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¿No pasa nada?

Lo que la mayoría de los mexicanos, por no decir todos, no deseaba, pasó. Donald Trump es el presidente electo de Estados Unidos.

Por qué joder a México

En esta prestigiada revista he tenido la oportunidad de publicar cerca de 10 artículos en donde he analizado varias cuestiones del gobierno de Enrique Peña Nieto. Nunca ha sido una crítica destructiva, pero sí dura en cuanto al comportamiento del presidente de la República.

Una tras otra

Causa risa lo que le pasa al presidente Enrique Peña. Pero más risa causa como se empeña en justificar todo lo que sucede en la actual administración gubernamental sin el menor argumento que convenza a la sociedad. Sería muy complicado hacer una evaluación total de los eventos, pero sí es factible analizar algunos de ellos que son importantes.

Bendito Brexit

Es increíble cómo el gobierno mexicano con sus repetidas declaraciones o con la adopción de ciertas medidas insiste en engañar al pueblo mexicano. Pero lo más increíble es que la población parece adormilada o simplemente ya no le cree nada al gobierno y le da lo mismo lo que se diga en la administración de Peña Nieto.

¿Cuántas disculpas más?

En 2015 publiqué en esta prestigiada revista tres artículos; en dos de ellos me refería a los problemas de las casas relacionadas con el presidente de la República, Enrique Peña, y con el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, que culminó con la declaración del secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, de que no existía conflicto de intereses. Aún cuando les quitaron cualquier responsabilidad, el presidente y el secretario de Estado ofrecieron disculpas, y en el artículo “Una Farsa Más” consideré que si no se había cometido algún acto contrario a las funciones públicas, no había necesidad de disculparse. De hecho, la disculpa se da cuando se tuvo una conducta contraria a las buenas costumbres y que afecta a terceros.

Otra, otra vez…

“Otra, otra vez…”, mientras el presidente viajaba con su esposa y comitiva, surge el conflicto de intereses por la llamada casa blanca de las Lomas de Chapultepec. El vocero de la Presidencia trató de justificar la propiedad que tenía Angélica Rivera, y la verdad es que cuando no se tiene un argumento poderoso, más que convencer se le atiza más al fuego. Posteriormente, la señora Rivera, en conferencia de prensa, anunció que cedería los derechos de la propiedad para evitar que se afectara al presidente y a su familia. “Otra, otra vez…” no convenció.