Naciones Unidas. La contaminación del aire se ha convertido en grave riesgo de muerte prematura en el mundo y anualmente cobra más de 8 millones de vidas; entre ellas, 700 mil niños menores de cinco años, indicó un estudio divulgado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef por su sigla en inglés).
“A pesar de los avances en la salud maternoinfantil, cada día mueren casi 2 mil niños menores de cinco años debido a los efectos en la salud relacionados con la contaminación del aire”, dijo Kitty van der Heijden, directora ejecutiva adjunta del Unicef, al presentar el análisis.
El documento, elaborado en colaboración con Health Effects Institute, una organización de investigación independiente en Estados Unidos, encontró que la contaminación del aire representó 8 millones 100 mil muertes en el mundo, en 2021.
La exposición a la contaminación atmosférica se relacionó con más de 700 mil muertes de niños menores de cinco años, lo que la convierte en el segundo factor de riesgo de muerte para este grupo de edad, después de la malnutrición.
“Una asombrosa cifra de 500 mil estaba relacionada con la contaminación del aire en los hogares debido a la cocción en espacios interiores con combustibles contaminantes, sobre todo en África y Asia”, indicó el reporte.
Más allá de esas muertes, muchos más millones de personas viven con enfermedades crónicas debilitantes, lo que merma su calidad de vida. Esto ejerce una enorme presión sobre los sistemas de atención sanitaria, las economías y las sociedades.
Estudios anteriores cifraban las muertes por la contaminación atmosférica en 7 millones anuales. En 2019, las nuevas cifras muestran un avance constante y la conversión de las enfermedades respiratorias en un grave factor de riesgo de muerte prematura, después de las afecciones cardíacas.
Los niños menores de cinco años son vulnerables, con efectos como el nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer, el asma y las enfermedades pulmonares.
Las 700 mil muertes anuales convierte a la contaminación del aire en el segundo factor de riesgo en el mundo para ese grupo de edad, después de la malnutrición.
El estudio muestra las graves repercusiones que tienen los contaminantes como las partículas finas en suspensión, la contaminación del aire doméstico, el ozono y el dióxido de nitrógeno (NO2) en la salud humana.
Incluye datos de más de 200 países y territorios, lo que indica que la mayoría respiran niveles insalubres de contaminación atmosférica, con repercusiones de gran alcance para la salud.
Más de 90 por ciento de las muertes por contaminación atmosférica (7 millones 800 mil personas) se atribuyen a la presencia de partículas finas en suspensión, tanto ambiental como doméstica.
Estas diminutas partículas miden menos de 2.5 micrómetros (milésimas de milímetro) de diámetro. Son tan pequeñas que permanecen en los pulmones y pueden entrar en el torrente sanguíneo. Afectan a muchos sistemas orgánicos y aumentan el riesgo de enfermedades no transmisibles en adultos.
Entre ellas, las cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, diabetes, cáncer de pulmón y enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Según el documento, estas partículas son el indicador más consistente y preciso de mala salud.
La contaminación atmosférica por partículas finas en suspensión procede de la quema de combustibles fósiles y biomasa en sectores como el transporte, los hogares, centrales eléctricas de carbón, actividades industriales y los incendios forestales.
Estas emisiones no sólo afectan a la salud de las personas, sino que también contribuyen a los gases de efecto invernadero que están calentando el planeta. Las poblaciones más vulnerables se ven afectadas de forma desproporcionada, tanto por los riesgos climáticos como por el aire contaminado.
El estudio indica que en 2021, la exposición prolongada al ozono contribuyó a unas 490 mil muertes en el mundo; entre ellas, 14 mil por enfermedad pulmonar obstructiva crónica relacionadas con el ozono en Estados Unidos, una cifra superior a la de otros países de renta alta.
A medida que el mundo sigue calentándose por los efectos del cambio climático, las zonas con altos niveles de NO2 pueden esperar ver niveles más altos de ozono, lo que traerá efectos aún mayores sobre la salud.
El informe incluye los niveles de exposición al NO2 y sus efectos sobre la salud, incluido el impacto de la exposición en el desarrollo del asma infantil.
Los gases de escape del tráfico son una fuente importante de esta sustancia, lo que significa que las zonas urbanas densamente pobladas, sobre todo en los países de renta alta, registran los niveles más altos de exposición y de efectos sobre la salud.
Asimismo, el texto ofrece buenas noticias: desde el 2000, la tasa de mortalidad de niños menores de cinco años se ha reducido en 53 por ciento, por mayor acceso a energía limpia para cocinar, mejoras en la atención sanitaria, la nutrición y más conciencia sobre los daños por la contaminación atmosférica doméstica.
Además, las medidas relacionadas con la calidad del aire en África, América Latina y Asia tienen efectos medibles y mejoran la salud pública, así como la instalación de redes de vigilancia de la contaminación atmosférica y la aplicación de políticas de calidad del aire más estrictas. Igualmente, el tráfico mediante el uso de vehículos híbridos o eléctricos.
Inter Press Service (IPS)*
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