En México, extensas superficies de bosque han sido degradadas o transformadas en campos agrícolas, pastizales para ganado o zonas urbanas; o han sido víctimas de incendios forestales y tala ilegal. Al año, se pierden 155 mil hectáreas de bosque, reconoce la Comisión Nacional Forestal. En lo que va del sexenio de Felipe Calderón, 775 mil hectáreas han sido devastadas. Tan sólo en 2011, casi 1 millón de hectáreas se dañaron por 12 mil incendios forestales registrados. Greenpeace tiene otras cifras. Según la organización no gubernamental, son 500 mil hectáreas de bosque las que el país pierde año con año
En México, de 2007 a 2011, se perdieron 775 mil hectáreas de bosque, reconoce en entrevista Juan Manuel Torres Rojo, director general de la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Además, en 2011, se registraron 12 mil 42 incendios forestales que afectaron 954 mil 800 hectáreas.
A pesar de estas cifras, señala: “Nosotros hacemos toda la estimación, no solamente de lo que se perdió, sino en qué se transformó; de ahí sabemos si ese terreno se va a recuperar o no […]. La tasa de deforestación va a la baja. Se ha invertido en la conservación, protección y restauración”.
En contraste, Héctor Magallón, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace, afirma que la cifra oficial es errónea. “Estamos entre los cinco países con mayor velocidad de deforestación en el mundo, y somos el segundo lugar en América Latina después de Brasil […]. Anualmente, se devastan más de 500 mil hectáreas”.
María Araceli Vázquez Camacho, secretaria de la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara de Diputados, considera que en esta “guerra” de números “hay una doble moral, un doble discurso”. Para la diputada perredista existe una estrategia medioambiental, pero no se aplican las leyes y se favorece al sector empresarial a costa de la depredación y destrucción de los ecosistemas.
La Asamblea General de las Naciones Unidas, el 20 de diciembre de 2006, en su resolución 61/193, declaró 2011 el Año Internacional de los Bosques. No obstante, el cambio de uso de suelo a favor de las actividades agropecuarias, la expansión de las áreas urbanas, los incendios forestales y la tala ilegal son las principales causas de la deforestación en el territorio mexicano.
Del 1 de enero al 24 de noviembre de 2011, se registraron más de 12 mil incendios forestales que afectaron 954 mil 800 hectáreas de zonas arboladas con pastos, arbustos y matorrales, de acuerdo con datos de la Conafor. Las entidades más afectadas son el Estado de México, Chihuahua, el Distrito Federal, Michoacán, Jalisco, Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Hidalgo, Chiapas, Coahuila, Quintana Roo, Sonora, Zacatecas, Durango, Baja California, Oaxaca y Nuevo León.
Torres Rojo explica que la Comisión contabiliza el material cartográfico sobre uso de suelo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía para obtener los porcentajes de deforestación. Con relación a la información que maneja la organización ambientalista, argumenta: “Depende mucho del tipo de información [con la que se cuenta], el procesado [de la misma] y la escala. A veces podemos tomar la imagen y decir sí es un bosque, pero a la mejor es un maizal o un bosque en diferentes condiciones”.
Greenpeace ha documentado cinco casos de deforestación. En Veracruz principalmente ?Uxpanapa, Orizaba, Los Tuxtlas y alrededor de la ciudad de Jalapa?, y en Tabasco más del 90 por ciento de los bosques y selvas se han destinado al sector agropecuario. En Michoacán (región purépecha), durante los últimos 42 años la zona aguacatera ha crecido en un 650 por ciento. La cobertura forestal del parque nacional La Malinche ?entre Puebla y Tlaxcala? se ha reducido a la mitad desde 1994, cuando fue declarada área natural protegida. Finalmente, la aprobación federal de la autopista Lerma-Tres Marías a través del Gran Bosque de Agua (ubicado entre Cuernavaca, Toluca y el Distrito Federal) y la probable construcción del Arco Sur en la misma zona.
En divergencia, comunidades como Amanalco, Estado de México; Cuetzalan, Puebla; Ixtlán de Juárez, Oaxaca; el nuevo San Juan Parangaricutiro, Michoacán, y Carrillo Puerto, Quintana Roo, “tienen una gran experiencia en el manejo de sus bosques”, agrega Héctor Magallón.
Uno de los compromisos adquiridos por México durante la pasada Cumbre del Clima en Cancún COP 16 (diciembre de 2010) es lograr la cero deforestación para 2020. Se busca la reducción de emisiones por deforestación y degradación como parte de los acuerdos de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
—¿Se cumplirá la meta?
—Si en las siguientes administraciones se sigue teniendo una intensidad de restauración similar a la que se tiene ahora, antes de 2020 logramos la meta. Se debe continuar una estrategia de restauración porque hemos perdido mucho. Hay que recuperar estos suelos que ya no tienen productividad, y eso demanda más tiempo y dinero –puntualiza Juan Manuel Torres, quien fue designado titular de la Conafor por el presidente Felipe Calderón, en septiembre de 2009.
Francisco Agundis Arias, presidente de la Comisión de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca del Senado de la República, y Vázquez Camacho no son optimistas. Para el senador del Partido Verde Ecologista de México, “hay actos ilícitos que se cometen en el tema de la deforestación como el cambio de uso de suelo desmedido, la tala clandestina y los incendios, aunado a ciertas situaciones climatológicas como la degradación hídrica extrema que afecta a Sonora, Guanajuato, Nuevo León y San Luis Potosí”.
El gobierno federal opera al menos 13 programas enfocados al manejo de tierras agrícolas, 10 a terrenos forestales y protegidos, y cinco a terrenos pecuarios y de vida silvestre. Los organismos que desarrollan acciones en materia de manejo y conservación del suelo son: la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación; la Comisión Nacional de Zonas Áridas; la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat); y la Conafor.
Entre los propósitos del Programa Institucional 2007-2012 de la Comisión Forestal están: reducir la pérdida de superficie, restaurar las zonas afectadas y proteger la capacidad de los ecosistemas para proporcionar bienes y servicios ambientales.
Héctor Magallón cree que el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2012 no contribuye a revertir la deforestación. “Los 6 mil 812 millones de pesos deben reorientarse a una política sustentable. Además, las plantaciones forestales comerciales, de reforestación y conservación de suelos y pago por servicios ambientales no detienen el problema”.
“Sin duda, las necesidades son mayores. Por ejemplo, el Programa de Pago por Servicios Ambientales es el más grande que hay en el mundo en cuanto a cobertura y actualmente cubre 2.3 millones de hectáreas; sin embargo, el potencial donde se podría aplicar es cerca de 20 millones de hectáreas, 10 veces más de lo que se cubre ahora”, indica Juan Manuel Torres.
Para Héctor Magallón, “los recursos son muchos”, pero hay que redirigirlos a los programas que fortalezcan las capacidades organizativas de las comunidades y ejidos que son dueñas del 70 por ciento de los bosques en el país, a quienes sólo se destina un 10 por ciento de los recursos del sector forestal.
“No hay voluntad política; de ello dependería el cumplimiento de las metas en materia forestal”, señala Rubén Treviño Friederichsen, secretario de la Cooperativa por un Ambiente Biodiverso y Sustentable. Demanda, al igual que Héctor Magallón, mayor transparencia en la designación y uso de los recursos.
Araceli Vázquez asegura que los integrantes de la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara de Diputados habían determinado reducir el presupuesto a la Conafor. La causa: “La opacidad en la información con la que se está manejando la Semarnat y la falta de evaluación a la Conafor. Sin embargo, se incrementó porque la bolsa que nos otorgaron para enfrentar varios problemas ambientales resultó de 1 mil 500 millones de pesos”.
En México existen 64 mil 802 hectáreas de bosque, de acuerdo con el documento la Situación de los bosques del mundo 2011, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, de los cuales sólo 3 mil 203 están plantadas, 8 mil 488 están designadas para la conservación de la diversidad biológica y 3 mil 203 para la producción. En este sentido, la Organización define como bosque aquella superficie de por lo menos media hectárea con una cobertura arbórea de más de 5 metros en el 10 por ciento del terreno.
Al respecto, el doctor en Economía y Manejo de Recursos Naturales Juan Manuel Torres, señala: “Puede ser que por las condiciones del suelo así sea su estado natural. Por ejemplo, un cerro cada vez que se avanza tiene menos densidad de arboles y en la punta hay puro pasto; precisamente, ésa es su condición natural: el suelo, la humedad y sus nutrientes no dan para que haya muchos arbolitos”.