Con un promedio de 24 homicidios por cada 100 mil habitantes, América Latina es una de las regiones más violentas del mundo. Supera cuatro veces la media de homicidios a nivel mundial.
El crecimiento económico, la democratización y las mejoras en la calidad de vida no se traducen en una disminución de los índices de la violencia, como se pensaba antes, señala Christian Ascenso, doctor en ciencia política y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. La desigualdad social, en cambio, sí está directamente relacionada. Ello indica la importancia de que los estudios en el tema atiendan explicaciones culturales y sociales.
Cecilia Jaramillo, maestra en gobierno y asuntos públicos, aborda la importancia de que las políticas públicas para combatir la violencia se generen atendiendo a la evidencia de estrategias exitosas y observando las necesidades locales y no los planes nacionales o regionales.
En los últimos años en América Latina se han realizado reformas a los sistemas de justicia que han incrementado las penas, ampliado los delitos punibles y reducido la edad de imputabilidad. En general, el sistema de justicia funciona bajo la lógica del castigo y no de la reinserción social. El aumento en la inseguridad ha provocado que la sociedad exija mayores respuestas en este ámbito.
El Banco Interamericano de Desarrollo atribuye costos económicos a la violencia en Latinoamérica, no sólo debido a los gastos en políticas para combatirla, sino principalmente dada la baja en productividad que causa el homicidio o encarcelamiento de jóvenes de entre 15 y 30 años.
El tema de la violencia en el continente fue tratado en la mesa de debate “Dimensiones de la violencia en América Latina: saldos y desafíos” realizada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales con la participación de Christian Ascenso y Cecilia Jaramillo.
Alba Olea