La presencia del rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue, en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Azcapotzalco para dialogar con los paristas, 9 días después del salvaje ataque porril contra alumnos de esa escuela, no desactivó el conflicto estudiantil.
Un día después, este 13 de septiembre, los universitarios vuelven a las calles a exigir su renuncia y a manifestarse contra los grupos porriles y la violencia generalizada.
A las masivas protestas de la comunidad universitaria –acompañadas por estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, el Colegio de México, entre otros– se han sumado los paros totales y activos en escuelas y facultades.
Y es que el conflicto ha ido escalando, porque los problemas en la máxima casa de estudios del país no se reducen a los grupos porriles ni a la violencia generalizada que azota a la comunidad, sino que incluye el manejo mismo de la Universidad, los presupuestos, la élite privilegiada de académicos e investigadores frente a una plantilla pauperizada de maestros, e incluso el cobro de cuotas.
También incluye el proceso mismo del conflicto, que rebasó a las autoridades, y su pésimo manejo de la crisis, que inició cuando apostaron a sostener al coordinador operativo de Vigilancia, Jesús Teófilo Licona Ferro, pese a que en las imágenes viralizadas se le ve abrazando a uno de los porros, tras el violento ataque del pasado 3 de septiembre.
La chispa rebelde en la UNAM se enciende tras 18 años de tregua entre autoridades y estudiantes –luego de que la violenta entrada de la Policía Federal a la Universidad terminara el paro de 9 meses en 1999-2000, encabezado por el Consejo General de Huelga– y a 23 años del paro en los cinco planteles del CCH –motivado por la reducción de la matrícula y el presunto intento por desaparecer este sistema de enseñanza; movimiento que se fracturó por las clases extramuro.
Esta vez, la alternativa para frenar la rebeldía universitaria no es la represión: este año, México conmemorará a los estudiantes caídos el 2 de octubre de 1968 y esto, sin duda, es un elemento que complejiza las actuales protestas en la UNAM.
Jordana González/Alba Olea
[CONTRALUZ]