Kofanor, una planta productora de alimentos para mascotas, contamina los afluentes del río Bachoco, en el Valle del Yaqui. La empresa ha sido multada por la Secretaría de Salud Pública del estado con más de 600 mil pesos. Los desechos de vísceras, huesos, pelo, pezuñas y sangre de animales caen a los afluentes; sin embargo, permanece en funcionamiento. Sus emanaciones fétidas, también llegan a más de 1 mil personas que conviven en los alrededores
Cajeme, Sonora. Un ambiente nauseabundo invade la zona semirural de este municipio. Es el kilómetro 2+300 de la carretera Esperanza Hornos, donde el aire es casi irrespirable. Vísceras, huesos, pelo, pezuñas y sangre de animales son procesadas a toda hora del día por la empresa Kofanor, encargada de elaborar alimento para mascotas.
Más de mil personas que viven en los alrededores de esta fábrica inhalan estos hedores y viven expuestos a la contaminación que llega a los afluentes del Río Bachoco, conectado con el cause del Río Yaqui. Las quejas de los vecinos no se han hecho esperar; exigen el cierre de la planta. No obstante, Kofanor –constituida por las empresas de origen mexicano Grupo Kowi y Norson Holding, así como la brasileña Faros– continúa en funcionamiento.
Muestra documentada de la contaminación es el informe elaborado por la Secretaría de Salud Pública del gobierno de Sonora, la cual asegura que los desechos vertidos “conllevan riesgos a la salud pública”. Por este mismo motivo, la empresa fue multada con más de 600 mil pesos, el año pasado.
El documento de la Secretaría de Salud –cuya copia posee Contralínea– resalta que el 7 de octubre de 2010 se le notificó al representante legal de Kofanor, Mauricio André Martens, que la empresa había sido acreedora de una “sanción administrativa” por 639 mil 120 pesos, “por haberse constatado que se encontraba vertiendo los desechos de aguas residuales procedentes de las actividades de la empresa del desarrollo de su proceso…”.
Fechado el 9 de mayo pasado, el informe oficial indica que la compañía opera “sin el tratamiento para satisfacer los criterios sanitarios, siendo descargadas [sus aguas residuales] al arroyo denominado Bachoco, que se conecta al cause con el Río Yaqui”.
La dependencia pública constató que en su proceso de trabajo la planta desecha aproximadamente 40 mil litros diarios de sus líquidos, “detectándose que presenta un fuerte olor debido a la alta carga biológica de los desechos que se vierten, es decir, que conllevan riesgos a la salud pública, al ser cuerpos de agua que se destinan para uso y consumo humano”.
Verificaciones reprobadas
Diversas dependencias gubernamentales han revisado la operación de esta compañía, instalada en desde marzo de 2009. Cuando llegó a este predio se informó a los vecinos que el objetivo era el de procesar alimentos embutidos, comenta César Arturo Perales Lupio, representante de los habitantes de este ejido.
Con su establecimiento, debía llevar a cabo procesos de instalación que no provocaran los agentes contaminantes que hasta la fecha persisten. Así lo muestran la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, así como la Comisión de Ecología y Desarrollo Sustentable del Estado de Sonora (Cedes), las cuales documentan las faltas en las que ha incurrido la compañía.
El 12 de noviembre de 2009, la Conagua emitió el oficio BOO.00.R03.04.-2908 en el que destaca que Kofanor se dedica al proceso de materias primas, “con el objeto de producir harinas que sirven de alimento para el ganado y otros animales, misma que no tiene el control de sus descargas de sus aguas residuales, provocando emisiones de fuertes olores, afectando a un Centro de Rehabilitación contiguo a la empresa […].”
A través del Organismo de Cuenca Noreste de la dependencia, se informa que la misma Conagua fue la que otorgó el permiso aguas residuales de tipo industrial para riego en áreas verdes y hacia el bien nacional denominado Dren Bachoco.
La descarga, indica la Conagua, debe contar con un sistema de “tratamiento que consiste en un tanque de separación de grasas, aceites y fosa de sedimentación con filtración de grava y arena, contemplando además la construcción de tratamiento secundario consistente en biodigestor anaeróbico impermeabilizado con confinamiento y quema de gases […]”. Meses más tarde, es la Secretaría de Salud la que muestra que dichos sistemas no se habían instalado por lo que se llegó a registrar la contaminación de agua en el Río Bachoco.
Es hasta el 23 de junio de 2010, que la Cedes abrió una investigación (expediente DGPA-IV-023/10), luego de que la instancia estatal realizara una visita de inspección, por parte de la Dirección General de Protección Ambiental.
Según el documento firmado por el coordinador técnico, José Corona Celaya, se llevó a cabo un recorrido por el establecimiento “obteniendo la información requerida, procediendo a levantar un acta de inspección en la cual quedaron asentados los hechos u omisiones”.
El mismo gobernador del estado, Guillermo Padrés, atendió a representantes de los vecinos, con quienes se comprometió a resolver el caso. Según se reportó en los medios locales, a finales de mayo pasado el mandatario estatal dijo: “No permitiré que se pase por encima de los derechos de los ciudadanos. La salud es primero y no permitiré que pasen por encima de los derechos de los ciudadanos”. De ahí que se desatara el rumor de que la planta podría ser cerrada o trasladada, pero nada ha ocurrido.
Kofanor en la mira
De la inspección realizada por la Secretaría de Salud Pública se desprende que “en el área de recepción de materia prima se percibe mal olor y presencia moderada de moscas, se observan encharcamientos de lavado del área, los cuales son retirados manualmente por trabajadores que no cuentan con vigilancia médica, con insectos y malos olores del proceso”.
Perales Lupio comenta que después de una década habitar en este ejido, “con la llegada de Kofanor, nos ha cambiado nuestra forma de vida. Están contaminando todo el ambiente, el aire, estamos llenos de moscas y mosquitos, derivados de las lagunas de oxidación. Hemos tocado puertas y no hemos tenido repuesta favorable de ninguna de las dependencias a las que acudimos.
“La gente de aquí no quiere a esta compañía. Nos cambió totalmente nuestro proyecto de vida. En este ejido se tenía plan de llevar a cabo un proyecto ecoturístico, que por el momento no se puede ejecutar. Además de que se están perdiendo el valor de los predios. No se puede vivir igual. Anda uno con dolores de cabeza, irritación en la garganta, vómito.”, se queja.
Manrique Patiño Fierro, regidor del ayuntamiento de Cajeme, dice que con las emanaciones que hay al medio ambiente, “no sabemos qué repercusiones a la salud pueda tener todo esto, pero pensamos que en cinco o seis años se pueden comenzar a ver los efectos en la salud de los vecinos”.
El problema, dice el político sonorense, es que hay una cerrazón por parte de las autoridades, pues nadie hace nada para que esto se detenga.
“Se ha presentado en el cabildo la queja de los vecinos de este ejido y propietarios de predios; con ella se solicitó una investigación, pero hasta el momento no se ha hecho nada.
“Como regidor he solicitado el cambio de uso de suelo y el impacto de estudio ecológico, desde el 21 de enero pasado. No han sido entregados los documentos”, dice. Lo peor, agrega, es que en esta región del país “estamos a punto de llegar a los climas más intensos, que provocan que la contaminación y los mosquitos se incrementen con el calor”.
Leyes desatendidas
Isabel Zavala Valenzuela, presidenta del comisariado ejidal, advierte que las afectaciones ambientales en las que puede estar incurriendo Kofanor violenta lo dispuesto en la Ley del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente del Estado de Sonora, en su artículo 209, que señala la responsabilidad de las autoridades locales de responder rápidamente a las denuncias ciudadanas.
“La Comisión o el Ayuntamiento, a más tardar dentro de los 15 días hábiles siguientes a la presentación de la denuncia, hará del conocimiento del denunciante el trámite que se haya dado a aquélla y, dentro de los 20 días hábiles siguientes, el resultado de la verificación de los hechos y medidas impuestas”, puntualiza la Ley.
Además de que en los incisos del artículo 110 de la misma se lee: “La calidad del aire debe ser satisfactoria en todos los asentamientos humanos y en las regiones del Estado”. Además de que “las emisiones de contaminantes de la atmósfera, sean de fuentes artificiales o naturales, fijas o móviles, deben ser reducidas y controladas para asegurar una calidad del aire satisfactoria para el bienestar de la población y el equilibrio ecológico”.
Observaciones de la inspección sanitaria
Además de las condiciones ambientales y de contaminación alrededor del ejido La Esperanza, la Secretaría de Salud Pública de Sonora documentó diversas irregularidades en la operación de la planta Kofanor, de las que destacan:
No hay estudios de inspección médica de los empleados
Tanque de combustóleo con capacidad de 102 mil 661 litros sin rótulo de identificación
En el área de calderas, trabajadores sin protección auditiva
Derrames y encharcamientos malolientes de un líquido “verde oscuro”
En el área donde procesan la sangre animal se encuentran trabajadores sin protección respiratoria
No hay monitoreo de polvo y ruido ambiental laboral