Ciento veintidós Estados miembros de la ONU buscan prohibir las armas nucleares. Por sus “necesidades de seguridad”, Estados Unidos, Inglaterra y Francia se oponen y presionan, desde la OTAN, para boicotear el proceso. Actualmente, 1 mil 800 armas de este tipo amenazan a la humanidad
Naciones Unidas. La comunidad internacional emprendió en julio de 2017 el camino para ilegalizar las armas nucleares, bajo el argumento de que su mera existencia amenaza la supervivencia humana.
Si bien el tramo por recorrer será largo y complejo, la mayoría de los gobiernos y la sociedad civil en los cinco continentes parecen dispuestos a dar la batalla para desterrar los letales artefactos.
Un primer paso ya fue dado el 7 de julio, con la adopción en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de un tratado que prohíbe las armas nucleares, las únicas de exterminio en masa que faltan por proscribir, después de que entraran en vigor convenciones contra las biológicas (1975) y las químicas (1997).
El instrumento multilateral recibió el apoyo de 122 países, el rechazo de uno (Holanda) y la abstención de otro (Singapur), en una decisión calificada de histórica por la presidenta de la conferencia para negociarlo, la embajadora costarricense Elayne Whyte.
“Dejamos la sala de sesiones con la satisfacción de cumplir el mandato dado en diciembre pasado por la Asamblea General de la ONU, de crear una norma que prohíba las armas nucleares, y de responder al reclamo de todos los pueblos del planeta de construir un mundo de paz, libre de las mismas”, afirmó la diplomática.
Las nueve naciones poseedoras de esos medios de guerra –Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia, India, Pakistán, Norcorea e Israel– decidieron no formar parte de las negociaciones celebradas entre el 15 de junio y el 7 de julio, al igual que otras apegadas a la doctrina de la disuasión nuclear o que cedieron a presiones y optaron por ausentarse.
Washington, Londres y París emitieron a través de sus misiones permanentes ante la ONU el rechazo al tratado, esgrimiendo que ignora la realidad actual y las necesidades de seguridad en el escenario internacional imperante.
“No pretendemos firmar, ratificar o ser parte del mismo. Por tanto, no reconocemos obligación legal alguna ni aceptamos que el tratado se considere parte de las leyes internacionales”, advirtieron en una declaración conjunta.
Según la jefa de la delegación sudafricana en las negociaciones, la embajadora Nozipho Joyce Mxakato-Diseko, fueron muchas las presiones para boicotear el proceso, mientras activistas señalaron que Estados Unidos pidió a los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte no participar.
El camino por delante
Whyte explicó a Prensa Latina que tras la adopción del instrumento multilateral, las expectativas se centran en el 20 de septiembre, cuando el tratado –cuyo depositario es el secretario general de la ONU, António Guterres– se abra a la firma.
Esperamos una respuesta importante de la comunidad internacional, para que entre en vigor lo antes posible, dijo la embajadora, quien recordó que eso ocurrirá 90 días después de que lo ratifiquen 50 Estados.
La negociadora destacó que el tratado, además de prohibir el desarrollo, la prueba, la producción, la adquisición, la posesión, el almacenamiento y la transferencia de las armas nucleares, así como la amenaza de su uso, incluye la posibilidad de que los países poseedores se incorporen al instrumento, después de cumplir los requisitos establecidos.
En ese sentido, adelantó que a la vigencia del acuerdo seguirá un proceso de instrumentación y universalización.
Diplomáticos y activistas abogaron por una adhesión colectiva al tratado, a partir de las catastróficas consecuencias humanitarias y medioambientales del empleo de los peligrosos artefactos.
Para Mxakato-Diseko, debe promoverse en el futuro inmediato un proceso de convencimiento, sobre todo para los que decidieron ausentarse a la histórica cita.
“Creamos espacios para el entendimiento, recordando siempre que en los últimos 70 años ningún conflicto se ha solucionado mediante el uso de este tipo de armas; sólo el diálogo lleva a resolverlos”, precisó.
Por su parte, la directora ejecutiva de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN), Beatrice Fihn, aseguró que la organización presente en un centenar de países emprenderá consultas globales, en aras de garantizar la firma del instrumento y su posterior entrada en vigor.
“Estamos ante un tratado muy sólido para prohibir las armas nucleares, y esperamos que se imponga la sensatez, aunque pudiera tomar tiempo”, comentó.
El argumento humanitario
A propósito del histórico paso del 7 de julio, Prensa Latina recogió impresiones de científicos, una comunidad que apoyó de manera activa las negociaciones en la ONU.
Según el director del Proyecto de Información Nuclear de la Federación de Científicos Americanos, Hans Kristensen, la humanidad enfrenta la amenaza de 1 mil 800 armas nucleares listas para su empleo, de un total de 15 mil artefactos de ese tipo, cálculo que incluye los retirados de los arsenales por las potencias poseedoras.
Al respecto, el doctor Tilman Ruff advirtió que bastaría una parte ínfima de ese inventario para sumir al planeta en una tragedia de devastadoras consecuencias, las cuales algunos parecen empeñados en ignorar.
Los análisis y estudios sugieren que el impacto del uso de las armas nucleares sería mucho peor de lo pensado, afirmó el copresidente de Físicos Internacional por la Prevención de una Guerra Nuclear.
De acuerdo con Ruff, el frío, la oscuridad y la sequía se apoderarían de las ciudades, destruyendo la agricultura y colocando a millones de seres humanos en peligro inminente de hambruna.
“Tenemos un tratado que busca evitar esto, de ahí la urgencia y la responsabilidad de respaldarlo”, subrayó.
Por su parte, el científico estadunidense Matthew McKinzie manifestó preocupación por las decisiones del gobierno de su país en el tema nuclear y su impacto en el escenario internacional.
“Con la llegada de la nueva administración, tenemos la inquietud de cómo manejará el arsenal nuclear y los asuntos de no proliferación”, señaló a la prensa el experto del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (CDRN), organización sin fines de lucro que promueve la protección del planeta.
McKinzie expresó además preocupación por la postura del gobierno encabezado por el presidente Donald Trump de cara a una eventual crisis que involucre los artefactos de exterminio masivo. También mencionó sus dudas acerca del alcance de la modernización por Estados Unidos de su arsenal.
“Tanto mi país como Rusia están actualizando sus armas nucleares y eso no es nada bueno, porque lleva a pensar en un futuro en el cual seguiremos viviendo bajo tan grave amenaza”, lamentó.
Para el científico, quien dirige el programa nuclear del CDRN, sería un error si la administración de Trump no persigue el objetivo de lograr la eliminación de esas armas.
McKinzie declaró a Prensa Latina que por la amenaza que representan para la humanidad, todos los Estados deberían formar parte de la convención, “porque no es un asunto de quién las tiene y quién no, sino de erradicar un peligro letal para todos”.
Waldo Mendiluza/Prensa Latina
[LÍNEA GLOBAL]
Contralínea 550 / del 31 de Julio al 06 de Agosto de 2017