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México, en el caos económico

Tratar de estabilizar la moneda ya ha costado 27 mil millones de dólares, entre 2015 y enero de 2016. Pero el desastre no amaina: la paridad mexicana bordea los 19 pesos por dólar. Y el precio del barril de petróleo podría caer a 16 dólares. La respuesta del gobierno: recurrir al fondo de estabilización, aplicar más impuestos, comprar más deuda y reducir aún más el gasto público

Venta de petróleo sólo captará la mitad de lo presupuestado

En la primera quincena de enero el peso se devaluó 7 por ciento y se ubicó en el máximo de 18.30 pesos por dólar. En lo que va del peñismo, ha caído 36 por ciento. La bolsa cayó 0.4 por ciento en 2015 y 5.3 por ciento al inicio de 2016. Mientras, el petróleo sólo captará 50 por ciento de lo presupuestado en el año. ¿Quién pagará los errores que han quebrado México?

México: en el tobogán

El fin de año, debido a sus fiestas, despedidas, brindis y vacaciones, es propicio para que muchas noticias que pudieran ser importantes y hasta preocupantes resulten intrascendentes, pasen desapercibidas. Es el caso nuevamente en este 2015.

El estancamiento y la terapia de choque de 2016-2018

De aquí a 2018 quedarán fuera del mercado laboral formal 1 millón 200 mil personas que busquen por primera vez un empleo; y los salarios mínimo y contractual mantendrán la pérdida respectiva de su poder de compra: 76 y 50 por ciento, respectivamente. En todo el sexenio, el crecimiento medio real anual difícilmente llegará al 2 por ciento.

Cortar las alas en plena caída

No cabe duda que los Chicago Boys son incorregibles, como cualquier fundamentalista que se respete. Si es que, por supuesto, se puede ponderar a alguien estrecho de miras, que ante cualquier circunstancia que trastorne el orden y el estado de las cosas que reza su catecismo económico, recurra inmediatamente, imperturbable, a ofrecer las mismas soluciones que recomienda su canon doctrinario. Aunque su doctrina y sus terapias rehabilitadoras estén desacreditadas en todos lados, salvo entre sus propios creyentes y los escasos beneficiarios de las mismas –que se supone que son los que valen, porque forman parte de la casta oligárquica global, cuyos intereses protegen y benefician de las políticas económicas ortodoxas–, cosechen fracaso tras fracaso, y sus resultados agraven los problemas que esperaba resolver.

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