Aunque se esperan que Vladimir Putin gane las elecciones presidenciales rusas de 2018, la irrupción de la presentadora de televisión Ksenia Sobchak en el panorama electoral calienta el ambiente
Moscú. La irrupción de Ksenia Sobchak en el panorama electoral de este año, previo a las presidenciales rusas, parece ponerle un poco de pimienta a la cocina electoral, donde, aunque sin anunciarlo aún, todos esperan la presencia y victoria de Vladimir Putin.
Sobchak, una ganadora y posterior conductora por varios años del reality show Dom-2 y ahora conductora de un programa de televisión, anunció su intención de presentarse en los comicios previstos para el 18 de marzo de 2018.
El objetivo anunciado por la conductora de televisión de convertirse en candidata del “voto contra todos”, en alusión a un acápite que existió en la década de 1990, pero ausente en otros procesos del orbe, apenas agrega atractivo a las elecciones. Algunos analistas estiman que con la candidatura de Sobchak, que ocupó la cima de las personalidades de menor confianza para la población, ya en estos momentos empieza a crecer el interés de los votantes para seguir el curso de los comicios.
La posición de Sobchak contradice el llamado consenso en torno al tema de Crimea.
Muchos políticos difieren en aspectos, incluso de política exterior; presentan programas diferentes para lidiar con la economía y asuntos de política interna, pero la posición sobre lo que ocurrió con Crimea en marzo de 2014 no cambia para nada.
En su gran mayoría, los políticos están de acuerdo en que fue un proceso legal de regreso de la península a Rusia.
La conductora de televisión afirma que el 18 de marzo de 2014 se efectuó una consulta popular que violó normas internacionales y las leyes internas de Ucrania, por lo que considera a Crimea como parte del vecino país.
La aparición de un personaje tan controversial podría ser un intento para abrir una quilla en el electorado y preparar así una incipiente oposición fuera del Parlamento, cuyas posibilidades casi se igualaron a cero en los últimos procesos electorales.
Un total de 17 nombres son manejados hasta el momento para los comicios, además del líder comunista Guennadi Ziuganov, el liberal-demócrata Vladimir Zhirinovsky, el jefe de Rusia Justa, Serguei Mironov, y el fundador del partido Yabloko, Gregori Yavlinsky.
Ziuganov reitera sus intenciones de nacionalizar los recursos naturales, acabar con el poder económico de los oligarcas, eliminar el impuesto sobre el valor agregado, una política social de corte socialista y otras propuestas en la esfera científica.
Zhirinovsky, quien acude por quinta ocasión a las presidenciales, busca imponer límites a la inmigración, el monopolio estatal sobre la producción de tabaco y bebidas alcohólicas, la nacionalización de grandes empresas y apoyo a la pequeña y mediana empresa.
Yavlinsky aboga por una reforma del sistema de distribución de las finanzas de las regiones, un cambio radical de política exterior (prooccidental), la elección directa de los alcaldes y de los miembros del Consejo de la Federación (Senado ruso), entre otras medidas.
Mironov propone el pago decoroso del trabajo, recuperación de las tradiciones en la educación, eliminación de exámenes de ingreso a la enseñanza superior y la supresión del impuesto sobre las reparaciones capitales.
A la lista de los viejos conocidos se agrega otro grupo para los que el factor más importante es al menos participar en el proceso electoral.
De esa forma tenemos a Alina Vitujnovskaya, una escritora que desea ver un ejército profesional, el autorizo a portar armas para todos y liberar a Rusia del papel de “gendarme internacional”.
Serguei Polonsky, propietario de una isla en Cambodia y quien estuvo a punto de ser cosmonauta en su tiempo, también externó su deseo de participar en las urnas, aunque en su momento estuvo involucrado en un caso de malversación.
La lista incluye a Maxim Suraikin, líder del Partido Comunistas de Rusia, que aboga por nacionalizar las empresas y recursos naturales, aumentar gastos sociales e imponer la pena de muerte. De su lado, Andrei Bazhutin, jefe de la Unión de Transportadores de Rusia, se preocupa por la situación de la salud, la educación y los servicios comunales.
En la nómina también está Anton Bakov, un millonario jefe del Partido Monárquico de Rusia, cuyo objetivo es restablecer la monarquía; mientras que Elvira Agurbash, vicepresidente del consorcio Mortadela, también se presenta a la contienda.
Boris Yakomenko, al frente del movimiento Nashi y fundador de Vamos Juntos, se pronuncia por trabajar con el hombre, una democracia justa, correcto orden mundial y por insubordinación a la globalización de naciones occidentales
Andrei Bagdanov se presenta ahora al frente del bloque Tercera Fuerza y trae como carta de presentación el hecho de que 200 de los diputados de las recientes elecciones municipales que lo consultaron, ganaron en sus circunscripciones.
Por último, tenemos a Vladimir Mijarlov, un diputado de Kostroma, quien busca representar a la Rusia moribunda de pocos recursos, por la defensa de las libertades y derechos de los ciudadanos, la seguridad social adecuada y un ejército fuerte.
Sin embargo, la candidatura que más interrogantes causa, aunque todos lo dan como un hecho, es la de Putin.
El mandatario ruso en varias ocasiones respondió a la pregunta de si se presentaría a una reelección, a la cual tiene derecho, pero en todo momento evita una respuesta afirmativa. La interrogante persiguió al jefe de Estado en casi todo este año.
De acuerdo con el centro Levada, el raiting de Putin pasó de 53 por ciento, en enero de 2016, a 66 en julio de 2017, para llegar a 52 puntos en septiembre último.
Zhirinovsky registra tres puntos en 2016, un asombroso 18 por ciento en julio pasado y dos en septiembre, mientras Ziuganov queda con cuatro hace dos años y solo dos en el mes pasado, mientras que Mironov bajo del uno por ciento a menos de la unidad.
Llama la atención que el número de indecisos creció de 17 puntos a 23 en septiembre, mientras que el abstencionismo previsto bajó de 11 a nueve.
Un dato curioso sobre la fuerza de la candidatura de Putin es que, en caso de que el mandatario no se presentara a una reelección, el 39 por ciento de los interrogados no sabrían por quién votar, el 17 no iría a votar y el 12 anularía las boletas.
Putin cuenta con el 65 por ciento como promedio de intenciones de voto. Dentro de ese porcentaje, la gran mayoría son votantes de entre 18 y 23 años, mientras que la aceptación entre los 24 y 34 años es del 64 por ciento y del 56 entre las personas de entre 45 y 59 años.
El año cierra con el primer mes de preparación de los comicios, cuando se inicia oficialmente la campaña proselitista y el proceso de recogida de firmas y presentación oficial de candidaturas.
Antonio Rondón/Prensa Latina
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