El derecho es un sistema vivo, que evoluciona y cambia constantemente a partir de las resoluciones de juezas y jueces. El papel de las personas juzgadoras es tan importante en la aplicación de la ley, que son ellas quienes terminan por dar forma a la justicia que tenemos y a la que podemos aspirar.
Así de relevante es la decisión que tomaremos las y los mexicanos en 2025, cuando escojamos a ministros, magistrados y jueces del Poder Judicial. Por ser la primera vez, es comprensible que la mayoría de las personas no tenga una noción clara sobre los criterios que podría utilizar para evaluar a los contendientes. Para facilitar esa responsabilidad ciudadana, propongo que examinemos la filosofía judicial de cada participante.
En otras palabras, debemos cuestionar los valores que defienden, su forma de interpretar el derecho, su posición ante el precedente judicial y, por supuesto, su ideología. Es la mejor manera de aproximarnos a saber qué tipo de jueces serían en el cargo y qué clase de justicia vamos a recibir.
Hay muchos elementos de la filosofía judicial de cada aspirante que podríamos considerar, pero aquí me quiero concentrar en cinco. Primero, sus preferencias interpretativas: necesitamos conocer si se conciben como juzgadores formalistas que aplican la ley de manera rigurosa, o bien, si piensan que es válido recurrir a valores extranormativos para argumentar sus decisiones.
Segundo, la posición que toman ante el precedente judicial: debemos saber cómo se posicionan entre las fuerzas del pasado, presente y futuro. De tal manera que podamos escoger entre juzgadores que priorizan la consistencia con las decisiones tomadas con anterioridad, las necesidades sociales de la actualidad o la proyección de respuestas que pervivan en el futuro.
Tercero, su carácter: quienes hagan campaña deberán manifestar claramente si pretenden ser personas juzgadoras moderadas y conciliadoras, o irreflexivas e impositivas. Con ello, las y los votantes incluso podríamos adecuar nuestras preferencias a cada rama del derecho. Por ejemplo, podríamos escoger jueces conciliadores para las materias familiar o laboral.
Cuarto, su postura ante la judicialización de las políticas del Estado. Me refiero a aquellos casos que no afectan los derechos humanos o pueden calificarse de decisiones meramente políticas. Como votantes, debemos saber si los candidatos tendrán deferencia a las decisiones tomadas o si intervendrán para definir la mejor forma de aplicarlas.
Quinto, su ideología. Y no me refiero a filias ni fobias partidistas, sino a su postura general. Es decir, si se consideran liberales o conservadores. Al conocer su manera de pensar, podremos prever las decisiones que tomarán en temas sensibles para la sociedad.
Este escrutinio público ayudará a conocer de mejor manera a las y los contendientes. Permitirá también que quienes vamos a votar elijamos conforme a nuestros propios valores. Sin embargo, lo más importante es que seamos conscientes de la enorme responsabilidad que todas y todos tendremos este 1 de junio, porque, sin exagerar, la justicia estará en nuestras manos.
Magistrada Ana María Ibarra Olguín*
*Magistrada de Circuito; licenciada, maestra y doctora en derecho.