de estudiantes y familiares de los 42 muchachos desaparecidos se trasladó, a bordo de cinco camionetas, al lugar de los hechos, ubicado a un costado del mercado central Baltazar R Leyva Macilla.
Cuando llegaron, el primer ataque había concluido ya. Las marcas en los cuerpos y rostros de los normalistas testificaban los golpes. Lo peor estaba por ocurrir.
Mientras la mayoría de federales se alejaron del lugar ante la presencia de refuerzos estudiantiles, tres de ellos buscaron refugio al interior del hotel Real del Sol. Por eso, cuando el colectivo se reagrupó, el acuerdo fue ingresar por los uniformados para exhibirlos ante la prensa ahí presente y, así, demostrar que efectivamente se encontraban borrachos.
Los estudiantes buscaban a los policías al interior del hotel –mismos que ya habían huido por una ventana trasera–, cuando un bloque de cerca de 200 federales, apostados sobre la avenida Insurgentes, comenzó a lanzar proyectiles de gas lacrimógeno sobre los jóvenes. En este momento resultó herido Ernesto Cruz Flores, estudiante de la carrera de Sociología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y habitante de San Salvador Atenco. Un proyectil de gas lacrimógeno se estrelló sobre el caso que cubría su cabeza y al caer alcanzó a rosarle la mejilla izquierda.
Los normalistas se dispersaron ante la embestida. Unos corrieron sobre la avenida Insurgentes en dirección al campamento de los profesores de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg); otros, la mayoría, treparon por un cerro empinado y de tierra suelta, pues en el repliegue sólo se toparon con calles cerradas.
Una vez que el día empezó a aclarar, alrededor de las 6:40 horas, normalistas ya en compañía de profesores de la Ceteg se reagruparon frente a la formación de policías federales que se había apostado cerca del monumento a Nicolás Bravo y que se transportaban a bordo de 7 autobuses de pasajeros. Ahí los golpes volvieron a brotar.
Los policías arremetieron incluso contra los choferes que transportaban a los normalistas, entre ellos el conductor del autobús 1569 de la compañía Estrella de Oro. El parabrisas reventado de la unidad de pasajeros da cuenta de la magnitud del ataque.
De acuerdo con información difundida por el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, al menos 17 personas resultaron heridas, no obstante que los normalistas de Ayotzinapa cuentan con medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, luego los hechos de finales de septiembre pasado en Iguala, en los que fueron asesinados por policías tres estudiantes y detenidos-desaparecidos 43.
Minutos antes de las 8 horas, una comisión de normalistas, padres de familia e integrantes de la Ceteg, establecieron comunicación con un comandante de la policía federal que omitió identificarse. Le exigieron que devolviera a las personas que los uniformados habían retenido. A su vez, el comandante, preguntó sobre el paradero de tres policías federales que, según él, se encontraban desaparecidos.
Como resultado del encuentro, el comandante atravesó la formación de policías y, minutos después, regresó acompañado de dos profesores de la Ceteg visiblemente golpeados. Uno venía descalzo y con la cabeza ensangrentada. El otro presentaba moretones e hinchazón en el rostro, sobre todo a la altura del ojo izquierdo.
El segundo de ellos aseguró que los uniformados lo retuvieron y treparon a una de sus camionetas en donde le propinaron una golpiza y lo amenazaron de muerte. Denunció, asimismo, que le robaron su mochila, celular, cartera y alrededor de 3 mil pesos. Lo que más le preocupaba, sin embargo, era la información personal que los policías le quitaron: sus identificaciones y los números telefónicos de sus familiares.
Cuatro de los heridos fueron trasladados al Hospital General de Chilpancingo. Se trata de Carlos Alberto Ogaz Torres, reportero de Regeneración Radio, quien tiene la muñeca quebrada; Lambertino Cruz Antonio, familiar de uno de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, quien presenta fractura en la cabeza; Alejandrino González Reyes, fotógrafo colaborador de la Agencia Asociate Press, quien sufrió un golpe a la altura del pecho; y Ernesto Cruz Flores.
Hasta esta noche, Ernesto Cruz, estudiante de la UNAM herido por un proyectil de gas lacrimógeno que los federales arrojaron, permanece hospitalizado. Fue suturado y se encuentra en observación por probable fractura en la mandíbula.
Carlos Torres, de Regeneración Radio, decidió, en tanto, abandonar el hospital puesto que los médicos del lugar le programaron la operación que necesita hasta el próximo jueves, supuestamente por falta de material y personal.
Los alumnos de Ayotzinapa consideran que la agresión que sufrieron representa un claro sabotaje al encuentro musical y artístico que programaron con al menos un mes de antelación, tanto que en medios locales y nacionales empezó a difundirse como una certeza que éste había sido cancelado. No fue así. En estos momentos, la actividad se desarrolla en el centro de Tixtla.
Flor Goche/enviada