Desde la antigüedad (Historia de la guerra del Peloponeso, donde se cuenta la historia, política y estrategias de Tucídides) hasta las épocas moderna y contemporánea, no hay guerra, externa o intestina, en la que participen las Fuerzas Armadas como ejércitos que no tengan como agenda o plan de acción las tácticas y, sobre todo, las estrategias. Sin ellas, no hay guerras. A lo mucho son simples represiones que, sin una finalidad, provocan baños de sangre. Los autócratas en el poder las usan para intereses particulares (como la preparación de golpes de Estado, por ejemplo) y, si acaso, para combatir a un enemigo de afuera o de adentro sin el mayor de los éxitos.