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Las cosas del querer

Desde las elecciones del pasado 20 de diciembre en España hay políticos que están en el burladero esperando que amaine el griterío de los tendidos y tratando de adivinar qué es lo que quiere el respetable. Algunos voluntariosos intérpretes de la voluntad general nos aseguran que la gente lo que desea es que haya estabilidad en el país, otros aseguran que está claro que apetece cambio, los hay que vislumbran una reclamación de entendimiento entre unos y otros. Lo cierto es que el mensaje no ha quedado nada claro: más bien hay varios que se superponen cacofónicamente, sin entenderse nada de nada.

No es activismo de sillón, es ciberactivismo

Es clásica la burla en redes sociales a quienes llevan a esas plataformas críticas a los gobiernos, reclamos ante injusticias y organización de protestas. Es algo inútil, dicen quienes las descalifican.

La dominación por medio del discurso y el lenguaje

Estoy de acuerdo con Miguel Ángel Rus cuando asegura que “para cambiar el mundo, tenemos que recuperar el significado de las palabras”. El lenguaje es un arma para construir la conciencia crítica colectiva para cambiar las cosas. Para bien. Pero el lenguaje también se utiliza para reducir, impedir o destruir esa conciencia crítica. Y, por tanto, retrasar el cambio necesario.

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