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Capitalismo neoliberal: criminales que no rinden cuentas

Hace retroceder a la ciudadanía a la década de 1920, además de cegarse por aumentar sus beneficios más y más a costa de la mayoría de la gente común, claro, caiga quien caiga. También destroza la economía y se carga la Tierra. Y lo hace todo sin que le tiemble un párpado.

Reforma financiera: el premio a la banca usurera

Los señuelos para aprobar la reforma financiera –más y mejores créditos para las familias y las empresas– nunca podrán alcanzarse, pues dos de las condiciones requeridas están canceladas con el actual modelo económico neoliberal: la intervención del Estado y la igualdad de circunstancias de los competidores en el mercado

La reforma financiera o el premio a la usura

¿Usted es de los ingenuos que creen que con su voto contribuyeron al encumbramiento de Enrique Peña Nieto y al retorno triunfal de la vieja pandilla autoritaria, con su control de las dos cámaras –farsa democrática útil para ocultar el dinero sucio y las prácticas turbias empleados por los grupos dominantes para aceitar esas victorias–, ya sea porque es un sincero militante o simpatizante del priísmo, o porque legítimamente aspiraba a un cambio, luego de la docena trágica de un partido desacreditado que se hunde en el detritus de la corrupción, y la llamada “izquierda” oficial e inofensiva le resultaba visceral, ideológica o políticamente repulsiva para apoyarla?

Las deudas impagables de estados y municipios

A principios de la década de 1990, la banca comercial encontró en las administraciones de los gobiernos estatales y municipales a los mejores clientes cautivos mediante el crédito. A ellos puede cobrarles tasas de interés estratosféricas sin que alguien proteste y sin importar la persona o partido político que esté en el poder, pues al final de cuentas las impagables deudas de gobiernos y municipios se heredan a las siguientes administraciones y éstas se garantizan ni más ni menos que con el presupuesto público.

El derrumbe de los mitos en el anarco casino financiero

Apenas fue una modesta escena de nerviosismo resentido entre la manada de insaciables inversionistas que especulan a su gusto en los casinos mexicanos, con la generosa complacencia de los gerentes priísta-panistas de la revolución de los ricos contra los pobres, o en cualquier otro país que les ofrezca ganancias rápidas, sin restricción alguna, sin ningún costo. Fue como una especie de divertimento, el cual antecede a la estampida de capitales, harto conocida desde 1981, con sus consecuentes efectos devastadores y cuyas principales víctimas son las mayorías. Porque los grandes buitres, versados en doblegar gobiernos, el pillaje financiero, derrumbar mercados y hundir economías, levantan el vuelo a tiempo, huyen precipitadamente y rara vez pierden.

No hay democracia real con impunidad

José Manuel Paredes, catedrático de derecho penal, dice que “hay delitos económicos que no se juzgan y, cuando se juzgan, casi nunca acaban en condena”. Cierto. Los delitos económicos, los que comete la minoría rica, se persiguen poco y se castigan menos. Y cuando raramente los delincuentes de esa minoría son imputados, sus abogados dilatan los procedimientos hasta poder acogerse a la prescripción de los delitos. Por fin, los escasos condenados suelen ser indultados. Impunidad.

Realidades y quimeras de la reforma financiera

En algún sentido Guillermo Ortiz –actualmente bien cebado por la familia del difunto Roberto González Barrera que lo ocupa en su empresa de Banorte, ese oligarca encumbrado en las ciénagas neoliberales y que en vida fue generoso amigo y socio en negocios de dudosa reputación de Raúl Salinas Lozano y sus turbios retoños Carlos y Raúl Salinas de Gortari– tiene razón cuando afirma que “la reforma financiera no va a tener impacto notable en el corto plazo.

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