Paz y antimperialismo en Martin Luther King y José Martí*

Paz y antimperialismo en Martin Luther King y José Martí*

Martin Luther King y José Martí vivieron en tiempos, geografías y contextos políticos y socioeconómicos distintos. Pero ambos coincidieron en sus ideales antiimperialistas, anticapitalistas y de reivindicación de los derechos de los pueblos oprimidos. También, en la certeza de que es necesario construir una unión entre los países del Continente distinta a la que hoy prevalece, basada en la imposición del poderoso. Es necesario construir “Nuestra América” con base en la fraternidad y la hermandad

Connecticut, Estados Unidos. Conmemoramos el legado de quien fuera la personificación de los derechos civiles, el doctor Martin Luther King cuyo aniversario de su natalicio es el día 15 de enero, y estamos analizando más de cerca los aspectos de su herencia intelectual, que a menudo pasan por alto los medios de comunicación, y en consecuencia el público en general.

Si bien el ganador del Premio Nobel de la Paz de 1964 estará eterna y correctamente vinculado a la no violencia, también fue un firme adversario del sistema opresivo del capitalismo. Nacido en Atlanta, Georgia, el 15 de enero de 1929, murió asesinado a la edad de 39 años; personalmente creo que su abierta oposición a la guerra (en Vietnam y en general) y al capitalismo fue la verdadera razón detrás del atentado.

Tres años y medio antes de alcanzar la prominencia nacional como una de las figuras protagónicas durante el boicot antirracista de los autobuses de Montgomery (1 de diciembre de 1955-20 de diciembre de 1956), en una carta a su esposa, Coretta Scott-King, fechada el 18 de julio de 1952, el joven predicador de 23 años escribió: “Me imagino que ya sabes que soy mucho más socialista en mi teoría económica, que capitalista. El capitalismo comenzó con un motivo noble y elevado, pero como la mayoría de los sistemas humanos, fue víctima de aquello contra lo que se rebelaba. Así que hoy el capitalismo ha llegado al fin de su utilidad”.

Abordó el tema nuevamente durante el Consejo Laboral Negro Americano de la AFL-CIO, el 1 de diciembre de 1961: “Llámalo democracia, o llámalo socialismo democrático, pero debe haber una mejor distribución de la riqueza dentro de este país para todos los hijos de Dios”, afirmó.

Martin Luther King a menudo exigió igualdad económica, como durante un mensaje de 1966 a los trabajadores de su movimiento: “Estamos afirmando que algo está mal con el capitalismo. Debe haber una mejor distribución de la riqueza y tal vez Estados Unidos debe avanzar hacia un socialismo democrático”. Durante un discurso del 30 de marzo de 1967 en la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur de Atlanta, Georgia, señaló: “Los males del capitalismo son tan reales como los males del militarismo y los males del racismo”.

Luego, en mayo de 1967, aconsejó: “Debemos reconocer que no podemos resolver nuestro problema ahora hasta que haya una redistribución radical del poder económico y político, esto significa una revolución de valores y de otras cosas. Debemos ver ahora que los males del racismo, la explotación económica y el militarismo están todos unidos. Realmente no puedes deshacerte de uno sin deshacerte de los otros, toda la estructura de la vida estadunidense debe ser cambiada. Estados Unidos es una nación hipócrita y debemos poner nuestra propia casa en orden”.

En la disertación titulada “¿A dónde vamos desde aquí?”, el 16 de agosto de 1967, el doctor King comentó: “Y un día debemos hacer la pregunta: ‘¿Por qué hay 40 millones de pobres en Estados Unidos?’ Y cuando comienzas a hacer esa pregunta, estás planteando preguntas sobre el sistema económico, sobre una distribución más amplia de la riqueza. Cuando haces esa pregunta, comienzas a cuestionar la economía capitalista. Y simplemente estoy diciendo que cada vez más, tenemos que comenzar a hacer preguntas sobre toda la sociedad”. Y agregó: “El capitalismo olvida que la vida es social. Y el reino de la fraternidad no se encuentra ni en la tesis del comunismo ni en la antítesis del capitalismo, sino en una síntesis superior. Ha llegado el momento de civilizarnos mediante la abolición total, directa e inmediata de la pobreza”.

No quiero especular acerca de cuál habría sido la reacción de Martin Luther King si hubiera vivido la pandemia de Covid-19, y ver morir a más de 1 millón 100 mil estadounidenses (hasta ahora) en el país más rico del mundo. Pero me arriesgo a decir que no daría saltos de alegría.

Imperialismo y fascismo: principales y extremos enemigos de la paz

Las políticas del imperialismo estadunidense y el expansionismo generalmente se opina que comenzaron con el “Nuevo Imperialismo” a fines del siglo XIX, aunque algunos consideran que la anterior expansión territorial estadunidense a expensas de los nativos americanos es suficientemente similar en su naturaleza.   El término “neocolonialismo” se ha utilizado ocasionalmente como sinónimo del imperialismo moderno.

La cuestión de si Estados Unidos debería intervenir en los asuntos de países extranjeros fue un tema muy debatido en la política local durante toda la historia de esta nación. Los opositores al intervencionismo han señalado que el origen del país como una antigua colonia que se rebeló contra un rey de ultramar, así como los valores estadunidenses de democracia, libertad y soberanía se oponen al intervencionismo.

Por el contrario, los partidarios del intervencionismo y muchos de los presidentes estadunidenses, especialmente Andrew Jackson, James K Polk, William McKinley, Theodore Roosevelt, William Howard Taft, Richard M Nixon, Donald Trump y otros, han tratado de justificar las intervenciones en muchos países citando la necesidad de promover los intereses económicos estadunidenses y sus valores, como el comercio y la gestión de la deuda, la libertad de navegación o la prevención de la intervención europea (colonial o no)  en el hemisferio occidental, manifestados en la  Doctrina Monroe antieuropea y  sobre todo antilatinoamericana de 1823; los beneficios de mantener el “buen orden” en todo el mundo, etcétera.

Todos eran presidentes, dos de ellos parientes: George Washington, James Monroe, Abraham Lincoln, Theodore Roosevelt, Franklin Roosevelt y Donald Trump, pero objetivamente gente muy diferente.

George Washington comenzó una política de no intervencionismo de Estados Unidos que duró hasta principios de los años de 1800. Estados Unidos promulgó la Doctrina Monroe en 1821, pero el deseo de expansión territorial hacia el Océano Pacífico fue mucho más explícito en la filosofía del Destino Manifiesto (que por cierto no posee un documento específico que la exprese, es una cadena de falsificaciones chovinistas para la guerra y el dominio mundial).

La gigantesca compra de Luisiana fue pacífica, pero la guerra mexicano-estadunidense de 1846 resultó en la anexión de 1 millón 370 mil kilómetros cuadrados de territorio mexicano; como comparación, la República de Colombia tiene 1 millón 141 mil 748 kilómetros cuadrados.

El no intervencionismo fue totalmente abandonado con la Guerra Hispano- Cubano-Estadounidense. Estados Unidos adquirió por la fuerza las colonias insulares de una España decadente.  La oposición interna en el propio Estados Unidos a colonizar Cuba y la resolución del pueblo cubano, permitió la independencia esa isla (aunque en condiciones de semiprotectorado).

A principios del Siglo XX, Estados Unidos conquisto la Zona del Canal de Panamá y ocupó Haití, la República Dominicana e intervino en Nicaragua, Cuba y otros países.

Después de luchar en la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Washington administró muchas islas del Pacífico capturadas durante la lucha contra Japón. Estados Unidos prometió “defender” a Alemania (que también forma parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN) y Japón (a través del Tratado de Cooperación Mutua y Seguridad entre Estados Unidos y Japón) que anteriormente habían sido los enemigos en la guerra y que ahora aparecían como “democracias” capitalistas. Estados Unidos mantiene bases militares sustanciales en ambos.

Con el colapso de los grandes imperios coloniales y el surgimiento de decenas de países recién independizados, Estados Unidos se encontró prácticamente solo a cargo de la nueva y gigantesca tarea para mantener vivo el statu quo político mundial, y frenar al progreso. La Guerra Fría reorientó la política exterior estadunidense hacia la oposición al comunismo y abrazó su papel como la única superpotencia global temporalmente con armas nucleares hasta 1949.

Aunque en las Doctrinas Truman y Reagan, Estados Unidos enmarcó tal misión como la “protección de los pueblos libres contra un sistema antidemocrático”, la política exterior antisoviética se volvió coercitiva y con frecuencia encubierta. La participación de Estados Unidos en el cambio de régimen incluyó el derrocamiento brutal de gobiernos en Irán, Guatemala y Chile, la invasión de Playa Girón en Cuba, la invasión y ocupación de Granada y la interferencia en muchas elecciones extranjeras, y muchos más actos criminales e ilegales.

La larga y sangrienta guerra de Vietnam llevó a críticas generalizadas de una “arrogancia de poder” y violaciones del derecho internacional que surgieron de unas “presidencias con visos imperiales”, donde gigantes como Martin Luther King, acusaron valientemente a Estados Unidos de una nueva forma de colonialismo, oponiéndose verticalmente a esa guerra.

El 28 de enero José Martí celebra su 170 aniversario

El 28 de enero de 2023 se cumplirán 170 años del nacimiento de José Martí. Para aquellos que no están familiarizados, Martí ocupa una posición casi sacrosanta dentro de la tradición nacional y la memoria de los cubanos. A menudo llamado “el Apóstol” y “el Maestro” es la personificación de la nación cubana y la liberación nacional. Nacido en la isla de Cuba en 1853 de padres españoles, la vida de Martí estuvo marcada desde el principio por temas de justicia e injusticia. Temprano en su existencia se enfrentó físicamente a la visión de un hombre negro que había sido linchado, describiendo más tarde el espantoso evento en su libro de poemas Versos Sencillos:

“Y alumbró a un esclavo muerto,

Colgado a un seibo del monte.

Un niño lo vio: tembló

De pasión por los que gimen;

Y, al pie del muerto, juró

Lavar con su sangre el crimen!”

Fue exiliado por su actividad revolucionaria a la edad de 17 años, deportado a España donde recibió una educación universitaria, más tarde se casó y pasó períodos en Cuba y en el exilio en varios países. Un periodo significativo transcurrió en la ciudad de Nueva York, donde se desempeñó como corresponsal de los diversos periódicos y revistas de América Latina, escribió para periódicos revolucionarios cubanos y dio discursos para recaudar dinero para los revolucionarios. También encontró tiempo para ser uno de los padres fundadores del primer movimiento literario local de América Latina: el modernismo.

Mucho se puede escribir sobre la vida de Martí, pero probablemente más importante para su memoria que su vida, es su muerte. Murió el 19 de mayo de 1895 mientras cabalgaba en batalla contra los soldados españoles en Cuba. Después de más de una década de exilio en la ciudad de Nueva York, Martí había fundado el Partido Revolucionario Cubano, reuniendo a muchas de las principales figuras del movimiento independentista. En este papel, recaudó fondos para la compra de armas, reclutó voluntarios para su ejército y organizó una expedición y levantamientos internos de la entonces colonia española.

La Guerra de Independencia de Cuba fue una insurgencia continua y feroz, cuya brutal represión por parte de los españoles formaría parte del pretexto de Estados Unidos para iniciar la Guerra Hispano-Estadunidense, que finalmente resultaría en la “independencia” de Cuba.

Esta fue una “independencia” que Martí nunca vería ni hubiera ayudado a moldear. Murió como mártir de la revolución y se convertiría en el centro de los símbolos nacionales de Cuba, una figura cuyo apoyo y legitimidad existen intocables y que crecen hasta nuestros días. Tal veneración continúa hoy, más fuerte que nunca, bajo la dirección de la vanguardia revolucionaria y el pueblo de Cuba, que considera los escritos y discursos de Martí de igual importancia que los de Marx, Engels y Lenin, como yo también lo creo.

El papel que Martí desempeña en la vida y en el pensamiento de los cubanos es un tema de la mayor consideración, que excede con mucho este espacio. Hoy, deseo aprovechar este magnífico evento como una oportunidad para considerar y analizar lo que Martí puede decirnos sobre Estados Unidos, sobre el imperialismo, sobre el internacionalismo, la colaboración y la igualdad para la toda la humanidad.

La América imperial versus la América de los pueblos

Mientras estaba en el exilio en la ciudad de Nueva York, Martí escribiría una de sus obras más famosas, un ensayo titulado Nuestra América que fue publicado por primera vez en enero de 1891 por La Revista Ilustrada de Nueva York y El Partido Liberal de la Ciudad de México. Este ensayo sirvió entonces, como puede hacerlo ahora, como una advertencia sobre el imperialismo, un llamado a la unidad entre las naciones latinoamericanas y una defensa acerba de los nativos.

“Nuestra América” se entiende como el canario en la mina de carbón, una advertencia a toda América Latina de que solo la solidaridad entre “hermanos” puede derrotar al “gigante en botas de siete leguas”. “La hora de reunirse y marchar al unísono está sobre nosotros”, advierte Martí. ¿Quién debe reunirse? ¿De quién es esta América? ¿Y quién es el gigante que debe ser derrotado?

La respuesta es la misma de siempre: el imperialismo, o el complejo militar-industrial, nunca Estados Unidos de América o su glorioso pueblo. Este gigante amenaza a la otra América, la América de Martí, América Latina. Martí identifica a los imperialistas al frente de Estados Unidos como el gigante que amenaza su hogar y a sus hermanos. Peor aún, su nación y las de sus hermanos estaban siendo dirigidas por “hombres nacidos en América, avergonzados de la madre que los crio porque usa una túnica india”, América Latina debe librarse de esas oligarquías que se inclina ante el imperialismo, así como Estados Unidos de la plutocracia que controla al gigante imperial, debemos hallar fuerzas en la unidad.

Esta unidad va más allá de la mera amistad entre países. Martí también hace un llamado al reconocimiento y respeto a los diversos pueblos que conforman estas naciones. Se puede ver fácilmente la base de un frente unido multicultural y multirracial contra el imperialismo en “Nuestra América”. Una de las diferencias clave para Martí entre América y América fue el papel de los pueblos indígenas. Contrasta “Estos hijos de nuestra América, que debe salvarse a través de sus indios y está en ascenso” con “estos desertores, que piden tomar las armas con las fuerzas de América del Norte, que ahoga a sus indios en sangre y está en decadencia”.

Estados Unidos (y las oligarquías o clases dominantes de los demás países en “Nuestra América”) son una potencia violenta, genocida, imperial-colonial, gobernada –en opinión de Martí– de forma antinatural por hombres ajenos a la tierra.

América, nos dice, debe ser dirigida por “estadistas que surjan de la nación”. América fue obstaculizada y encadenada por las “formas e ideas importadas” que fueron “heredadas de su colonizador perverso y despótico”. Para construir una América justa y libre, los estudiantes deben estudiar “la historia de América desde los incas hasta el presente”, incluso si esto significa no estudiar los clásicos de la educación europea como los griegos. Sobre todo, esta es una exhortación a enorgullecerse de lo que es “natural” para América, a favorecerla y a eliminar el fetiche de todas las cosas europeas, tomando solo lo que es útil, pero manteniendo lo que es autóctono de América como “el tronco”.

José Martí, también defendió los derechos de los antiguos esclavos y otras minorías y migrantes dentro de Estados Unidos a ser elementos plenamente reconocidos y dignificados de la sociedad.

¿Qué podemos y debemos aprender de Martin Luther King y de José Martí?

Independientemente de vivir en tiempos muy diferentes, Martin Luther King y José Martí tenían en común la clara identificación de quienes eran las fuerzas ultrarreaccionarias (por ejemplo, sólo el Klu Klux Klan en 1925 tenía de 3 a 6 millones de miembros), lo que hoy podemos llamar genéricamente fascismo, como la principal fuerza y causa de violencia  y criminalidad en Estados Unidos y en el mundo.

Al igual que “América” en la época de Martí, Estados Unidos de la segunda mitad del Siglo XX y en el presente continuaron su guerra contra los negros y otras minorías, dentro del país, y a los pueblos que querían independencia y progreso, en el extranjero, en Vietnam y muchos otros lugares.

Comenzó mucho antes. Por ejemplo, pocas semanas antes de que se publicara Nuestra América de Martí en enero de 1891, el Ejército de Estados Unidos masacró a casi 300 personas Lakota en Wounded Knee. ¿Qué pensaría al ver las acciones de los Estados Unidos en Standing Rock, o el abuso actual de las minorías y los trabajadores? Nos decía que nos uniéramos y apoyáramos su lucha, de la misma manera que les dijo a sus hermanos que liberaran a su país, Cuba, de las cadenas del colonialismo que los detienen.

Siguiendo el modelo de su internacionalismo, debemos apoyar las luchas de los pueblos de toda América, como los heroicos esfuerzos para derrotar el golpe fascista en Bolivia, o la lucha en Brasil contra la devastación de la cuenca del Amazonas de Bolsonaro, o como en los últimos días el pueblo brasileño derrotando el intento fascista contra la democracia en ese vasto país. También debemos luchar constantemente contra el imperialismo y solidarizarnos, siempre, con todos los pueblos de las Américas y del mundo.

Martin Luther King dijo en su extraordinario discurso Más allá de Vietnam:

“[…] las naciones occidentales que iniciaron gran parte del espíritu revolucionario del mundo moderno se han convertido ahora en los archicontrarrevolucionarios.”

“[…] Nuestra única esperanza hoy radica en nuestra capacidad de recuperar el espíritu revolucionario y salir a un mundo a veces hostil declarando hostilidad eterna a la pobreza, el racismo y el militarismo.”

“[…] Una verdadera revolución de valores significa, en última instancia, que nuestras lealtades deben ser ecuménicas en lugar de sectoriales. Cada nación debe ahora desarrollar una lealtad primordial a la humanidad en su conjunto con el fin de preservar lo mejor en sus sociedades individuales. Este llamado a una comunión mundial que eleve la preocupación por el prójimo más allá de la tribu, raza, clase y nación de uno es en realidad un llamado a un amor incondicional y que todo lo abarca por toda la humanidad. Este concepto a menudo mal entendido, a menudo mal interpretado, tan fácilmente descartado por los Nietzsches del mundo como una fuerza débil y cobarde, se ha convertido ahora en una necesidad absoluta para la supervivencia del hombre.”

El fascismo está creciendo en el mundo, y el Congreso de Estados Unidos acaba de aprobar un presupuesto militar de 858 mil millones de dólares, más grande que el presupuesto militar de los siguientes 10 países del mundo juntos. Ese es un insulto obsceno e indigno a la memoria de Martin Luther King.

No es suficiente, para representar la celebración de su vida, poner el nombre de Martin Luther King a cientos de calles, alabar su posición de no violencia u otras acciones selectivas y a menudo cosméticas que intentan ocultar su posición genuina y extraordinaria contra el capitalismo y por la libertad real, el fin de las desigualdades, del racismo y por la paz.

¡Gloria eterna a Martin Luther King y José Martí!

¡La humanidad no necesita Bloqueos, Sanciones o Invasiones; sino Paz y Progreso!

*Discurso pronunciado el 13 de enero de 2023 en la ciudad de New Haven por el natalicio de Martin Luther King. Ceremonia anual establecida por organizaciones progresistas y pacifistas del estado de Connecticut.

José R. Oro*, especial para Prensa Latina

**Ingeniero cubano residente en Estados Unidos