La Habana, Cuba. Millones de niños en el mundo carecen de competencias básicas para leer, sacar cuentas o entender una historia sencilla, debido a los bajos niveles de enseñanza actuales, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por su sigla en inglés).
La crisis educativa, a menudo lenta y silenciosa, se agravó debido a los prolongados cierres de las escuelas a causa de la Covid-19, y la dilación de conflictos armados en varios continentes.
Como consecuencia, en la actualidad sólo una tercera parte de los niños de 10 años puede leer, cuando antes de la pandemia más de la mitad de los menores a nivel mundial era capaz de comprender un texto, destaca UNICEF.
De acuerdo con el exsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Ban Ki-Moon, “estamos tan lejos de nuestro objetivo de lograr la educación universal para 2030 que, a menos que actuemos con rapidez y generosidad, nos retrasaremos en garantizar una educación de calidad equitativa y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”.
Covid-19, educación y conflictos armados
Tras el inicio de la pandemia, más del 90 por ciento de los estudiantes del mundo vieron interrumpido su aprendizaje y para muchos esa interrupción aún continúa, con las implicaciones que esto tiene para el futuro y las economías nacionales.
Por ejemplo, en América Latina y el caribe se estima que alrededor de 71 millones de niños y adolescentes estuvieron afectados por el cierre de las escuelas. Y si bien algunos gobiernos regionales realizaron importantes esfuerzos para desplegar el aprendizaje a distancia, demasiados niños y adolescentes se encuentran en el lado equivocado de la brecha digital, indica la agencia mundial de la infancia.
Incluso previo a la pandemia, la región se enfrentaba a una crisis de aprendizaje pues más de un tercio de los estudiantes no alcanzaba el nivel mínimo de competencia en lectura, y algo más de la mitad no cumplía los estándares de aprendizaje en matemáticas.
Se calcula que 10.4 millones de niños y adolescentes estaban sin escolarizar, lo que aumentaba el riesgo de violencia, explotación y abuso, así como los obstáculos para obtener ingresos en el futuro. Mientras, en África más de 32 millones de infantes se encontraban fuera de la educación primaria en 2019, cifra que aumentó considerablemente con la Covid-19 por la falta de acceso a la educación digital y el absentismo escolar a causa de conflictos prolongados en distintas zonas.
En el África subsahariana se contabiliza sólo un 21 por ciento de escolarización y un 41 por ciento en el norte de ese Continente, según Firmin Edouard Matoko, subdirector general de Prioridad África y Relaciones Exteriores de la UNESCO.
Dos terceras partes de los países africanos recortaron su presupuesto en educación durante 2020 y otros optaron por la educación a distancia para salvar las barreras de los confinamientos, pero las familias encontraron obstáculos en los que no se había pensado, como la falta de electricidad y de internet, explicó Matoko.
El impacto del cierre de colegios engloba la salud física y mental, explotación laboral, embarazos no deseados, matrimonios forzosos y desnutrición, sostuvo Luca Fabris, coordinador de Asia y África de la organización no gubernamental Entreculturas.
Los niños que no asisten a la escuela tienen que hacer frente a un presente lleno de peligros pues corren el riesgo de ser reclutados por grupos insurgentes, dijo Fabris.
Igualmente, los conflictos armados en zonas como el Sahel y otras regiones africanas tienen un efecto devastador sobre la educación.
En Burkina Faso, Camerún, Chad, Malí, Níger, Nigeria, la República Centroafricana y la República Democrática del Congo, el aumento de las amenazas y los ataques contra los estudiantes, los maestros y las escuelas, y contra la propia educación, crean un sentimiento de aprensión entre los niños, sus familias, comunidades y la sociedad en general, afirman expertos.
El número de escuelas obligadas a cerrar debido al aumento de la inseguridad en las zonas de áfrica occidental y central convulsionadas por los conflictos se triplicó en los últimos años.
Al mismo tiempo, el empeoramiento de las condiciones de seguridad, incluido el uso de las escuelas por parte de las fuerzas y los grupos armados, perturba aún más tanto el acceso de los niños a la educación como su calidad.
las proyecciones indican que esta nueva generación perdería 10 billones de dólares en ingresos durante su vida laboral, según estima el banco mundial.
ante esta crisis mundial de la educación en materia de calidad y pertinencia, Unicef instó a los gobiernos a “comprometerse” con nuevas acciones e inversiones, así como apoyar a los maestros con herramientas y materiales didácticos para garantizar que las escuelas sean seguras y propicias para el aprendizaje.
Niños, hambre y escuelas
De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos (PMA), casi la mitad de las personas que sufren hambre en el mundo son niños en edad escolar, lo cual tiene consecuencias devastadoras para la educación y la capacidad de los pequeños a fin de recuperar el aprendizaje perdido durante la pandemia.
Según el PMA, la crisis alimentaria mundial dejó a 23 millones de menores de 18 años en una situación de inseguridad alimentaria aguda desde principios de 2022, lo que aumenta a 153 millones la cantidad de niños con hambre, casi la mitad de los 345 millones de personas que sufren ese flagelo en 82 países.
La agencia de la ONU destacó que los programas de comidas escolares pueden contribuir al aprendizaje y en este contexto exhortó a la comunidad internacional a implementar un plan de acción ambicioso para restaurar las iniciativas de alimentación escolar interrumpidas por la pandemia.
El costo de dicho plan sería de unos 5 mil 800 millones de dólares anuales y complementaría otras medidas para combatir el hambre infantil.
Además, el organismo afirmó que los programas de comidas escolares no sólo mantienen a los niños -y sobre todo a las niñas-, en la escuela, sino que también ayudan a mejorar los resultados del aprendizaje proporcionando dietas mejores y más nutritivas.
De la misma forma, apoyan a las economías locales, crean empleos y medios de subsistencia en las comunidades y, en última instancia, ayudan a romper los vínculos entre el hambre, un sistema alimentario insostenible y la crisis del aprendizaje.
Transformar la educación, construir el futuro
La directora ejecutiva de la agencia mundial de la infancia, Catherine Russell, afirmó que las escuelas con recursos escasos, maestros mal pagados y poco calificados, aulas hacinadas y planes de estudio arcaicos socavan la capacidad de los pequeños para alcanzar su potencial.
“Tenemos que invertir la tendencia actual o enfrentarnos a las consecuencias que se derivaron de no haber educado a toda una generación; los bajos niveles de aprendizaje de hoy suponen menos oportunidades en el futuro”, puntualizó Russell.
Es necesario elevar la educación a la cima de la agenda política mundial y movilizar la acción, la aspiración, la solidaridad y las soluciones necesarias para recuperar las pérdidas de aprendizaje relacionadas con la pandemia y sembrar las semillas de transformación de la educación en un mundo de rápida evolución, refirió UNICEF.
Durante la Cumbre sobre la Transformación de la Educación, celebrada en septiembre, en el marco del segmento de alto nivel del debate de la Asamblea General de las Naciones Unidas, los presentes propusieron “un pacto por la educación mundial entre los países en desarrollo y las economías desarrolladas”.
En el convenio acordaron el aumento de la ayuda internacional que proporcionan los bancos multilaterales de desarrollo para elevar el apoyo a la educación, desbloqueando 15 mil millones de dólares adicionales en los próximos cinco años para 200 millones de niños.Queda esperar por la voluntad gubernamental y política para que esta nueva generación acceda a una educación de calidad que garantice su futuro y, por ende, el de la humanidad
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