Como absurdo, calificó la presidenta Claudia Sheinbaum el hecho de que los países –sobre todo las potencias– gasten más en armas que en atender la pobreza o el cambio climático. Por ello, felicitó al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, por la iniciativa progresista y justa de la Alianza Global contra el hambre y la pobreza.
La primera mandataria mexicana cuestionó que el gasto en armas creció casi el triple que la economía mundial, en dos años. Indicó que la economía de la destrucción alcanzó un gasto de más de 2.4 billones de dólares, mientras que unos 700 millones de personas en el mundo aún viven por debajo de la línea de pobreza.
En nombre del pueblo mexicano –al que describió como generoso, solidario y sabio–, Sheinbaum Pardo llamó a las grandes naciones a forjar la paz, la fraternidad y la igualdad, y a construir en lugar de destruir. Por ello, propuso crear un fondo con el 1 por ciento del gasto militar de los países que integran el G20 y destinarlo al programa de reforestación más grande de la historia: Sembrando Vida.
Ello, dijo, liberaría unos 24 mil millones de dólares al año (12 veces lo que ya destina México) para apoyar a 6 millones de sembradores de árboles. Con ello, explicó la presidenta, se reforestarían 15 millones de hectáreas –superficie que equivaldría cuatro veces Dinamarca, Guatemala, Belice y El Salvador juntos.
Con ello, dijo, se mitigaría el calentamiento global y se restauraría el tejido social, lo que además ayudaría a las comunidades a salir de la pobreza. “La propuesta es dejar de sembrar guerras, sembremos paz y sembremos vida”.
Frente a los presidentes y primeros ministros, Claudia Sheinbaum narró que, en 2018, en México se inició el proyecto político que ahora representa, con “cimientos en nuestra memoria, la de los pueblos originarios que forjaron civilizaciones gloriosas mucho antes de la invasión española y a la fecunda historia política de un pueblo con héroes y heroínas extraordinarios, que forjaron un país libre, independiente y soberano. A nuestro pensamiento le llamamos el humanismo mexicano y a nuestro modelo, la economía moral. Quedó atrás el dogma de fe neoliberal, de que el mercado resolvía todo”.
Además, dijo, se demostró que la teoría de que regando arriba gotearía abajo era absurda. Y agregó que en México “superamos todos los días la etapa de la oprobiosa corrupción y hemos logrado separar el poder económico, del poder político. Quedó en el pasado el desprecio por el pueblo y hoy se edifica con democracia e igualdad, una nueva era, que tiene como base la máxima de la prosperidad compartida o dicho de forma llana: por el bien de todos, primero los pobres”.
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