La guerra por la hegemonía mundial ha empezado. Hasta ahora ha podido evitarse la conflagración militar directa, pero los contendientes están claros y los intereses encontrados. La manera en que se resuelvan cinco problemas de la región Asia-Pacífico determinará si el mundo entrará a una nueva etapa geopolítica o se sumirá en una guerra con final incierto
La rivalidad entre Estados Unidos y China no es reciente. Data desde el 1 de octubre de 1949 cuando triunfó, con el empuje del Ejército Rojo –bajo la dirección del Partido Comunista encabezado por Mao Tse Tung–, la revolución socialista en ese gigante asiático, suceso que se apartaba del guion de uno de los principales vencedores en la Segunda Guerra Mundial.
Con el antecedente histórico de un Plan Marshall para Europa, en aquel entonces puntal de la política de contención del comunismo una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial –estrategia recomendada por George Kennan que pretendía la no expansión del comunismo ruso-soviético hacia Europa Occidental–, Estados Unidos aspira a contener la supuesta o real expansión de China en la región Asia-Pacífico, hasta ahora su zona de influencia.
“Según la geopolítica teoría de John Mackinder (1861-1947), en Eurasia –región que se extiende entre el Volga y el Yangtse y desde el Himalaya hasta el Ártico con el 36.2 por ciento del área terrestre y el 72.5 por ciento de la población mundial–, el poder terrestre es más importante que el marítimo. Llamó a esta zona el corazón del planeta, su Heartland.” (Bueno, 2017).
Actualmente en ella se encuentran enclavadas las economías de mayor dinamismo, responsables de una parte importante del comercio y las finanzas internacionales; se concentra el mayor volumen de población a escala planetaria; existe una gran cantidad de recursos naturales –algunos de carácter estratégico–, por lo que un eventual control por parte de China de esta zona deviene un reto a la hegemonía estadunidense en la región y en el mundo.
Sin contar a Rusia, que también ha recuperado y fortalecido su antigua condición de potencia regional y mundial (con sus consecuentes impactos en el sistema de relaciones internacionales), China constituye el principal rival de Estados Unidos en la región Asia-Pacífico. [1]
No es totalmente cierto que la nueva administración de Estados Unidos haya abandonado la política del pivote asiático de la administración Obama. Lo desmiente el incremento de la presencia bélica en la región (60 por ciento de los efectivos), que se mantiene; la retórica del discurso del presidente Trump; los acercamientos con Japón y Australia, y también con el Vietnam de la ya lejana posguerra –la paz se firmó luego de la derrota de las tropas estadunidenses en 1974– convertido ahora en potencial comprador de armas de la primera potencia mundial.
En este escenario, y en el contexto de una China en ascenso económico, financiero, comercial y militar y un Estados Unidos que trata de mantener su hegemonía y teme seguir perdiendo posiciones en estas y otras dimensiones a escala planetaria, las piezas clave a tomar en cuenta serían las siguientes:
Conflicto China-Taiwán, que data desde 1949
Desde que los ejércitos del Kuomintang, bajo el mando de Chiang Kai Chek, fueron expulsados del territorio continental existe la llamada China Taipéi o Taiwán, que ha sido objeto de análisis en organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas donde China Taipéi ocupó hasta 1974 el asiento correspondiente a China y siempre ha sido objeto de fricción por el apoyo brindado por Estados Unidos en esta isla-país en contra de la política china de “un país, dos sistemas”.
Luego del retorno a China de los enclaves de Hong Kong, Singapur y Macao y el acercamiento entre China continental y China Taipéi, ocurridos a finales del pasado siglo, la relación entre China y Taiwán ha tenido sus altibajos, pero sin una gran confrontación entre ambos como en épocas anteriores.
Conflicto nuclear norcoreano, que data de 1994
El sustrato de este conflicto está basado inicialmente en la necesidad de autoabastecimiento energético de Corea del Norte, importador neto de combustibles fósiles y el no cumplimiento de la entrega pactada de petróleo por parte de Estados Unidos y sus aliados, a cambio del abandono del programa de desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos, llevado a cabo por la economía asiática desde la época de Kim Il Sum.
Luego, Corea del Norte ha visto el filón que se abre con el desarrollo de la tecnología nuclear con potenciales fines bélicos y carácter disuasivo más que ofensivo, acompañado del desarrollo de la balística (portadores de las ojivas nucleares) para tratar de evitar una segunda y devastadora guerra con Estados Unidos (ya tuvieron una de 1950 a 1953, no terminada, que culminó con un armisticio y la existencia todavía, más de 60 años después, de miles de soldados norteamericanos en el Sur de la península).
China, junto con Rusia, apuesta a una solución política del conflicto y no desea la continuidad del desarrollo de la energía nuclear con fines no pacíficos por parte de Pyongyang. Mientras, Estados Unidos apuesta por el calentamiento del conflicto y desestabilizar la región para justificar así su presencia militar.
Disputas en el Mar meridional de China, algo más reciente
Tal vez sea este el más complicado de los puntos, dado el caso de que China ha estado siempre geográficamente presente y domina históricamente la región, con las excepciones conocidas de la presencia militar de Estados Unidos ya señalada, más la que tiene o tuvo en Japón, y las siete bases militares instaladas en Australia, entre otras.
A esto se añade el diferendo histórico por la posesión y dominio sobre las Islas Spratly y Paracelso, más la reciente construcción por China de islas artificiales y su presencia militar creciente en ellas con la finalidad de proteger la región y, en especial el estrecho de Malaca, por donde pasa gran parte del suministro energético que llega a territorio continental. Es un tema que da para un trabajo mucho más extenso.
Nuevas y viejas alianzas en la región
Las relaciones de China con los diferentes actores presentes en la región, como también las de Estados Unidos, han estado acompañadas, a lo largo del tiempo, de alianzas constituidas y alianzas interrumpidas. Hay que añadir que esta situación no constituye ninguna excepción. Puede ocurrir que los socios de ayer sean los adversarios de hoy en muchos de los casos. Esta es, tal vez, la variable más dinámica de las cinco planteadas e implica a economías tan importantes como Japón, Viet-Nam, Australia, Filipinas, Malasia, Tailandia, entre otras enclavadas todas en la región.
La Nueva Ruta de la Seda, lanzada por China en 2013
El B&R [2], en sus componentes terrestre y marítimo, fue lanzado por el presidente Xi Xinping en 2013 en Kazajstán, importante economía del espacio pos-soviético, enclavada en la frontera de Eurasia. Involucra a 65 países; 4 mil 400 millones de habitantes (63 por ciento de la población mundial), y ostenta un Producto Interno Bruto (PIB) de 23 billones de dólares (Jalife-Rahme, 2017), casi el 30 por ciento del PIB global.
Este proyecto de China denominado también “Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda” es el plan más ambicioso en materia de integración económica y comercial que jamás se haya diseñado en la historia de la humanidad. Aunque el objetivo central es crear un gran espacio que permita la comunicación directa entre Asia y Europa, en el trasfondo se estará construyendo una plataforma que indudablemente propiciará el debilitamiento de la hegemonía estadunidense, por primera vez en más de 1 siglo. (Rodríguez, 2017)
Esta iniciativa, unida a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), en la que participan, junto a China y Rusia, otras importantes economías asiáticas y la Unión Económica Euro-Asiática (UEEA), esta última iniciativa de Rusia, no tienen prácticamente contraparte por parte de Estados Unidos, a no ser su presencia fundamentalmente militar en algunas repúblicas de Asia Central, donde hay un núcleo silencioso potencial de enfrentamiento actual y futuro.
He aquí los cinco ejes o puntos principales de fricción entre las dos potencias, que las lleva a la lucha por la recomposición de las hegemonías y la gobernanza en la región de referencia, y que pueden conducir a conflictos y guerras si no se logra un acuerdo de fondo que permita compartir la presencia mutua en la zona y materializar, al menos parcialmente o en esencia, de manera simultánea, los intereses de ambas.
Con una diferencia importante en la forma de hacer política: Estados Unidos trata de hacer valer sus intereses por la fuerza, principalmente militar y también financiera –los ejércitos y el dólar, dos de sus bases históricas–, siempre bajo la regla del juego de suma cero, mientras que China trata de hacerlo por la vía pacífica, sin renunciar al importante campo de las finanzas, aunque bajo la regla del juego de ganar-ganar. [3]
De modo que China trata de materializar la idea de Mackinder, mediante el balance y la armonía propios de la filosofía de Confucio, mientras que Estados Unidos actúa a partir de su mesianismo, su filosofía del pragmatismo, base de su individualismo y su prepotencia imperial. ¿Dónde, cuándo y cómo terminará la historia? Quo vades orbi?
Mariano Bullón Méndez*/Prensa Latina
*Doctor en Ciencias Filosóficas, investigador titular a tiempo completo en el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial
[BLOQUE: ANÁLISIS][SECCIÓN: INTERNACIONAL]
Contralínea 548 / del 17 al 23 de Julio de 2017
Notas
[1] Región Asia-Pacífico y no Cuenca Asia-Pacífico, porque el teatro de operaciones–militares y extra-militares- entre los dos rivales va más allá de las zonas con costas al Pacífico asiático, obviamente, extendiéndose Asia adentro.
[2] Belt and Road; One Belt, One Road, en inglés. También se designa con el acrónimo BRI (iniciativa de un cinturón, un camino, en inglés). En español: Un cinturón, un camino. Se trata de designar las dos vías que componen la Ruta: la terrestre y la marítima.
[3] Son dos formas de negociar y hacer política, en la primera alguien – una de las partes- gana y la otra pierde proporcionalmente lo ganado por la primera. Es la regla de suma cero. En la segunda – ganar-ganar- las dos partes involucradas ganan, nadie pierde.
Bibliografía consultada:
Bueno, R. (2017). Geopolítica y la Ruta de la Seda. Rebelión. España. 26 de mayo de 2017. Tomado de: Panorama Mundial, 8 de junio de 2017.
Jalife-Rahme, A. (2017). “La nueva ruta de la seda de China: ¿Plan Marshall optimizado?”. Telesur Venezuela. 14 de mayo de 2017. Tomado de: Dossier Panorama Mundial nro. 20-26.05.17
Rodríguez, S. (2017). “China: El proyecto estratégico más importante de la historia. Barómetro Latinoamericano”. Mayo de 2017. Venezuela. Tomado de: Dossier Panorama Mundial Nro. 20-26.05.17