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En el año 500 de la caída de México-Tenochtitlan ante la Corona española y del formal inicio del colonialismo europeo en América, indígenas mexicanos hacen el viaje a la inversa. En un navío nombrado la Montaña, zarpan de tierras americanas, atraviesan el Atlántico y llegan a Europa. La descubren. Apenas debajo de los oropeles del publicitado “primer mundo” encuentran pueblos despojados, explotados, masacrados… pero que resisten, se rebelan, se organizan, mantienen la digna rabia, como gustan decir.

Por ello, renombran Europa como “Tierra Insumisa”. Apenas pisan tierra firme, en Galicia, Estado español, el pasado 22 de junio, así llaman los indígenas al territorio que, reconocen, habitan personas, pueblos, que no se resignan, no se desmayan, no se rinden, no se venden y no claudican. Quienes les reciben adoptan con júbilo y algunas lágrimas el nombramiento.

Estos indígenas en Europa, que llegan por vías marítima y aérea, son rebeldes. La mayoría son integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), es decir, son de raíz maya; otros tantos, son representantes del Congreso Nacional Indígena, casa de los 68 pueblos originarios con sus miles de comunidades en lo que hoy es México. Como decíamos, son insurgentes; pero no van armados, no llevan odio en sus palabras y, más que hablar, han dicho, les interesa escuchar.

La expedición por Europa, “Gira por la Vida”, es apenas la primera parte de una expedición mundial que en este año y, al menos, el siguiente los llevará a los cinco Continentes del planeta. En este capítulo europeo tienen programado visitar 30 países, territorios y Estados. Si bien han empezado en España, Portugal y Francia, su itinerario incluye las remotas tierras de Rusia, Turquía y Ucrania, por nombrar las más orientales del Viejo Continente.

Expertos en romper cercos militares, mediáticos y políticos, los zapatistas lo vuelven a hacer. Quienes los veían acorralados, apabullados por el nuevo discurso hegemónico que reza que ya no hay razón ni lugar para la rebeldía y que deben agradecer el desarrollismo que se dicta para sus territorios, se ven sorprendidos. ¿Cercados los zapatistas? ¿Aislados? Para nada. Han vuelto a deshacer las líneas del enemigo, basados en una fórmula que hace años reveló el subcomandante insurgente Marcos: “[…] la maravilla de la sorpresa no está sólo en hacer algo inesperado, también en dónde hacerlo, cuándo hacerlo, con qué hacerlo… y con quién hacerlo […]”.

Hace 500 años las tierras americanas atestiguaron el inicio de masacres, violaciones y genocidios, que se extienden hasta el día de hoy, en nombre del despojo a veces llamado “desarrollo”. Pero no fueron pueblos los que declararon el exterminio de otros pueblos. Fueron las elites económicas, gobernantes y militares españolas, portuguesas e inglesas las que, en su ambición, iniciaron el sometimiento y el despojo de los nativos americanos.

Miles, millones, pelearon y sucumbieron. Un número indeterminado de pueblos indígenas fueron exterminados y desaparecieron para siempre. Pero otros miles, millones, pelearon y resistieron. No fueron conquistados y su rebeldía hoy sigue poblando cañadas, sierras, valles, desiertos y ciudades mexicanas, americanas.

A 500 años, los indígenas zapatistas no van a que les pidan perdón, pues buscan en el mundo a sus iguales, a quienes resisten y, sin ambages, asumen una lucha anticapitalista; a quienes rechazan que la socialdemocracia –cuando llega al poder– sea la cúspide, “lo posible”, de las luchas de liberación.

Como campesinos que son, siembran con cada paso. Veremos qué matas crecerán en la Tierra Insumisa que hoy caminan los zapatistas. El maíz se alzará junto al trigo. A eso le apuestan.

Aunque no se asumen poseedores de la verdad, ni vanguardia, ni cabeza de nada, sino apenas una pequeñísima, “insignificante”, parte de las luchas de resistencia y de liberación, los zapatistas están fungiendo como puente de entendimiento entre movimientos anticapitalistas de todo el mundo. Y ellos mismos se están generando una red de solidaridad global. Como han hecho siempre, no sólo sueñan la utopía sino la construyen. Y en la acción directa la van repensando, rehaciendo, remendando… Y haciendo enojar a los bien portados.

En esta gira, las fronteras nacionales se revelan como lo que son: muros de contención para los indeseables: los pobres, los indocumentados, los extemporáneos. Y queda claro que el Colonialismo es el mismo de hace desde hace 500 años: no es de un pueblo sobre otro, sino de una clase social sobre otra. Las patrióticas elites no tienen empacho en usurpar a sus propios “connacionales”.

Fragmentos

Mientras, las 143 familias desplazadas triquis que regresaban a su comunidad  de Tierra Blanca Copala, Oaxaca, fueron interceptadas este miércoles 28 por un grupo de integrantes del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT) encabezado por la diputada federal suplente Emelia Ortiz. Les impidieron el paso, en desconocimiento de los acuerdos alcanzados para el retorno de las mujeres, hombres, niños y ancianos que tuvieron que dejar sus hogares hace más de medio año… Sí a la consulta, sí al juicio contra los expresidentes y demás políticos responsables de crímenes contra la sociedad. Sí a la investigación de los hechos y al derecho a saber lo que realmente ocurrió. Y, sobre todo, sí a la justicia y la solidaridad para las víctimas.

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