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La reforma financiera o el premio a la usura

¿Usted es de los ingenuos que creen que con su voto contribuyeron al encumbramiento de Enrique Peña Nieto y al retorno triunfal de la vieja pandilla autoritaria, con su control de las dos cámaras –farsa democrática útil para ocultar el dinero sucio y las prácticas turbias empleados por los grupos dominantes para aceitar esas victorias–, ya sea porque es un sincero militante o simpatizante del priísmo, o porque legítimamente aspiraba a un cambio, luego de la docena trágica de un partido desacreditado que se hunde en el detritus de la corrupción, y la llamada “izquierda” oficial e inofensiva le resultaba visceral, ideológica o políticamente repulsiva para apoyarla?

El Plan de Seguridad de Peña Nieto

Desde antes de asumir el poder, el equipo de Enrique Peña Nieto manifestó que, de llegar a la Presidencia de la República, habría cambios en la estrategia de combate al crimen organizado: se mantendría la lucha de manera implacable, pero desde un enfoque interno regionalizado, como ha impulsado últimamente el gobierno de Estados Unidos y otros regímenes latinoamericanos. Es necesario precisar que el Plan de Seguridad de Peña Nieto no se ha dado a conocer como tal, de manera completa; sí se han esbozado ya varios aspectos.

“Entregarse a Jesús”… y el Estado ausente

Era muy común encontrar –a partir de la década de 1950 en determinadas colonias, sobre todo en la que nací, la Guerrero– en las ventanas de algunas casas un letrerito que decía: “Este hogar es católico. No aceptamos propaganda comunista o de otras religiones”. Junto a la frase había una estampa de la virgen María o de Jesucristo.

“Donde manda Azcárraga no gobierna Peña Nieto”

Nostálgico del sistema presidencialista fuerte, omnímodo, desde la máxima tribuna de la llamada república, un orador evoca la rehabilitación de la potestad rectora del Estado perdida durante la pesadilla teocrática panista, abyectamente entregada al vasallaje y la rapiña de los grupos de poder internos y externos, en particular de los oligárquicos, a cambio de su fallido respaldo para tratar de mantenerse en el gobierno, cuidándose, desde luego, de señalar que su debilitamiento no fue iniciado por los panistas.

Lecciones de historia a la tecnocracia: Díaz apadrina a los monopolios

A de que en los primeros 6 meses de gobierno la persistencia en la aplicación del modelo neoliberal ha estacando la economía, ha desplomado la generación de empleo y empobrecido a millones de mexicanos con el alza de la canasta básica, la energía eléctrica, el gas doméstico y las gasolinas, los nuevos tecnócratas –como el actual secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray– insisten en alentar la reforma energética que, a su parecer, contribuirá a abaratar las tarifas eléctricas bajo el sofisma de que al existir una mayor participación de empresas privadas en el sector habrá mejores precios. Argumento similar al esgrimido para abrir las puertas de la privatización en Petróleos Mexicanos (Pemex).

El último bastión: la Ciudad de México

Comandos armados secuestran jóvenes en antros, un informante de la agencia estadunidense antinarcóticos (DEA, por su sigla en inglés) asesinado a plena luz del día, un general acribillado, un tiroteo entre grupos rivales de la Policía Federal, convoyes militares que viajan por la ciudad preparados para el enfrentamiento, empresarios extorsionados por grupos criminales. No estamos hablando de Reynosa, Matamoros (Tamaulipas) o Monterrey (Nuevo León). Estamos hablando de la capital de la República Mexicana.

Cortar las alas en plena caída

No cabe duda que los Chicago Boys son incorregibles, como cualquier fundamentalista que se respete. Si es que, por supuesto, se puede ponderar a alguien estrecho de miras, que ante cualquier circunstancia que trastorne el orden y el estado de las cosas que reza su catecismo económico, recurra inmediatamente, imperturbable, a ofrecer las mismas soluciones que recomienda su canon doctrinario. Aunque su doctrina y sus terapias rehabilitadoras estén desacreditadas en todos lados, salvo entre sus propios creyentes y los escasos beneficiarios de las mismas –que se supone que son los que valen, porque forman parte de la casta oligárquica global, cuyos intereses protegen y benefician de las políticas económicas ortodoxas–, cosechen fracaso tras fracaso, y sus resultados agraven los problemas que esperaba resolver.

Realidades y quimeras de la reforma financiera

En algún sentido Guillermo Ortiz –actualmente bien cebado por la familia del difunto Roberto González Barrera que lo ocupa en su empresa de Banorte, ese oligarca encumbrado en las ciénagas neoliberales y que en vida fue generoso amigo y socio en negocios de dudosa reputación de Raúl Salinas Lozano y sus turbios retoños Carlos y Raúl Salinas de Gortari– tiene razón cuando afirma que “la reforma financiera no va a tener impacto notable en el corto plazo.

Ni de lejos, Obama es Lincoln (ni mucho menos Peña es Juárez)

Se pueden aprovechar otras experiencias históricas y, cambiando lo que se tenga que cambiar, implantarlas sobre todo para los nacientes Estados donde se constituyen sociedades que, con medios jurídicos, generan sus gobiernos para conquistar fines políticos, económicos y sociales-culturales, afianzadas en sus tradiciones rescatables. Pero no hay imitaciones ni ciclos, como postulan quienes catearon el encanto de la “astucia de la razón” de Hegel y el hegelianismo de derechas al que se afiliaron Oswald Spengler, Arnold Toynbee y demás seudohistoriadores de “tijeras-y-engrudo” (Robin G Collingwood, Idea de la historia; Ensayos sobre la filosofía de la historia y El nuevo Leviatán: hombre, sociedad, civilización y barbarie). Aunque lo parezca, nada se repite en el curso de la humanidad. Y cada pueblo, cada nación, son singulares al crear su pasado y su presente que es el único futuro inmediato.

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