Cientos de proyectos formativos subsisten a contracorriente de la política educativa de las últimas décadas. Son los planteles de la educación alternativa que no piden permiso para existir y se encuentran en las 32 entidades de la República. Representan la única opción de estudios para miles de niños, jóvenes y adultos. Destacan los de la RUA, con 37 universidades y 108 planes de estudio en 12 estados. Combatidos por los anteriores gobiernos, hoy son ignorados y desaprovechados por las oficiales Universidades Benito Juárez
En todo el país subsisten al menos 200 proyectos de educación alternativa de todos los niveles: preescolar, de educación básica, media superior, superior y posgrado. En todos ellos se forman miles de alumnos en planteles construidos por comunidades rurales y urbanas junto con profesores y pedagogos comprometidos con la educación popular y autogestiva.
Los proyectos más consolidados se aglutinan en la Red de Universidades Alternativas (RUA), con 37 instituciones y 108 programas de licenciaturas y posgrados, y una matrícula de 3 mil estudiantes inscritos.
Algunos de los proyectos poseen Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (Revoe) pero la mayoría no cuenta con este documento. No es un asunto de calidad, sino de recursos económicos para enfrentar la burocracia y de que muchas de las propuestas educativas son desconocidas en el ámbriio oficial.
No tienen acceso a presupuesto público a pesar de que son la única posibilidad de estudio para miles de niños, jóvenes y adultos. Pedagogos, profesores y fundadores de este tipo de proyectos lamentan que el proyecto federal de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García haya ignorado estos espacios y, en los hechos, reproduzca un modelo educativo mercantilista.
Óscar Hernández Neri, doctor en Educación Agrícola Superior y miembro fundador de la RUA, señala que son cientos las experiencias y proyectos de universidades municipales y universidades de pueblos. En la RUA convergen 37 de éstas en 12 entidades de la República. Algunas cuentan con múltiples planteles.
Ejemplifica con la Universidad del Pueblo de Oaxaca, integrada por 14 sedes; el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural, en Puebla; la Universidad Campesina del Sur, y la Universidad Revolución, en el Estado de México.
De acuerdo con documentos de la propia RUA, el Estado de México es la entidad federativa con más proyectos de este tipo: 12. Se trata de la Univesidad Revolución; la Universidad del Pueblo Trabajador de Nezahualcóyotl; la Universidad Cooperativa de Ecatepec; el Centro Comunitario de Educación Superior Rosario Castellanos; la Universidad Tlamatincalli; la Universidad de Jilotepec; la Univesidad Coyotepec; la Universidad José María Morelos; la Universidad José Revueltas; la Universidad Politécnica Pedagógica Autogestiva de México; la Universidad Popular Autogestiva de México, y la Institución Formativa Activa.
La Ciudad de México cuenta con siete: la Universidad Miravalle; la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología; el Centro de Estudios Superiores Tlacaélel; la Universidad Intercultural de la Ciudad de México; la Universidad Permacultural Dual para la Vida Rural; la Universidad Vive Tarango, y los Consejos de Trasformación Educativa.
En Morelos se han erigido cuatro. Se trata de la Universidad Tierra Fértil para el Buen Vivir; la Universidad Campesina del Sur; las Universidades Vivas y de la Transformación en Comunidades y Pueblos Originarios, y el Centro de Desarrollo Humano hacia la Comunidad.
Oaxaca cuenta también con cuatro: la Universidad del Pueblo, la Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca, la Universidad Transístmica Donaji y el Colectivo de Asesores Pedagógicos.
Subsisten en Guerrero dos proyectos: la Universidad de los Pueblos del Sur de Guerrero y el Coletivo de Trabajo Magisterial Iguala. Otros dos en Tlaxcala: la Universidad Federación de Artesanos y el Centro Nacional de Formación de Apiterapeutas.
Con un proyecto por estado se encuentran: Puebla, con el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural, Promoción y Desarrollo Social (Cesder); Veracruz, con la Escuela Rancho Agrosol; Nuevo León, con la Universidad Hidrocultura Sustentable; Sinaloa, con la Universidad Intercultural Autónoma de Sinaloa; Chiapas, con el Ecodesarrollo La Ventana, y Baja California Sur, con el Ecodesarrollo Horconcitos.
“Cada proyecto o universidad tiene una condición diferente. Algunas han podido conseguir reconocimiento oficial; por ejemplo, la Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca: el año pasado, la Legislatura le aprobó su reconocimiento. El caso del Centro de Desarrollo Humano, que preside el doctor Arturo Ornelas, en Morelos, ha conseguido su reconocimiento a través de la Universidad Autónoma de Morelos”, explica el ingeniero agrónomo y doctor en Educación Agrícola Superior.
Promotor de la autogestión educativa, Hernández Neri advierte que hay otras universidades cuyo reconocimiento no han podido conseguir ni a través de casas de estudio ya establecidas ni de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
“El caso que hemos vivido es el de la Universidad Revolución. Esta Universidad nace con una carrera, la de Desarrollo Local Sustentable. En 2010 iba a iniciar como una carrera incorporada a la Universidad Autónoma de Chapingo, pero por problemas burocráticos no se pudo llevar a cabo.
“Después se intenta buscar el reconocimiento con otras universidades, incluida la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y no se consigue. Luego se intentó conseguir el Revoe: se entrega el expediente y la SEP lo rechaza porque no conocen un programa de currículum de este tipo.”
Lo que siguió fue que “misteriosamente” se les acercó un despacho de abogados cercanos a la SEP para ofrecerles tramitar un amparo y obtener el reconocimiento a cambio de 6 millones de pesos. Corría el año 2017.
“Nosotros nos percatamos de que el Revoe para universidades, en este caso con la experiencia nuestra, no es otra cosa más que un negocio.”
El neoliberalismo, vigente aún en la educacion ofical
María Patricia Caballero Sánchez, sicóloga y maestra en Educación Media Superior, destaca el desarrollo de la educación alternativa en entidades como Oaxaca, Guerrero y Michoacán. Generalmente, mediante proyectos impulsados desde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Son, al mismo tiempo una propuesta y una protesta ante el sistema educativo nacional. Cita también los casos de Chihuahua y la sierra totonaca de Puebla.
Señala que aunque haya habido cambios en el modelo educativo con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, “sigue funcionando con la lógica neoliberal”.
Exdirectora de la Escuela Normal Superior Federal de Oaxaca, subsede Pinotepa Nacional, Caballero Sánchez explica que también el medio urbano ha sido abundante en proyectos de educación alternativa. “En colonias de la periferia de la Ciudad de México es donde también se van impulsando por las condiciones de pobreza, de la falta de acceso a la educación. El Estado de México tiene muchas experiencias de educación alternativa”.
Precisamente las condiciones de miseria son las que terminan por excluir del sistema educativo oficial a miles de personas, explica el doctor Óscar Hernández Neri. Romper con ese círculo y revertir la situación es lo que ha impulsado a cientos de profesores y pedagogos a fundar nuevas escuelas y desarrollar otro tipo de propuestas educativas.
Promotor de escuelas y, especialmente de educación superior, Hernández Neri celebra que “sobre la marcha nos hemos encontrado con otros esfuerzos, otros grupos y organizaciones comunitarias. Hemos hecho universidades comunales, universidades cooperativas, universidades autogestivas, universidades comunitarias”.
Ignoradas por las Universidades Benito Juárez
Óscar Hernández Neri lamenta que la experiencia de este tipo de universidades haya sido menospreciada por el proyecto de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García que impulsa el gobierno federal y cuya coordinación está a cargo de la doctora en historia Raquel Sosa.
“Una vez que surgen las Universidades Benito Juárez nosotros creíamos que íbamos a ser tomados en cuenta, pero no fue así; y estas universidades alternativas que hemos estado construyendo, incluso desde hace 30 años, han sido ignoradas por las cúpulas gubernamentales.”
Hasta el momento, de las 200 universidades prometidas por Andrés Manuel López Obrador como candidato, se han creado 86. Cuentan con un presupuesto de 1 mil millones de pesos. La Coordinación del Proyecto no ha hecho públicos los procesos para diseñar los planes de estudio ni cómo se eligen las licenciaturas que se imparten.
Óscar Hernández Neri critica que haya, de nueva cuenta, homogeneidad y estandarización de la educación como ocurrió en el gobierno de Peña Nieto “y que se está prolongando en el gobierno de la ‘4T’”. Es decir, se imponen proyectos desde fuera de las comunidades para que los jóvenes estudien algo que no necesariamente beneficie a la población local.
De acuerdo con el informe Principales Cifras del Sistema Educativo Nacional –elaborado por la SEP como diagnóstico de la educación en el país–, sólo el 39.7 por ciento de los jóvenes tiene acceso a educación superior, pública o privada.
“La falta de cobertura obliga a las comunidades a acudir a otras opciones de licenciaturas. Hemos intentado que las autoridades locales y federales atiendan el reconocimiento y financiamiento”, explica Hernández Neri.
Agrega que las universidades alternativas son proyectos de educación superior que en las comunidades son adoptados para resolver el problema que significa que los sistemas universitarios oficiales dejan marginados a los jóvenes de entre 18 y 23 años de edad.
“He sido director de bachillerato en la Escuela Preparatoria 55 del Estado de México desde hace 32 años. Cada año vivo el drama de cientos de jóvenes que aspiran a un lugar en la educación superior. Tenemos la estadística que, de todos, no más del 10 por ciento accede a un espacio en su primer intento de examen.”
Y quienes finalmente logran ingresar a una opción de educación superior no llega al 30 por ciento. Es decir, el 70 por ciento restante se queda sin una oportunidad para estudiar. “Y peor, para trabajar, constituyéndose así el ejército de reserva de la delincuencia. Muchos deciden emplearse como choferes, cobradores, mototaxistas, bicitaxistas. Esta es una dramática realidad que prolonga la espiral de miseria en las zonas marginales porque se les deja sin acceso a la movilidad social por vía de la educación”.
Con estudios de maestría en investigación educativa y educación ambiental, Óscar Hernández señala que precisamente este es el reto de los educadores en los tiempos que corren, “sobre todo para los educadores en Latinoamérica con condiciones específicas que viven las comunidades marginadas”.
Asegura que los proyectos de educación alternartiva son serios y cuentan con un soporte teórico, epistemológico y con una experiencia de décadas. “Paulo Freire enseña la capacidad que tienen los pueblos oprimidos para mejorar su condición intelectual y para que puedan hacer crítica de la condición en la que están viviendo. Coloca a la gente oprimida como el actor principal para transformar su comunidad, transformar sus formas de entendimiento a través del diálogo, a través del reconocimiento de las condiciones y de la realidad en la que vive”.
Por ello, la autogestión curricular “es una praxis que viene a resolver lo que queda vacío en los currículos, planes y programas de estudio oficiales que desde la SEP y las cúpulas técnico-burocráticas se están imponiendo a la sociedad, sin tomar en consideración tanto a los estudiantes como a los docentes y las condiciones socioambientales que viven las comunidades”.
El investigador reivindica la autogestión curricular, es decir, la capacidad de las comunidades de dotarse de sus propios medios y fines para su educación, “que es el planteamiento de la pedagogía de la liberación”. Los pueblos no deben esperar a que el gobierno, a través de los ministerios de Educación, les resuelva lo que los pobladores tienen que aprender. Los pueblos oprimidos deben generar y conducir su propio destino y, dentro de su destino, sus formas de comprender y mirar la realidad.
“La autogestión curricular se acompaña de la pedagogía del oprimido para formular esta tesis básica: el pueblo, la comunidad, los estudiantes no necesitan esperar a que la SEP diga qué aprender y cómo aprender, porque en ellos cabe la capacidad y la inteligencia para emprender procesos dialógicos y de comprensión, y formular sus estrategias, sus metodologías, sus técnicas, para acometer la tarea de transformarse intelectualmente.”
Hoy, y desde hace al menos 30 años, estos profesores y pedagogos comprometidos con la educación popular y alternativa están resolviendo las carencias del Sistema Nacional de Educación Superior. Al mismo tiempo, construyen una perspectiva emancipatoria de la educación.
“Las comunidades de jóvenes que viven la pobreza, la miseria, la delincuencia y la marginación no tienen posibilidades de que accedan a la educación superior. Nosotros asumimos una perspectiva de la alternatividad, donde lo alternativo es la articulación entre la experiencia y la posibilidad de una nueva praxis, de un nuevo escenario. Es la articulación entre la experiencia que tenemos y el mundo posible.”
Explica que, además, esta educación alternativa busca una nueva epistemología, otra forma de producir conocimiento en torno a la educación. Al mismo tiempo, se nutre de los esfuerzos que se están haciendo en distintos terrenos de la educación preescolar, primaria, de la educación de los derechos humanos, de la educación para la paz, de la educación desde la perspectiva de género, la educación de las niñas desde la perspectiva feminista y, entre otras, la formación de docentes.
Delma Cecilia Martínez Muñoz, doctora en Pedagogía Crítica y diplomada en Formación Política Feminista, destaca la importancia del feminismo en el pensamiento crítico de la educación popular de América Latina. Parafraseando a Paulo Freire, señala: “El feminismo es un acto político y pedagógico; y éste, al igual que la pedagogía crítica y la educación popular, es teoría pero también praxis”.
Critica que hoy, y a pesar de los cambios en el modelo educativo, la educación siga siendo “bancaria”. Los estudiantes “siguen siendo observados como envases que se tienen que llenar de conocimientos, que gran parte de ellos no les sirve para transformar el mundo ni para convertir esta vida en una vida que valga la pena vivir”.
Directora adjunta del Centro Internacional de Pensamiento Crítico Eduardo del Río, Martínez Muñoz señala que la educación oficial, sea pública o privada, está dominada por los intereses empresariales. “Lo que quieren es mano de obra calificada, con mujeres dentro de su casa, estableciendo los roles tradicionales para perpetuar este sistema capitalista. La mujer ha sido condicionada en su rol de género a estar cuidando de manera gratuita el trabajo doméstico, la crianza, el cuidado, generando plusvalía”.
María Patricia Caballero señala, por su parte, que incluso en la educación oficial los maestros desarrollan cada vez más actividades creativas que no se contemplan en los planes de estudios. Las propias condiciones de las comunidades hacen que los profesores rebasen el proyecto formal de “la nueva escuela mexicana” y apliquen las herramientas del proceso eseñanza-aprendizaje según el contexto.
“Hay proyectos de nivel jardín de niños, primaria, secundaria, preparatoria de nivel básico, escuela normal y educación superior.”
Incluso los profesores han logrado que se reconozcan estos modelos en la educación oficial de algunos estados. Un ejemplo es el Plan para la Transformación de la Educacion en Oaxaca (PTEO).
El proyecto de la educación alternativa se basa en que el trabajo sale de las necesidades de la población. “Lo alternativo no parte de una línea que va de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba; la manera en la que educas en un contexto y proyectas al alumno a un espacio más amplio. La metodología también difiere. En algunos proyectos ésta es ecléctica, en la que se van confinando métodos, filosofía, pero que van a partir del análisis del contexto de su comunidad. Lo vemos en la Universidad Revolución, que hace su licenciatura en educación ambiental que responde al contexto en el que está ubicada la escuela”.
Critica el proyecto de la nueva escuela mexicana porque, de nueva cuenta, “lleva implícito un enfoque basado en competencias, en el que se le enseña al niño a sobresalir por encima de los demás sin importar nada”.
“Pedagogía violeta”
Delma Cecilia Martínez Muñoz, también vocera de la Colectiva Feminista Mayé, extiende la crítica, además del modelo educativo nacional, al de la propia educación alternativa. Explica que no bastará con construir proyectos de educación popular si no hay reivindicación clara de los derechos de la mujer y de concientización contra el patriarcado.
“Queremos construir un mundo más justo, donde maestros y maestras populares críticos sepan que somos un gran peso en la sociedad. Y que si bien es cierto que la lucha de clases es un componente determinante en la construcción de opresores y oprimidos, los componentes de raza y género agregan otras categorías de análisis para ver el mundo y para transformar el mundo. Porque no nada más se sufre por una clase social, se sufre por muchos aspectos que atraviesan la vida de las personas.”
Advierte que la discriminación por razones de género profundiza la desigualdad social. Las mujeres que pertenecen a los grupos más empobrecidos padecen, además, la cultura patriarcal que les niega la posesión de la tierra, por ejemplo. Señala que durante siglos se les condenó a las mujeres a que realizaran determinadas tareas y se les prohibieron otras. Hoy, considera, la educación popular tiene qué considerar esta situación.
“Vemos que hay resistencia en todos los espacios, resistencia por parte de hombres y por parte de mujeres. Está muy arraigado el patriarcado.”
A esta resistencia no escapan espacios de la educación alternativa. Por ello ha elaborado una propuesta pedagógica que ha llamado “Pedagogía Violeta”. Consiste en “despatriarcalizar” las aulas, los programas educativos, incluyendo los programas educativos alternativos.
“Hay que desarraigar este sistema que ha invisibilizado y normalizado mucha violencia estructural. Estamos incursionando en esta pedagogía crítica feminista a la educación popular. Y como tal, todavía encontramos resistencia.”
María Caballero, por su parte, señala también que la lucha feminista encuentra muchas resistencias aun en la educación alternativa y popular. Pero también en estos espacios es donde se generan las condiciones para avanzar en la lucha contra el patriarcado.
“El feminismo todavía hace mucho ruido y llega a hacer más ruido en gente de izquierda que de derecha. Sigue habiendo mucha resistencia a la participación de la mujer feminista en la educación liberadora, pero es necesario acabar con las condiciones de violencia que están viviendo las mujeres hoy en día.”