Como ideología contra el pluralismo racial, el nazismo sigue vivito y coleando, con la misma mira puesta en deshacerse de quienes señala como enemigos a muerte de sus creencias fundamentalistas y de su pureza racial. Es un neonazismo resucitado en la misma Alemania, donde, como en Estados Unidos, están mostrando (más que el puño y enseñando los dientes), abiertas amenazas con la finalidad de eliminar a quienes ubican como sus rivales, queriendo resucitar ese viejo ajuste de cuentas con un precandidato como Donald Trump. Este nuevo Hitler está incitando a la solución final contra, cuando menos, 11 millones de mexicanos. Y en otra de sus locuras criminales asegura que mandará construir una pared en toda la frontera estadunidense-mexicana para aislar a su país, dice, de la contaminación racial de nosotros, sus vecinos.
Por vía de mientras, ante la presencia del periodista mexicano Jorge Ramos Ávalos (comunicador de la televisión con audiencia mundial desde el territorio estadunidense), en un acto público donde pronunció un discurso-perorata y convocó a una conferencia de prensa, éste ordenó a sus guardaespaldas (Peter Padfield, Himmler y las SS y la Gestapo), que sacaran del lugar al periodista, porque éste le hizo unas preguntas que daban en el blanco de las estupideces de Trump. Un periodista en funciones de reportero ha de preguntar, como lo hizo Jorge Ramos; quien al regresar al lugar de los hechos, a condición de plantear sus cuestionamientos, no bajó la guardia, y como “periodista, inmigrante y ciudadano estadunidense tenía el derecho a hacer una pregunta”.
Jorge Ramos Ávalos hizo el relato y la crítica al respecto en su columna semanal publicada en el diario Reforma (29 de agosto de 2015), que provocó la violenta naziconducta de Trump, mandando a uno de sus pistoleros para que pisoteara la Primera Enmienda de la Constitución Política de Estados Unidos, que establece la libertad de palabra y de prensa. Fue un acto propio de un dictadorcillo. Éste se arrepintió tras la presión de otros periodistas, e hizo que Ramos Ávalos volviera al recinto. El periodista insistió en sus preguntas sobre cómo pensaba Trump deportar a 11 millones de mexicanos indocumentados; cómo les quitaría la ciudadanía a hijos de indocumentados y cómo construiría el muro en la frontera. El republicano millonario, que utiliza a trabajadores mexicanos, tenidos allá como excelentes artesanos de la albañilería, respondió con sus clásicas bravuconadas.
El caso de Ramos Ávalos –con diferentes características– se repite en los regímenes que desprecian las libertades. Y, sobre todo, las de prensa, y más cuando éstas son ejercidas por el trabajo de los reporteros. Estos derechos y sus garantías constantemente son limitados y hasta cancelados –sino de jure, al menos de facto–, hasta por quienes tienen la obligación de contestar las preguntas; y lo hacen con evasivas o con acciones de fuerza para tratar de callar al periodista. Éste ha sido el caso de Jorge Ramos, quien tiene una trayectoria de periodista crítico con fundamentos, tanto en sus programas en la cadena estadunidense Univisión, como al publicar su trabajo escrito. “Me han acusado de ser un activista. Pero soy, sencillamente, un periodista que hace preguntas. Lo que pasa es que como periodista es necesario tomar partido y asumir un punto de vista cuando se trata de racismo, discriminación, corrupción, mentiras públicas, dictaduras y derechos humanos… Debemos tomar partido, decía el Premio Nobel de la Paz 1986, Elie Wiesel. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima” (Jorge Ramos Ávalos, “El candidato y el periodista”, Reforma, 29 de agosto de 2015).
No hay duda de que Trump es un neonazi precandidato presidencial al cargo estadunidense. Su racismo es de corte hitleriano. Anda en busca de “soluciones finales” contra los mexicanos. Y al identificar a Jorge Ramos como un mexicano y reportero se le fue encima con su jerga machista. También ha insultado a varias mujeres practicando el feminicidio verbal. Demostró que es un patán en busca del poder político haciendo alarde de su poder económico, para imponerse explotando prejuicios. La embestida a Jorge Ramos ha sido una muestra más de que Trump es un candidato que no está sólo posando para el espectáculo electoral, sino que ha tomado en serio su convicción de deshacerse de los inmigrantes mexicanos.
Como los nazis, busca un culpable de los males ahora estadunidenses y, enloquecido, encontró a su chivo expiatorio. Su ataque al periodista mexicano Jorge Ramos, por ser mexicano y periodista, ha sido una muestra de que Trump es un tipo que usa sus libertades para querer cancelar las de los demás. Y no es un payaso de la politiquería. Es un neonazi que encontró, en el contexto de las libertades, el método para sus aspiraciones; pero pretende negarlas a quienes discrepan de él, como cuando el reportero hace preguntas a sus temerarias propuestas. Ha hecho el reportero Jorge Ramos Ávalos su trabajo, con valentía y dignidad, entendido el periodismo como contrapoder para investigar y cuestionar a los que estén en los poderes políticos y económicos. Y a los que aspiran a tenerlos, atacando de antemano a las libertades de expresión.
Álvaro Cepeda Neri*
*Periodista
[BLOQUE: OPINIÓN] [SECCIÓN: DEFENSOR DEL PERIODISTA]
Contralínea 456 / del 28 de Septiembre al 04 de Octubre 2015