La opinión pública mundial comienza a ver más claramente la realidad de la guerra contra Siria. Después de tanta desinformación de la prensa comercial, aparece la cruda realidad: una guerra por encargo fomentada y financiada por un grupo de potencias imperialistas, una guerra geopolítica donde se lucha por el control de los corredores energéticos del gas y del petróleo. Hasta el día de hoy, Estados Unidos y sus aliados siguen calculando qué hacer para ganar una guerra con la que creen poder reactivar sus desgastadas economías, pero en realidad se trata de una aberración donde nadie va ganar ni económica ni éticamente nada