El 28 de febrero de 2025, se cumplen 500 años del artero asesinato del gran Cuauhtémoc cometido por Hernán Cortés. Hoy, es momento de recordar aspectos de su vida y de la sociedad que defendió.
Era el 23 de febrero de 1501, en Ixcateopan, en la hermosa sierra de Guerrero. Quiahuitl, conocida como Cuayauhtitali, sintió los primeros dolores. De inmediato, llamó a las parteras para que la ayudaran a librar esa batalla. En ese momento, todo era expectación; otro ser llegaba a este mundo.
Ella sintió que se había convertido en una mujer guerrera y debía salir victoriosa al dar a luz a esta nueva vida. Una vez iniciado el trabajo de parto, le dieron un baño y le prepararon hierbas especiales para agilizar el nacimiento del bebé.
En ese momento crítico, era reconfortaba con rituales por la partera, mientras la mujer se colocaba en cuclillas. Llegó el momento crucial, se asomó la mollera, y el niño fue recibido con plumas. Luego de una nalgadita, comenzó a llorar.
La partera hizo la lectura del tiempo. Después, dijo a la madre: “Hija mía, muy amada, mujer valiente y esforzada, has hecho como águila y como tigre”. Con el corte del cordón umbilical, indicaron el nombre del niño, el cual le daría su identidad y misión: Cuauhtémoc, águila que desciende.
Los utensilios en miniatura indicaron el rol preciso que el recién nacido debía cumplir a lo largo de su existencia, en el que residía su personalidad. Él iba a enfrentar el ocaso del gran Anáhuac; sin embargo, tenía la misión de hacer resurgir esa gran civilización con su lucha, la cual ha sobrevivido por siglos.
Hijo del tlahtoani Ahuízotl, aquel niño creció para ser el máximo símbolo de la resistencia en México. Como su nombre indica, Cuauhtémoc se convirtió en el águila que, tras descender, puede retomar el vuelo.
El pequeño tuvo una vida rica en enseñanzas. Fue educado en una sociedad muy especial, en la que se buscaba la armonía en la comunidad; con los otros pueblos, y con la naturaleza.
Cuauhtémoc representa esa gran civilización, que aún tiene fuertes raíces en nuestra tierra. Su misión fue marcar el ejemplo de resistencia; enfrentar la peor agresión, y dejar la vía abierta para el resurgimiento de nuestras tierras.
En aquel pueblo, yacen sus restos. Actualmente, se rinden grandes homenajes al joven guerrero, símbolo de identidad y espíritu de lucha en México, quien es conocido en el mundo entero.
Tuvo la fortuna de nacer en el Anáhuac, donde se desarrollaba una civilización originaria, la cual había sabido resolver sus problemas. Debido a esto, la gente vivía en armonía; la sociedad tenía un gran desarrollo.
Desde niño, Cuauhtémoc fue protegido por su calpulli (comunidad), que veía por los miembros de su familia. Nunca le faltaron atenciones, cuidados, ni una educación de respeto a la gente y a la naturaleza; por encima de todo, se le inculcó el amor a su comunidad.
De niño, tuvo sus juguetes: pequeñas figurillas de animales, canicas o miniaturas. Ya mayor, aprendió el juego de pelota, las carreras y la caza. Más tarde, se inició en la danza.
También, gustaba de la acrobacia, el juego del volador, de las carreras de bola y aro, las quemadas y las piedritas, entretenimientos que practicaron los infantes de su pueblo; así como el patolli, antiguo juego de azar y apuestas.
De esta manera, transcurrió su infancia en medio de risas y juegos. En el Anáhuac, vivían cientos de pueblos, la mayoría buscaba aliarse con otros para protegerse, comerciar, intercambiar conocimientos, festividades, deportes y cantos.
Ixcateopan era un pueblo chontal y pertenecía a la Triple Alianza: Mexico-Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba, que a su vez agrupaba a otros 30. Era la alianza más fuerte en los extensos territorios del Anáhuac. Cada uno, estaba ligado a una cabecera, Ixcateopan, asociado con Texcoco.
Ahuízotl era de Mexico-Tenochtitlan, se casó con Cuayauhtitali, nacida en la zona chontal llamada entonces Zompancuahuithli. De tal manera, Cuauhtémoc era mexica por su padre, y chontal, por su madre.
Al unirse la pareja, habían unido los destinos de ambos pueblos. El nombre del lugar (a veces escrito Ichcateopan) fue cambiado a Ixcateopan, después de la llegada del cuerpo sacrificado de Cuauhtémoc, quien fue llevado a su tierra natal para descansar por siempre.
La Confederación iba creciendo en el Anáhuac, donde la base de la sociedad era el calpulli, el cual unía a grandes familias. Se agrupaban en un altépetl o grandes poblados. Asimismo, en cada uno, se contaba con lo suficiente para vivir en armonía.
Muchos existían en poblados llamados altépetl, en los que se combinaba la producción urbana y la rural. Es importante notar que cada uno era autónomo dentro de la red de alianzas comunitarias.
Cuauhtémoc creció bien alimentado y fuerte gracias a que consumía comida sana y natural. Los calpullis producían su propio alimento al sembrar maíz, frijol, chile y calabaza. También, producían sus propios abonos naturales, pues utilizaban los excrementos de animales y humanos, además de los restos de las cosechas.
En la comunidad, se cuidaban mutuamente. Los infantes estaban protegidos; por lo tanto, no había niñas o niños abandonados. Los abuelos y las abuelas eran escuchadas y respetadas; ocupaban el lugar más especial en la sociedad. De igual manera, los pobladores participaban en las más diversas actividades: el juego, el canto, la danza….
Cuauhtémoc creció disfrutando del agua y el aire puro, y de la naturaleza verde y exuberante. Recorría los bosques de pino, de encinos y de majestuosos ahuehuetes. Y así, fue inculcado en su corazón el respeto a la naturaleza.
Había la mayor variedad de flores y frutos. Además de mucha fauna: liebres, tordos, águilas, mapaches, jabalíes y venados. El niño se admiraba cuando veía ocelotes y tigrillos.
De igual manera, fue muy íntima su convivencia con sus paisanos. En asamblea de calpulli, la gente elegía a sus dirigentes. El pueblo era guiado por un Consejo, al que llamaban Tlahtocan, que quiere decir “lugar donde se habla” en náhuatl. En éste, se tomaban las decisiones, luego de largas deliberaciones, en las cuales se buscaba el consenso.
Dos dirigentes llevaban a cabo las resoluciones: el tlahtoani y el cihuacoatl, uno era el vocero y representante hacia el exterior; el otro, el administrador, quien resolvía la problemática interna de la comunidad.
En las asambleas, hablaban uno a uno en sentido contrario a las manecillas del reloj. Una vez llegado a un acuerdo, el tlahtoani hacía efectiva esa decisión. No había reyes como en Europa. Tampoco había un imperio y, por lo tanto, no existía un emperador.
El abuelo materno de Cuauhtémoc era Cuayauhtitla, tlahtoani de Zompancuahuithli, y su abuelo paterno fue Ahuízotl, tlahtoani de México-Tenochtitlan.
Cuayauhtitla fue conocido como el tecuhtli (coordinador de los trabajos) de Zompancuahuitl; hoy Ixcateopan. Se casó con una mujer de Coatepec llamada Atl. De ese matrimonio, nació una niña, hermosa y fuerte, llamada Cuayauhtitali o Quiahuitl, quien se convertiría en la madre de Cuauhtémoc.
Éste fue un nieto querido, a quien le transmitieron sabiduría. El pequeño Cuauhtémoc disfrutaba de las pláticas de su abuela, mientras ella preparaba un rico atole, que acompañaba con tamales en medio de las historias de su pueblo, risas y cantos.
Cuando Cuauhtémoc nació, todavía vivía su abuelo Ahuízotl, tlahtoani del lejano México-Tenochtitlan; sin embargo, al año y medio falleció. Siguieron homenajes a este gobernante, quien extendió su red de alianzas por el centro y el sur del Anáhuac, hasta lo que hoy es Guatemala.
Después del fallecimiento, el Consejo o Tlahtocan se reunió para elegir al sucesor, el cual continuaría la obra emprendida por el pueblo mexica: el desarrollo del comercio; de la investigación científica; del conocimiento sobre el mundo y el cosmos en sus diferentes manifestaciones; y la ampliación de la Confederación y sus aliados.
El sucesor en la responsabilidad fue Moctezuma Xocoyotzin, tío de Cuauhtémoc, quien tenía los méritos suficientes para convertirse en tlahtoani o vocero. Él era apreciado por su pueblo y por sus aliados; un hombre serio, pero cariñoso, valiente y, al mismo tiempo, prudente.
En 1502, tras la muerte de Ahuízotl, Moctezuma logró que los funcionarios fuesen electos por sus méritos, lo que el maestro Miguel León Portilla llamó “meritocracia”.
Asimismo, promovió el pleno empleo. También, organizó la construcción de jardines, zoológicos y un hospital para ancianos en Culhuacan, además de que cuidó a las personas con capacidades diferentes. Igualmente, dirigió la construcción de almacenes, los cuales tenían el objetivo de alimentar al pueblo en tiempos de necesidad.
Fue un gran urbanista que planificó la ciudad. Organizó que las estructuras fueran levantadas sobre plataformas para evitar inundaciones. Además, dirigió la edificación del teocalli a Ehécatl.
Desde pequeño, Cuauhtémoc aprendió a amar a su tío Moctezuma; incluso quería ser como él cuando creciera. A los 12 años, se dirigió al lejano México-Tenochtitlan, que estaba a 215 kilómetros, lejos de Zompancuahuithli o Ixcateopan. El pequeño estaba emocionado por el viaje.
Durante la travesía, cruzó ríos, montañas y valles. Donde quiera que veía, había sembradíos y bosques. Por el cielo azul volaban las aves y las personas eran organizadas, amigables y respetuosas. Los comerciantes, quienes andaban en grupos, tenían buenas palabras para el niño.
Cuando Cuauhtémoc inició sus estudios en el calmécac, pudo comprender mejor la gran cultura del Anáhuac, cuya máxima expresión se había logrado en México-Tenochtitlan.
Él nunca se imaginó que, con los años y luego de tragedias y tenaces luchas, iba a resultar electo como hueyi tlahtoani. Tampoco sabía que daría la vida en la defensa no sólo de Tenochtitlan, sino también de todo el Anáhuac. Su destino era proteger su tierra del cruel invasor extranjero, que había cruzado los mares con las peores intenciones.
Durante la invasión, por primera vez el hueyi tlahtoani Cuauhtemoctzin vio estas tierras divididas en diferentes pueblos y alianzas, en federaciones y confederaciones. Sin embargo, convocó a la unión en contra de los extranjeros. Y así, puso la primera piedra en la construcción de lo que cientos de años después sería nuestro querido México.
La misión de Cuauhtémoc fue clara: comenzar la resistencia que, luego de siglos, hará prevalecer nuestra gran civilización al derrotar al colonialismo y al neocolonialismo. Marcaría el rumbo que nos lleva al futuro.
Cuauhtémoc fue un águila que descendió para luchar por su tierra. Nos dejó su ejemplo y guía, los cuales nos permitieron retomar el vuelo. La lucha de este valiente guerrero nos sigue acompañando. Debemos tomar lo bueno que nos dejaron generaciones pasadas, esa semilla de un futuro brillante construido por todas y todos.
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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